En este 2019 que estamos a punto de concluir, a consecuencia de los sucesivos procesos electorales, hemos estado en permanente provisionalidad. Ahora, siendo optimistas, en un plazo que tampoco será inmediato, dispondremos de un Gobierno estable en España, que, en el marco de la política sanitaria, a su vez tendrá que definir sus prioridades con las distintas Comunidades Autónomas que son las responsables de la gestión de la asistencia sanitaria. En qué quedará todo esto se asemeja a un damero maldito al que le han extraído más letras de la cuenta.
Muchas incertidumbres durante mucho tiempo que, sin embargo, no han afectado a la atención sanitaria, pública o privada, que presta sus servicios las 24 horas de los 365 días del año. Ahora bien, el hecho de que no se haya producido ninguna interrupción de los servicios, no implica que no se acumulen problemas como el aumento de las listas de espera, decisiones sobre inversiones o necesidades de colaboración.
Algunas de la hipótesis políticas que se manejan estos días hablan de cercenar la colaboración público-privada en la sanidad, posiblemente desde la ignorancia de que la Constitución Española consagra la libertad de empresa y la economía de mercado, y que la vigente Ley de Sanidad establece que las Administraciones Públicas Sanitarias podrán establecer conciertos para la prestación de servicios sanitarios con medios ajenos a ellas.
"El libro blanco de la Sanidad de 2016 de la CEOE ya advertía que un escenario exclusivamente público no podría afrontar las exigencias del SNS sin adoptar medidas económicas de emergencia que calificaba como 'no deseables'”
No pensamos en absoluto que esa opción extremista pueda llegar a materializarse, pero para argumentar contra su simple enunciación tenemos que recurrir al sentido común.
El Sistema Nacional de Salud (SNS) español es uno solo, con proveedores de servicios públicos y privados. En “El libro blanco de la Sanidad” de 2016, la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE), ya advertía que un escenario exclusivamente público no podría afrontar las exigencias del SNS sin adoptar medidas económicas de emergencia que calificaba como “no deseables”.
Me atrevo a añadir que, en su actual configuración, ni la sanidad pública podría sobrevivir sin la privada, ni tampoco esta última sin la primera. Hay una interdependencia derivada de los conciertos, pero además comparten profesionales, equilibran los flujos de acceso y se complementan en tecnología. Esas funciones y recursos, en unas ocasiones se distribuyen de manera consciente y planificada y, en otras, responden a una mecánica ya hecha que es fruto de múltiples decisiones individuales que han confluido en la misma dirección. En el mundo animal, las abejas polinizan las flores para el sustento de su colmena, pero de todas esas acciones individuales dependen las cosechas de las que nos beneficiamos los humanos.
"En su actual configuración, ni la sanidad pública podría sobrevivir sin la privada, ni tampoco esta última sin la primera. Hay una interdependencia derivada de los conciertos, pero además comparten profesionales, equilibran los flujos de acceso y se complementan en tecnología"
El resultado de toda esa cooperación y reciprocidad es un beneficio mutuo que, en el caso de la Comunidad de Madrid, como representante de la Asociación de Centros y Empresas de Hospitalización Privada de Madrid (ACHPM), puedo garantizarles que es así.
Igualmente puedo asegurarles que nuestra colaboración con la Consejería de Sanidad de la Comunidad de Madrid constituye, además, una apuesta por la eficiencia. Trabajamos para aprovechar al máximo los recursos que tenemos, cuidando las condiciones en las que se relacionan para procurar su sostenibilidad.
Por otra parte, hay que recordar que más de 2,6 millones de ciudadanos de la Comunidad de Madrid (un 40% del total) son titulares de seguros privados, que no utilizan, o lo hacen sólo en contadas ocasiones, la sanidad pública. Eso significa, directamente, que están ahorrando y liberando recursos del sistema público, al que tienen también derecho en función de la garantía de Sanidad universal.
Asimismo, en los últimos años en los que la crisis económica generó un déficit de financiación de la sanidad pública, lainversión en alta tecnología del sector sanitario privado posibilita que todos los ciudadanos puedan tener acceso a actividades diagnósticas o terapéuticas de alta complejidad.
La colaboración público-privada en sanidad satisface las necesidades de la sociedad, revitaliza el sistema y lo hace de manera eficiente. Y eso, con total garantía. Todos los operadores privados están obligados al cumplimiento de las cláusulas de calidad y servicio establecidas en los pliegos de condiciones. La Administración tiene la capacidad de controlar e inspeccionar, así como la facultad normativa y sancionadora en el caso de que no se cumplan los mínimos establecidos.