El alzhéimer cuenta con infinidad de estrategias que permiten enlentecer el progreso de la enfermedad. En este contexto, Gregoria, una paciente de alzhéimer que vive en la residencia de Ballesol Mirasierra, ejercita la memoria gracias a los boleros que toca su hijo con un saxofón. Así, su hijo Javier se desplaza hasta la residencia todos los días para realizar la "sesión de saxoterapia”. Al tocar los dos boleros, que forman parte de la historia de Gregoria y que son sus favoritos, se generan en ella una serie de respuestas. De este modo, sonríe con la mirada o se le ilumina la cara al escuchar el instrumento.
La residencia de Mirasierra emplea la musicoterapia como una de las herramientas de trabajo con personas que padecen alzhéimer. La estimulación musical disminuye la sintomatología relacionada con la ansiedad y la agitación, lo que puede ser muy útil en personas con alteraciones conductuales. Además, podría compensar alteraciones del lenguaje producidas por daños cerebrales, debido a que el Lenguaje y la Música tienen aspectos en común como la prosodia y la sintaxis. La música logra estimular funciones cognitivas superiores como la atención y el nivel de concentración, la memoria y el lenguaje. Todo ello permite mejorar la calidad de vida de las personas con Alzheimer.