La crisis económica no solo repercute negativamente en los bolsillos de las personas, sus efectos van mucho más allá e incluso influyen directamente en la salud de los consumidores provocando cambios en los hábitos alimenticios. Sobre cómo evitar que los cambios en la lista de la compra afecten a la salud, charla para ConSalud.es Francisco Botella Romero, vocal del Área Asistencial y de Comunicación de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN).
Desde la crisis económica la cesta de la compra se ha triplicado en comparación con los salarios lo que ha provocado un cambio en los patrones alimenticios. ¿Cuál es la consecuencia directa sobre la salud de las personas?
Como el precio no ha aumentado por igual para los productos frescos que para los procesados y ultraprocesados, la consecuencia ha sido la derivación del consumo hacia alimentos más baratos, generalmente de menos valor nutricional, más aporte calórico y menor poder saciante.
¿Se podría decir que una buena alimentación es un artículo de lujo?
No necesariamente. Además del precio, un factor determinante es el modelo de comercialización y la presión de la publicidad hacia el consumo de alimentos con más valor añadido, o más margen comercial, para la industria alimentaria en general (incluyendo la producción, el procesado y los distintos canales de distribución).
Consumir productos congelados, más económicos que los frescos, es una posibilidad muy aceptable que no altera el valor nutricional
Hace unos años se puso en evidencia en la literatura científica la escasa defensa individual que tenemos los consumidores frente a lo que se denomina, la estrategia de las 5 P (Product, Package, Place, Price, Promotion) que, de forma resumida presenta productos muy apetecibles (ricos en azúcar y grasa) en envases atractivos y fáciles de trasportar, colocados de forma estratégica en los comercios o en las máquinas de vending, con ofertas irresistibles (3x2) y una publicidad que promete éxito y felicidad. Obviamente, no estamos hablando de lentejas ni de calabacines ni de sandías que compramos en el mercado y preparamos en casa.
¿Qué consejos y recomendaciones debe tener en cuenta el consumidor a la hora de hacer la compra para mantener una dieta sana y equilibrada?
Consumir productos congelados, más económicos que los frescos, es una posibilidad muy aceptable, ya que esta técnica no altera el valor nutricional, ni la calidad ni el sabor de alimentos como carnes, pescados u hortalizas. La única precaución que tenemos que tener es asegurar que no se rompa la cadena de frío del producto congelado.
Hay que elegir alimentos de origen vegetal como fruta y verdura de temporada y legumbres (dos veces a la semana) y cereales. De hecho, hay que incluir como mínimo una ración de cereales o derivados en cada comida, priorizando los elaborados con harina integral. Igualmente, hay que primar el consumo de pescado, si puede ser azul y la carne blanca.
Otro de los consejos que hay que tener en cuenta es que hay que reducir el consumo de fritos, moderar el tamaño de las raciones y siempre que sea posible reaprovechar algunos alimentos. Otra de las recomendaciones más extendidas es cocinar en casa en lugar de comprar alimentos precocinados o procesados.
Septiembre es un mes en el que se comienzan muchas dietas después de los excesos del verano. ¿Qué consejos recomienda la SEEN tener en cuenta antes de empezar una dieta?
Además de lo referido en la pregunta anterior, que podemos encuadrar dentro de las recomendaciones generales de la dieta mediterránea, podemos añadir que una serie de productos que no deberían ser la base de nuestra alimentación. Como por ejemplo las bebidas refrescantes con azúcar, las carnes procesadas, las patatas fritas, los quesos grados, la leche condensada, el tomate frito, la repostería o las sopas de sobre y los cubitos de caldo.
A principios de mes la ONU recomendó reducir el consumo de carne para frenar el calentamiento global. ¿Qué efectos tiene esta media en la salud?
El aumento en el consumo de carnes procesadas y, con menor evidencia, de carnes rojas en general se asocia a mayor incidencia de cáncer de colon. Por otra parte, el impacto medioambiental de la ganadería intensiva y del cultivo de vegetales (cereales y legumbres) para la producción de pienso es uno de los factores de insostenibilidad medioambiental (seguramente no el más importante, no olvidemos lo que supone el despilfarro de alimentos) por lo que, uniendo salud humana y salud planetaria, se recomienda reducir el consumo de carnes, de sal y de azúcar y aumentar el de frutas, verduras, legumbres y cereales integrales para actuar en ambos frentes.