El alzhéimer es una enfermedad neurológica que constituye la primera causa de discapacidad y que, en todo el mundo, afecta a más de 40 millones de personas. Según datos de la Sociedad Española de Neurología (SEN), actualmente en España la padecen unas 800.000 personas y es, además, el tipo de demencia neurodegenerativa más común.
ConSalud.es charla con el doctor David A. Pérez Martínez, jefe del Servicio de Neurología del Hospital 12 de Octubre (Madrid) y miembro del Patronato de la Fundación Española de Alzheimer (FAE), para conocer los últimos avances terapéuticos sobre esta enfermedad y cuáles son los retos que la Ciencia tiene para lograr un abordaje eficaz.
¿Cuáles son las terapias farmacológicas y no farmacológicas más empleadas en el alzhéimer?
Partimos de la base de que, desgraciadamente, no tenemos ninguna terapia que modifique de forma relevante la evolución de la enfermedad de Alzheimer. Además, las últimas terapias para el Alzheimer fueron aprobadas hace más de una década. Todo ello se traduce en una gran frustración de clínicos, familiares y pacientes con el tratamiento. Actualmente disponemos de dos grandes grupos terapeuticos farmacológicos. Los inhibidores de la acetilcolinesterasa y la memantina. En el mejor de los casos tienen un efecto discreto sobre algunos síntomas de la enfermedad, pero no modifican el curso de la enfermedad.
El campo de las intervenciones no farmacológicas ha sido el gran olvidado durante mucho tiempo. Hoy en día sabemos que tienen efectividad sobre los síntomas cognitivos y conductuales de la enfermedad. En todo caso, los mejores resultados se consiguen en programas integrales que engloban estimulación cognitiva, ejercicio físico, interacción social y terapia ocupacional.
¿Cuáles son las que mejores resultados están dando?
Los mejores resultados están asociados a la personalización en el tratamiento y en la adopción de estrategias que engloben las estrategias farmacológicas y no farmacológicas, incluyendo al cuidador principal. Pero estos programas requieren de un esfuerzo importante ya que deberían adaptarse a las necesidades y situaciones de cada individuo. Es fácil entender que un programa de estimulación cognitiva debe personalizarse según el grado de evolución de la enfermedad, el nivel educativo del paciente, e incluso del entorno cultural del mismo. Eso requiere un esfuerzo y unos recursos que desgraciadamente son poco accesibles.
¿Cómo se trabaja con los cuidadores de los pacientes para que el deterioro progresivo sea más lento?
El cuidador es el elemento clave para conseguir un tratamiento integral de los pacientes con enfermedad de Alzheimer. Hay que tener en cuenta que es el encargado de supervisar la toma de la medicación, acompañar en las actividades de estimulación e incluso hacer ejercicio fisico junto al paciente. La única manera de conseguirlo es disponer de un cuidador implicado e informado. Para ello, los elementos fundamentales son la educación en la enfermedad, la disponibildiad de ayuda socio-sanitaria para el paciente y el acompañamiento al cuidador para evitar su sobrecarga.
"El cuidador es el elemento clave para conseguir un tratamiento integral de los pacientes con enfermedad de Alzheimer"
¿Y cómo trabajan los especialistas en la Sanidad Pública para atender esta enfermedad? ¿Qué destaca de su labor?
Es una tarea compleja y aun más en la situación de pandemia actual. La creación de unidades enfocadas en estas patologías y multidisciplinares son clave. Los pacientes con demencia o enfermedad de Alzheimer requieren de unas necesidades que no pueden ofrecerse en una consulta ordinaria.
Además, el trabajo de Enfermería y de los neuropsicólogos son de gran ayuda en el diagnóstico, seguimiento y tratamiento. El reto del sistema sanitario público es mejorar la accesibilidad a las unidades de deterioro cognitivo enfocadas en pacientes frágiles. Para ello son fundamentales los recursos humanos especializados en equipos multidisciplinares.
¿Hacia donde se ha avanzado científicamente en los últimos años en el abordaje de esta enfermedad?
En los últimos años se ha invertido una gran cantidad de recursos en el estudio de la enfermedad y en análisis de nuevas terapias basadas en la eliminación de la proteína beta-amiloide, que se acumula en el cerebro de los pacientes con enfermedad de Alzheimer. Sin embargo, los resultados han sido muy frustrantes.
"La inmensa mayoría de los ensayos clínicos no han dado resultados positivos"
La inmensa mayoría de los ensayos clínicos no han dado resultados positivos, y los pocos que han aportado cierto beneficio es muy descrito y de dudosa relevancia clínica. Estos resultados han generado un clima de debate entorno a el origen de la enfermedad. Y ese es el gran reto, ya que actualmente desconocemos la causa de la enfermedad. Las proteínas acumuladas en el cerebro, como el beta-amiloide, posiblemente sean un fenómeno paralelo que no causa directamente la enfermedad.
El futuro nos dirá si la causa está en alteraciones vasculares, inflamatorias o infecciosas en las que actualmente se investiga. En todo caso, lo que está claro, es que sin un conocimiento más profundo de la enfermedad será muy complicado encontrar una terapia eficaz.
¿Qué nos ha enseñado la enfermedad de Alzheimer en todo este tiempo? ¿Cuáles son los retos a los que se enfrentan como profesionales?
La enfermedad nos ha enseñado a ser humildes con los conocimientos que teníamos sobre el cerebro. La impresión a principios de los años 2000 es que la curación o las terapias efectivas estaban a la vuelta de la esquina. En cambio, hemos descubierto que la enfermedad es más compleja de lo que inicialmente podía parecer. El futuro pasará por el avance en el conocimiento de las causas de la enfermedad que nos pueda abrir los ojos a terapia novedosas. Sin más conocimiento básico sobre el origen del Alzheimer será dificil encontrar una solución que cure la enfermedad.