Cristina Andrades Ramirez, cuenta con su propio centro de Psicología en Lebrija (Sevilla). Licenciada en Psicología y máster en Psicología General Sanitaria es una profesional muy activa en redes sociales, ofreciendo información sobre Psicología.
Además, ha sido co-autora de los libros 'Psiconutrición: Aprende a tener una relación saludable con la comida' y 'Diario Saludable desde la Psiconutrición'. Ahora publica 'Cuida de ti', un libro en el que va un paso más allá de la psicología relacionada con la conducta alimentaria y del tratamiento de los aspectos psicológicos que influyen en la relación con la comida para ofrecer conceptos clave como el autocuidado desde la autoestima hasta el pensamiento crítico, centrándose en cuestiones como la autoexigencia y la autoimagen.
ConSalud.es charla con Cristina Andrades para profundizar en el autocuidado, la relación entre alimentación y salud mental o el bienestar psicológico a el que se aspira
¿Por qué ‘Cuida de ti’? ¿Qué aporta este libro a los potenciales lectores?
'Cuida de ti' realiza un recorrido desde las diferentes variables psicológicas que se relacionan con nuestra autoestima, autocuidado y la atención a nuestras necesidades. Concretamente, se le otorga un lugar espacial a la relación con la alimentación y con el propio cuerpo, permitiendo comprender algunas de las razones por las que se ven alteradas estas relaciones y como nos afecta en nuestro bienestar.
Autocuidado, autoexigencia… Son conceptos que se tratan a menudo y hacemos muy nuestros. ¿Se es consciente de qué representan? ¿Qué papel pueden jugar en nuestra salud?
El ritmo de nuestro día a día, tanta rapidez y prisa, nos hace desconectar de nuestro autocuidado y activar al máximo las exigencias. Generalmente, no somos consciente de esto hasta que no afecta a nuestra salud mental o física; ambas, se pueden ver alteradas al descuidar nuestras necesidades y convivir con altos niveles de estrés y presión para “llegar a todo”.
El autoestima es fundamental de cara a gozar de una buena salud, tanto física como psíquica. ¿Existe algún truco para no perderlo?
Realmente la autoestima nunca se pierde. Todos tenemos autoestima y siempre tenemos autoestima. Autoestima es fluctuante; es decir, ese juicio que realizamos sobre nosotros mismos y nuestras capacidades y la valía que consideramos que tenemos, fluctúa a lo largo de las distintas circunstancias por las que pasamos en nuestra vida. Las experiencias vividas, las distintas situaciones, los mensajes que hemos recibido… Son muchísimos los factores que influyen en su construcción y en que sea favorable para nosotros.
"Un buen truco para poder cuidar nuestra autoestima es atender a nuestras necesidades"
Un buen truco para poder cuidar nuestra autoestima es atender a nuestras necesidades; como os cuento en el libro, reconocer que necesitamos y realizar las acciones necesarias para otorgárnoslo. Sin embargo, esto puede resultar muy complicado cuando aparecen sentimientos de culpa, de hiper-responsabilidad o cuando durante toda nuestra vida hemos aprendido que cuidar de los demás por encima de todo y “llegar a todo” es lo que deberíamos hacer (entre otras muchas razones).
Tener buena salud es algo más que comer bien o hacer ejercicio. ¿Qué factores inciden en nuestra salud que requieren atención y pueden ser puntos de mejora? (Ejemplo: el físico, las emociones…)
Desde el punto de vista psicológico, la gestión emocional es uno de los principales factores que inciden en nuestros hábitos alimentarios y pueden afectar a nuestra salud. Eso no significa que las ingestas emocionales sean algo “negativo” o de lo que tengamos que prescindir; sino que cuando la comida se convierte en el único recurso de gestión emocional, es necesario explorar que puede estar ocurriendo o como podemos ayudarnos a gestionarnos nuestras emociones de una manera más eficaz.
¿Y cómo de fundamental es la alimentación?
La relación que tenemos con la comida es motivo de numerosas consultas en médicos, nutricionistas, psicólogos… La llamada “ansiedad con la comida” que no es más que esta dificultad en la gestión emocional que desemboca en una ingesta compulsiva, preocupa a muchas personas y lo más dañino de ella es que ha estado normalizada durante mucho tiempo.
El sufrimiento que puede ocasionar una ingesta compulsiva puede no ser atendido por razones como el estigma de la obesidad (“es que soy de comer mucho”), la normalización en el entorno familiar (“en casa todos somos así, quien no se ha dado un atracón alguna vez”), la vergüenza de pedir ayuda (“creía que esto solo me pasaba a mi”), entre otras muchas razones. Sea como sea, la falta de petición de ayuda a pesar de lo común que es esta problemática, ocasiona que desemboque en problemas de salud asociados: problemas digestivos, de salud mental o incluso físicos a causa del malestar psicológico o de la propia sobreingesta.
¿Y la relación con nuestro cuerpo?
El ideal de delgadez ha sometido a las personas, especialmente a las mujeres, los últimos años a fuertes presiones y exigencias para tener el llamado “cuerpo perfecto”. Hemos vivido rodeados de mensajes que invalidaban la diversidad de cuerpos y figuras y se otorgaba a la delgadez un valor especial, como si de una llave mágica se tratase que te permite abrir más puertas que si tu cuerpo fuera diferente.
El ideal de delgadez ha sometido a las personas, especialmente a las mujeres, los últimos años a fuertes presiones y exigencias para tener el llamado “cuerpo perfecto”
Afortunadamente esto está cambiando, sin embargo, las consecuencias desembocan en conductas de evitación hacia nuestro cuerpo “no quiero mirarme en el espejo” que a su vez nos acercan la desconexión y dificultan poder tener conductas de autocuidado con nosotros mismos. Un ejemplo sencillo sería: ¿Cómo voy a identificar mis sensaciones de hambre y saciedad si odio tanto mi tripa que no quiero reconocer que existe y mucho menos prestar atención a cuento de llena está?
Así que tanto alimentación como la relación con nuestro propio cuerpo, se convierten en factores muy importantes en nuestro autocuidado.
¿Cuándo es necesaria ayuda psicológica?
Debemos pedir ayuda cuando sintamos que la necesitamos. Lo habitual es dar muchísimos rodeos antes de descolgar el teléfono; sin embargo, la prevención es nuestra mejor aliada en referencia a la salud y también en la salud mental. Pedir ayuda psicológica no significa que “no hayamos podido solos”, ni es señal de debilidad o de fracaso. Bajo mi opinión, pedir ayuda psicológica es un acto de valentía, es estar dispuesto a abrirnos a nosotros mismos y al profesional.