El caso del exjugador de baloncesto Scot Pollard está dando la vuelta la mundo. Jugó más de 10 años como pívot en la NBA y tiene un anillo de la liga estadounidense a sus espaldas, ganado en 2008 con los Boston Celtics frente a Los Angeles Lakers de Kobe Bryant y Pau Gasol. Sin embargo, ahora Pollard se encuentra en una camilla de hospital, en lista de espera para recibir un trasplante de corazón que le permita mejorar su enfermedad congénita.
Lo extraordinario de su caso es que atraviesa una situación aún más complicada de lo que pudiera ser para cualquier otro paciente que espera un trasplante de corazón, ya que necesita un órgano más grande y fuerte, que se adapte a sus dimensiones.
Con 2,11 metros de altura y 126 kg de peso, Scott Pollard permanece ingresado en la unidad de cuidados intensivos del Centro Médico de la Universidad de Vanderbilt en Nashville (Tennessee). Actualmente su corazón solo late 10.000 veces al día, cuando lo común es que una persona sana tenga unas 60 o 100 pulsaciones al minuto: entre 86.400 y 144.000 latidos cada 24 horas. "Se siente como si estuviera caminando cuesta arriba todo el tiempo”, contaba Pollard, apuntando también que su enfermedad había empeorado notablemente desde que contrajo un virus en 2021.
El exjugador de baloncesto ya se ha inscrito en todos los centros de trasplantes posibles y se mantiene a la espera de poder recibir un donante a la mayor brevedad, aunque aún no se sabe cuándo podría llegar la oportunidad: "Está fuera de mis manos. Ni siquiera está en manos del médico. Depende de las redes de donantes. No pueden predecirlo, pero confían en que recibiré un corazón en semanas, no en meses", ha declarado para ‘The Associated Press’.
Sus grandes dimensiones están dificultando la posibilidad de encontrar un corazón compatible, por lo que permanecerá ingresado hasta el impredecible día en el que pueda recibir el trasplante. “Los médicos coinciden en que esta es la mejor opción”, ha dicho Pollard, después de haber pasado por otras intervenciones para tratar de mejorar su condición.
“Se siente como si estuviera caminando cuesta arriba todo el tiempo”
El que fuera pívot en la NBA se ha sometido a distintos tratamientos para intentar solucionar la enfermedad congénita que ya se cobró la vida de su padre a los 54 años y que afecta a la mitad de sus hermanos. Además de la medicación, ha recibido tres ablaciones para intentar frenar las señales que provocan la arritmia cardíaca y el implante de un marcapasos, que le ha ayudado bastante pero que no ha resuelto el problema.
“Todos están de acuerdo en que más ablaciones no van a reparar esto, ni más medicinas”, declaraba, por lo que no pierde la esperanza en que el trasplante llegue lo antes posible. Aunque confiesa que no es fácil, porque “uno no ve a muchas personas de este tamaño caminando por ahí”. “Durante toda mi vida he sabido que ser tan alto es bueno, pero tal vez no llegue a los 80 años”, ha confesado.
Mientras se mantiene a la espera del día en el que pueda disfrutar de su nuevo corazón, Pollard seguirá relatando su día a día a través de sus perfiles sociales (@ScotPollard31).