No es habitual que el capitán sea el primero en abandonar el barco cuando está en medio de una tempestad, pero a veces ocurre. Esto es lo que ha sucedido con el Ministro de Sanidad, Salvador Illa, que en plena segunda ola de la pandemia y a punto de iniciarse la tercera, decide dar el “salto” y abandonar el barco. No nos sorprende.
Para muchos medios de comunicación la noticia de la candidatura de Illa a la presidencia de la Generalitat, sustituyendo a Iceta, ha sido el bombazo político del año, pero nada más lejos de la realidad. Los que llevamos tiempo siguiendo de cerca la trayectoria profesional de Salvador Illa ya aventurábamos hace meses que Moncloa estaba preparando toda su maquinaria de “marketing político”, que maneja de forma excelente, para proyectar a Illa como el candidato ideal para presentarse como el revulsivo que necesita Cataluña.
Los que llevamos tiempo siguiendo de cerca la trayectoria profesional de Salvador Illa ya aventurábamos hace meses que Moncloa estaba preparando toda su maquinaria de “marketing político”
Lo anunciamos el pasado mes de agosto donde ya se empezaban a ver los primeros “brotes verdes” sobre la posible candidatura de Illa a las elecciones catalanas. Comenzaba a ponerse en marcha la maquinaria “marketiniana” ideada por Iván Redondo para crear al líder que necesitaba el PSC para competir con la fuerte tendencia al alza de los independentistas en Cataluña.
De esta forma, se empezaba a fraguar la imagen de Illa como persona dialogante, serena, con capacidad de negociación y con un fuerte compromiso con la sociedad que estaba por encima de los compromisos políticos personales. Las buenas maneras que había mantenido durante toda la pandemia y su excelente relación con el Consejero de Sanidad de Madrid, Enrique Ruiz Escudero, a pesar de sus diferencias en algunos planteamientos de la gestión de la crisis sanitaria, eran temas de conversación entre los tertulianos que veían con buenos ojos la predisposición al diálogo de ambos dirigentes políticos, a pesar de las fuertes discrepancias que mostraban sus respectivos jefes: Sánchez y Díaz Ayuso.
Pero este “buen rollito” cambió de repente mostrando una mayor rigidez y agresividad por parte del Ministro de Sanidad ante las propuestas de la Comunidad de Madrid, siendo menos dialogante y más estricto que antes. ¿El motivo? Un cambio de estrategia de Moncloa para ir preparando las elecciones catalanas con un candidato que se mostrara menos benevolente con Madrid y de esta forma fuera aplaudido por el independentismo de cara a un posible pacto de gobierno en Cataluña.
Son varias las muestras del cambio que experimentó Illa de forma repentina. En octubre cerró la Comunidad de Madrid por decreto creando una fuerte tensión entre el Gobierno Central y la Comunidad de Madrid. Días después, el Tribunal Superior de Justicia de Madrid (TSJM) tumbaba la orden ministerial por estar fuera de la ley.
El mensaje que envía Pedro Sánchez con esta decisión es que parece que le interesan más los resultados catalanes que la gestión de la pandemia
En repetidas ocasiones intentó impedir la implantación de las pruebas de antígeno propuestas por Madrid para luchar contra la pandemia, negó igualmente un mayor control en Barajas con la obligatoriedad de presentar una prueba negativa de PCR para los viajeros de fuera de España y se ha negado a permitir realizar pruebas rápidas en las farmacias para combatir con mayor eficacia y rapidez la pandemia. Todas estas propuestas al final han dado la razón a Madrid, que ha conseguido frenar en cierto modo la segunda ola.
No es tampoco casualidad que Illa sea el segundo ministro con más popularidad, después de Pablo Iglesias y uno de los mejor valorados en la encuesta del CIS. También el CIS le situaba como uno de los políticos preferidos para presidir la Generalitat.
Pero lo que ha sorprendido a muchos en el sector salud es que un ministro de Sanidad que está tan bien valorado por la opinión pública, que se ha convertido en la mano derecha de Sánchez y que el propio presidente le consideraba como casi imprescindible para seguir luchando contra la pandemia, permita este último que abandone el barco en plena tormenta y anteponga los intereses de partido a los intereses de la sociedad en la mayor crisis sanitaria que está sufriendo nuestra país (y la humanidad) en los últimos 100 años. El mensaje que envía Pedro Sánchez con esta decisión es que parece que le interesan más los resultados catalanes que la gestión de la pandemia. Con esta decisión es posible que consiga más votos en Cataluña, pero también podría perder muchos apoyos en el resto de España. El tiempo lo dirá.