Me resulta de todo punto inimaginable pensar en salud mental y no recordar la mítica película "Tiempos modernos" (1936), dirigida y protagonizada por el genial Charles Chaplin, en la que un obrero metalúrgico, ahíto y extenuado por el frenético ritmo de producción de la cadena de montaje, termina perdiendo la razón, lo que le conduce a su ingreso en un sanatorio. El resto ya forma parte de la historia del cine.
El público lector bien sabe que el principal objeto de mi trabajo es la anestesia, reanimación y el tratamiento del dolor, materias ambas muy directamente relacionadas con la salud mental, puesto que la mayor parte de los problemas de esta última se tratan con fármacos que la anestesiología emplea constantemente en nuestras intervenciones asistenciales con efectos sedativos, y por otro lado hay una relación directamente proporcional entre la salud mental, dolor y sufrimiento, quizá no físico, pero sí fundamentalmente anímico, que termina por derivar del anterior.
"Hay que estar atento a los estados de ánimo decaídos, al estrés, a la irritabilidad, a la ansiedad, a la inhibición del deseo a fin de detectar un cierto desajuste en las personas afectadas"
No es una patología especialmente visible y a menudo ni siquiera sus efectos son detectables en el cuerpo, sino más en la conducta, la cara y en la mirada, espejos del alma. Por eso hay que estar atento a los estados de ánimo decaídos, al estrés, a la irritabilidad, a la ansiedad, a la inhibición del deseo a fin de detectar un cierto desajuste en las personas afectadas.
Influyen tres tipos de factores:
- Factores exógenos, como el cambio climático, las crisis económicas, problemas laborales y, cómo no, el impacto de las redes sociales.
- Factores emocionales y endógenos, como rupturas sentimentales, fallecimientos cercanos o enfermedades de curso largo.
- Los desarrollos propios de la enfermedad, como esquizofrenia, psicopatía, trastornos psicóticos, etc., que abren un triste abanico de posibilidades a la depresión, el abatimiento, y cuantos fenómenos pueden acompañarlos cuando todo parece oscuro tirando a negro y no se ve luz al final del túnel.
Pero fue el epifenómeno de la Pandemia de Covid-19 del año 2020 el que disparó las cifras de incidencia habituales de afectación. Según datos de la OMS el 9% de la población tiene algún tipo de problema de salud mental y el 25% lo tendrá en algún momento a lo largo de su vida. La misma fuente apunta que hubo un incremento del 27,6% de los casos de trastorno depresivo mayor y del 25,6% de los casos de trastorno de ansiedad.
"Lo que está despertando las alertas mundiales es el incremento de pacientes entre la población más joven, especialmente la femenina"
Siendo como son llamativos estos datos, lo que está despertando las alertas mundiales es el incremento de pacientes entre la población más joven, especialmente la femenina.
Una reciente investigación de la Universidad de Washington indica que la pandemia, amén de reducir la interacción social de jóvenes, generó ansiedad, depresión, trastornos alimentarios, estrés, adicciones y conductas autolesivas, además de generar una maduración cerebral inusualmente acelerada (hasta 4,2 años en las niñas y de 1,4 años en los niños).
Para todos fue un shock, no hace falta volver a incidir, ya lo hicimos durante casi dos años, y no resulta edificante mirar atrás, sobre todo cuando tantas personas fallecieron y tanto dolor sembró entre quienes padecieron y padecen aún sus secuelas.
Pero resulta alarmante el impacto que tuvo, por suceder en un momento de sus vidas donde algunas vivencias son tan traumáticas e impactantes en el desarrollo emocional, conductual y social.
"Urge un abordaje 'integral y especializado' en lo que a prevención, formación y atención multidisciplinar se refiere"
Según datos de la Asociación Española de Pediatría (AEP) las tasas de trastornos mentales en la población infantil y adolescente han crecido hasta un 47 % y urge un abordaje “integral y especializado” en lo que a prevención, formación y atención multidisciplinar se refiere.
En el caso de los jóvenes, el uso de antidepresivos según la FDA norteamericana está llevando a conductas mucho más temerarias y peligrosas, pero no avanzaré ni un paso más a este respecto.
El ámbito escolar debe ser tomado en consideración, tanto en la etapa infantil como en la adolescencia, pudiendo aportar consideraciones y actuaciones coordinadas con la esfera familiar y asistencial a fin de permitir una evolución sostenida para recuperar el equilibrio mental necesario de los más pequeños.