Estamos viviendo en primera persona un auténtico carrusel laboral y vital por cuanto al propio trabajo se ha sumado el confinamiento o cuando menos un aislamiento cauteloso. La pandemia nos ha sacado de la zona de confort durante el año posiblemente más conflictivo de nuestras vidas, sea en el ámbito sanitario, social o familiar.
Llega el momento de tomar un descanso que, a fe mía, nos es muy necesario. Digamos que un cambio de actividad y de perspectiva nos vendrá más que bien durante la tregua que esperemos se dilate como puente de plata hasta escenarios gestionables y menos convulsos.
Ya me han leído y conocen muchas de las vicisitudes en las que, quien esto firma, se ha visto envuelto, por eso no les abrumaré con más de lo mismo, pero les puedo asegurar que el descanso este año debería ser por necesidad a fin de no colapsar o, como dicen los jóvenes ahora, no petar.
"El descanso este año debería ser por necesidad a fin de no colapsar o, como dicen los jóvenes ahora, no petar"
Estoy en condiciones de afirmar que toda la ciudadanía de este país está en análogas circunstancias, porque conjuntamente hemos padecido, llorado y aplaudido. Juntos despedimos con impotencia a seres queridos, mientras de modo casi anónimo otros nuevos se han reincorporado a este valle que algunos dicen de lágrimas, y, sí, también de vida y esperanza.
Por delante se avista una enorme incertidumbre ante las muchas dudas que plantean los rebrotes derivados de conductas impropias e inadecuadas, de malas interpretaciones de las medidas precautorias, de comportamientos temerarios, de tratamientos esperanzadores, pero con insuficiente evidencia debido a la celeridad y urgencia que demanda el momento.
Las prisas nunca han sido buenas compañeras de viaje y la precipitación podría llevarnos a una situación no deseada donde más que respuestas encontremos más problemas, por si fueran pocos los acumulados.
Los responsables políticos siguen derivando de unos a otros mientras el resto de la población sopla para que la patata caliente o las brasas y rescoldos no caigan en el pajizo secarral del estío.
Hay expertos que abogan por vacunas inminentes, mientras otros al mismo tiempo nos advierten que puede que el covid19 haya venido para quedarse y si en un principio tuvo efectos devastadores, por la novedad, puede que en sucesivas apariciones muchos o todos podamos vernos afectados, pero sin las terribles consecuencias de los meses precedentes al estar acorazados de nuevos conocimientos, estrategias preventivas y tratamientos.
"Cada persona puede ser un bastión en pequeña escala o la nueva normalidad no tendrá trovadores que la canten"
Cierto que las mutaciones puedan hacer inservible cada nueva vacuna, pero sin duda el conocimiento y la experiencia que estamos adquiriendo los profesionales sanitarios nos está dotando de más y mejores herramientas para combatirlo en primera opción y seguro que para erradicarlo en segundas y terceras posibilidades.
Pero a fecha del corriente no podemos anticipar nada, porque muchas de las previsiones ya han sido tiradas por tierra, así que mejor no especular y dejar a los verdaderos expertos como única fuente autorizada, ante tanto vocero que sólo acierta a balbucear sin conocimiento de causa.
Tal vez resulten descansos más intimistas y de menor consumo, responsable y de proximidad, conciliando sostenibilidad y salud del entorno con la propia.
Quisiera advertir una vez más de que hay que seguir aplicando todas las medidas ya conocidas, sin relajarnos ni bajar la guardia. Cierto que el descanso no será igual que en años precedentes, pero si queremos que vuelva a serlo en años próximos, debemos ser meticulosos ahora que aún estamos a tiempo… cada persona puede ser un bastión en pequeña escala o la nueva normalidad no tendrá trovadores que la canten.
Felices vacaciones y hasta la vuelta.