El doctor Boi Ruiz, exconsejero de Sanidad de Cataluña, tiene muy claros sus conceptos sobre gestión sanitaria: “Nada es bueno ni malo, si no se mide y se compara”. Sobre su visión del Sistema Nacional de Salud y sobre los retos de futuro en el ámbito sanitario ha hablado para ConSalud.es.
Recientemente ha sido fichado como miembro del consejo de administración del Grupo Ribera Salud, ¿qué valoración hace de este nuevo cargo?
Mi contribución al Grupo Ribera Salud es para ayudar al desarrollo internacional de su modelo de gestión como decisión del propio consejo de administración. Los propietarios del Grupo piensan que Ribera Salud tendría que tener una expansión más allá de Valencia y de la propia España. De hecho Ribera Salud se ha hecho ya cargo de un centro diagnóstico en Eslovaquia, participa también en un proyecto en Colombia, tiene pequeñas participaciones en Perú… Por lo tanto, mi encargo es ayudar. No soy gestor ni directivo, solo aportaré ideas para que gestores y directivos puedan desarrollarlas. De este modo, podrán beneficiarse de este modelo de gestión en otras partes del mundo, modelo altamente eficiente.
Pese a ser un modelo eficiente, el Gobierno valenciano no lo quiere
Yo parto siempre de un concepto claro. Nada es bueno ni malo, si no se mide y se compara. La gestión no es buena o mala, sino los resultados son peores o mejores. Y los resultados de la gestión de Ribera Salud están ahí, incluso valorados por terceros.
“Los resultados de la gestión de Ribera Salud están ahí, incluso valorados por terceros”
No obstante, tengo que entender y entiendo que los resultados sean siempre cuestionables y, en algún caso, tenga que defenderse un modelo desde un punto de vista ideológico, algo que es absolutamente legítimo. El Gobierno de Valencia defiende un modelo sanitario de una forma ideológica de manera legítima y Ribera Salud también defiende su papel de manera legítima basándose en sus resultados.
Recientemente participó en una mesa sectorial organizada por Ciudadanos donde se abordó el concepto de medición de resultados. Pese a saber la importancia de estos, ¿todavía es una cuenta pendiente?
Hace muchos años en Cataluña, donde tenemos un modelo de gestión mixta, se decidió romper el debate comparando los resultados. A comienzos del año 2000, hice mi tesis doctoral centrado en este debate. El objetivo era demostrar que con la información que había en los hospitales se podía crear una central de resultados y así medir aspectos de la gestión, no solo los clásicos. Por ejemplo, solvencia económica, productividad, investigación…
El consejero en aquel momento cuando leyó mi tesis entendió que eso era el futuro y creó la Central. Durante el mandato posterior se fue desarrollando dicha Central y cuando llegué a la Consejería pude impulsar la publicación de los resultados, hospital por hospital. Tuvo sus reticencias porque hubo ciertos temores, pero sacamos las listas con todos los indicadores. De hecho, lejos de aquellos que presagiaban un gran conflicto, fue todo lo contrario.
“Hay suficientes indicadores, sin tener que crear nuevos, para poder tener una primera central que nos aporte los resultados de la atención sanitaria, que no son los de salud”
Esto rompe el debate del modelo de gestión. Mi propuesta es que hay suficientes indicadores sin tener que crear nuevos ni tener que hacer grandes ni complejas modificaciones para poder tener una primera central que nos aporte los resultados de la atención sanitaria, que no son los de salud. Aunque sí que hay que correlacionar los resultados de salud con los de atención sanitaria, ya que muchos resultados en salud no son atribuibles al sistema, sino responsabilidad de otras políticas. Por ejemplo, que haya obesidad o sedentarismo no es un problema del SNS, pero evidentemente le afecta. En este sentido, correlacionar tiene un valor múltiple y enorme.
¿Así nos aproximamos a una sostenibilidad del sistema?
Tener información permite repartir los recursos con criterios más objetivos. Los SNS modernos no se orientan a financiar estructuras y gasto de funcionamiento, sino a financiar resultados. Y esto no es un cambio de hoy para mañana. No es un cambio para hoy pero tiene que ser una tendencia para el futuro.
Entiendo que es un cambio que va a requerir de bastante tiempo
Tenemos también una enorme limitación, que es la concepción que tenemos de la gestión sanitaria pública en nuestro país. Requiere de pactos, acuerdos temporales más allá de una legislatura... Requerimos pactos de medio-largo plazo para que las reformas y acuerdos sean valorados.
¿Y se van consiguiendo más pactos en el ámbito sanitario?
Yo creo que nos queda camino, sobre todo a nivel nacional. A nivel de las comunidades, eso se ha obtenido en tiempos pasados. No obstante, con la crisis ha aumentado el desencuentro político.
¿Cree, por tanto, que será posible un Pacto de Estado por la Sanidad?
Uno ya tiene unos años… Y lo único que puede desbloquear esta situación es que alguien demuestre a los partidos que hacer de la sanidad un arma arrojadiza no hace ganar elecciones ni perderlas. No soy optimista en este sentido.
“Lo único que puede desbloquear esta situación es que alguien demuestre a los partidos que hacer de la sanidad un arma arrojadiza no hace ganar elecciones ni perderlas”
Otro de los proyectos en los que también está involucrado es la Fundación Humans, donde ejerce como vicepresidente. ¿Qué le ha llevado hasta esta organización?
Soy especialmente sensible porque soy paciente de cáncer y creo que la evolución tecnológica y la innovación se aleja un poco de ese aspecto, no tanto de la atención al paciente por parte del clínico, que cumple con una función, con sus valores éticos y vocacionales.
Creo que si, por ejemplo, un enfermo de cáncer va a realizarse una resonancia magnética no es suficiente con la cortesía. En este sentido, siempre digo que no es lo mismo simpatía que empatía. Y creo que falta ponerse en el lugar del otro.
No obstante, la palabra humanización no me gusta, porque no creo que nuestra sanidad esté deshumanizada. Pero ponerse en lugar del paciente debe estar presente en todas las políticas sanitarias y en todas las organizaciones. Y el principio aquel que decíamos de que nuestro modelo, además de efectivo, debería ser afectivo, tiene absoluta vigencia. Tenemos un modelo muy efectivo pero en el que falta afecto.