Una enfermedad infecciosa puede definirse como aquella identificada recientemente que es capaz de causar problemas de salud a nivel, regional, nacional o mundial. El ejemplo más característico reconocido por la Organización Mundial de la Salud (OMS) es el VIH. De hecho, se estima que entre 2016 y 2020 se den 105.000 nuevas infecciones solo en el África subsahariana.
El Instituto de Investigación del Sida IrisCaixa, institución impulsada por la Obra Social “la Caixa” y el Departamento de Salud de la Generalitat de Cataluña, ha llevado a cabo un estudio que define el umbral a partir del cual la presencia de VIH resistente requiere un tratamiento específico. Los resultados, publicados por la revista The Lancet HIV, indican que la presencia de virus resistentes es relevante siempre que al menos un 5% del virus de la muestra presente mutaciones de resistencia.
La detección de estas resistencias se está incorporando a las tecnologías de secuenciación masiva. Sin embargo, su implementación no está teniendo el éxito esperado en gran medida debido a la falta de consenso sobre el umbral a partir del cual se deben tener en cuenta las resistencias a la hora de prescribir el tratamiento para un paciente.
“El problema es establecer un punto de corte a partir del cual es necesario hacer el cambio de primera a segunda línea, para no suministrar un medicamento más caro de forma innecesaria. Queríamos evaluar si una variante presente en un 10%, un 5% o incluso un 1% podía ser determinante”, explica Roger Paredes, investigador principal del grupo de Genómica Microbiana de IrsiCaixa y médico de la Unidad de VIH del Hospital Germans Trias i Pujol.
"Estos resultados sugieren que un buen punto de corte podría ser el 5%, que es el que nos permite predecir mejor el éxito de los tratamientos"
Para la realización del estudio, se han analizado muestras de pacientes procedentes de Kenia, Nigeria, Sudáfrica, Uganda y Zambia. Los datos reflejan que a medida que se reduce el umbral de detección de variantes minoritarias resistentes, se incrementa la sensibilidad, que es la capacidad de identificar los casos en que el tratamiento de primera línea no será efectivo y conviene pasar a otro de segunda línea.