La reciente noticia sobre la supuesta prohibición de las patatas fritas con sabor a jamón en toda la Unión Europea ha inundado las redes sociales. Este producto está disponible prácticamente en cualquier supermercado y es uno de los snacks más consumidos en España, por lo que las reacciones de disgusto no se han hecho esperar. Sin embargo, tanto titular alarmista podría no ser necesario, como ha hecho saber Beatriz Robles (@beatrizcalidad), popular tecnóloga alimentaria y dietista-nutricionista, en un hilo de X, antiguo Twitter.
La polémica ha surgido tras la publicación de un informe de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria(EFSA) sobre los aditivos que suelen incorporar las patatas de bolsa con sabor a jamón, pero también otros productos. Se trata de los aromas de humo, una alternativa al método de ahumado tradicional que modifica el sabor de los alimentos y que se han asociado con posible riesgo de salud. La experta ha recordado, en primer lugar, que estos aromas de humo “están regulados a nivel europeo por el Reglamento 1334/2008”.
“Como ocurre con los aditivos, para poder usar estos aromas se establecen listas positivas, es decir, tienen que autorizarse para poder usarse”, explica Robles. Y esta lista de aromas de humo autorizados también está regulada en el Reglamento 1321/2013. Conociendo toda esta información, señala que los aditivos afectados “no se ‘prohibirían’, sino que se revocaría su autorización”.
Profundizando en el fondo de la cuestión, la tecnóloga alimentaria explica que “los aromas de humo estaban autorizados hasta el 31 de diciembre de 2023”, por lo que, para poder seguir utilizándolos, sería necesario pedir “una reevaluación en los 18 meses previos a esta fecha”. Un paso que fue dado en junio de 2022, solicitando una renovación de 8 aditivos en el mercado de la UE.
"Para poder usar estos aromas tienen que autorizarse"
Iniciado el procedimiento, la EFSA “emitió su dictamen científico de los 8 aromas de humo en noviembre de 2023”, indica la experta. Y en la resolución, “encontró que ‘no se podían descartar preocupaciones relativas a la genotoxicidad’, la capacidad para dañar el material genético”. Esta conclusión confirmaba, por tanto, que los aromas de humo podrían plantear problemas de seguridad para la salud que aumentaban el riesgo de cáncer y enfermedades hereditarias.
Desde el grupo de trabajo de la entidad europea, Win Wenders, su presidente, arrojaba luz sobre dicha afirmación: “En general, puede existir un riesgo elevado de efectos perjudiciales cuando se consumen sustancias genotóxicas. Sin embargo, la probabilidad de que se produzcan estos efectos depende de diversos factores, como la genética y los hábitos dietéticos de una persona”.
La tecnóloga de los alimentos ha recordado en sus explicaciones que la EFSA se encarga de realizar dictámenes científicos, pero “no legisla ni revoca la autorización”. De esta manera, todo depende de la decisión de la Comisión Europea, el organismo que sí tiene la potestad para tomar la decisión legal. Y la Comisión, según expone en su página web, aún no ha tomado ninguna decisión al respecto.
“El sabor a jamón se puede conseguir con otros compuestos”
“Siguiendo el Reglamento 2065/2003, si no se ha tomado una decisión en un mes antes de la fecha de expiración de la autorización, dicha autorización se prorroga 6 meses”, señala Robles. Este plazo quedó fijado en el 30 de junio de 2024, pero en abril de este mismo año “tuvo lugar una reunión del Standing Committee on Plants, Animals, Food and Feed por el que, efectivamente, se votó favorablemente a la revocación de uso con un periodo transitorio”.
En cualquier caso, como suele ocurrir con las nuevas normativas, aplica un período de prórroga hasta que la decisión de revocación quede trasladada a la legislación. Y esa fecha límite es el 31 de diciembre de 2024. Con toda esta información sobre la mesa, Beatriz Robles cree que la “ansiedad veraniega” que ha surgido con la noticia de la supuesta prohibición de las patatas sabor jamón es innecesaria, pues “ese mismo sabor se puede conseguir con otros compuestos”. Además, no comprende el “empeño con las patatas”, pues los aditivos afectados “se usan en muchos más alimentos”, concluye.