Fiebre, erupciones, cicatrices en la piel o ceguera eran algunas de las manifestaciones de la viruela, que en los casos más graves producía la muerte. En concreto, la viruela acabó con la vida de 300 millones de personas en el siglo XIX y 500 millones en el siglo XX. Sin embargo, a pesar de acabar con millones de vidas, la viruela fue el punto de partida de la erradicación de numerosas enfermedades.
“En 1798, el médico Edward Jenner descubrió que se podía prevenir la viruela inoculando a las personas con material de las vacas infectadas con una forma leve de la enfermedad, llamada viruela bovina”, cuenta el divulgador científico @christianperez en X (antes Twitter). De esta forma surgió la vacunación, una herramienta que ha permitido a día de hoy ha permitido controlar los efectos de 25 enfermedades, según datos de Farmaindustria.
“Algunos argumentos contra la vacunación eran sanitarios, religiosos, científicos o políticos”
En ese momento, la vacunación empezó a funcionar por todo el mundo, demostrando su potencial contra la viruela. Pero hubo quien se mostró contrario a esta solución inyectable. “Algunos argumentos contra la vacunación eran sanitarios, religiosos, científicos o políticos”, explica Pérez. Otros se oponían al uso de material de animales y algunos dudaban de si era o no un método eficaz.
El problema vino en 1853, como cuenta el divulgador, cuando Gran Bretaña obligó a vacunarse a toda la población menor de tres meses. “Esto provocó una fuerte reacción popular, especialmente entre las clases trabajadoras, que se sentían vulneradas en sus derechos y libertades”, comenta. Los ciudadanos antivacunas llevaron a cabo manifestaciones, huelgas y hasta desobediencia civil.
“Allí, los antivacunas crearon un sistema alternativo basado en el aislamiento y la cuarentena de los enfermos, la desinfección y la higiene”
Leicester fue una de las ciudades que más se opuso a este método de control de la enfermedad. “Allí, los antivacunas crearon un sistema alternativo basado en el aislamiento y la cuarentena de los enfermos, la desinfección y la higiene”, sostiene Pérez. Esta resistencia afirmó que su método era más efectivo y menos invasivo que la vacunación, mientras las muertes en esta ciudad no paraban de aumentar.
De la resistencia a las vacunas se extraen varias fotos, como muestra el divulgador en redes, que confirman el efecto de la viruela sobre pacientes vacunados y no vacunados en la época. Las erupciones, el efecto más visible de la enfermedad, arrebataron la apariencia física normal de numerosas personas que se negaron a recibir la vacuna.
“A pesar de la evidencia, la resistencia antivacuna continuó hasta principios del siglo XX, cuando el gobierno británico flexibilizó la ley y permitió la objeción de conciencia”, indica Pérez. “La viruela se erradicó oficialmente en 1980, gracias a la vacunación masiva”, concluye.