A finales de febrero, la Organización Mundial de la Salud (OMS), se mostraba “preocupada” por el conflicto entre Rusia y Ucrania y pedía que los hospitales no fueran “objetivos” de posibles ataques, a la vez que defendía “el derecho a la salud y el acceso a los servicios deben estar siempre protegidos”.
El mensaje no caló en Rusia, pues a principios de marzo, la OMS volvía a pronunciarse sobre la guerra y aseguraba haber recibido “varios informes no confirmados” de ataques a hospitales e infraestructuras sanitarias en Ucrania. En este mismo momento, el director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, confirmaba el ataque a un hospital en el que fallecían cuatro personas y 10 resultaban heridas, incluyendo seis trabajadores sanitarios.
Hay al menos 17 personas heridas tras el bombardeo al hospital materno infantil de Mariupol
Los bombardeos se sucedían y la cifra de fallecidos ascendía a nueve y los heridos a 16, entre los que se encontraban siete sanitarios. Estos ataques se habrían producido entre el 24 de febrero y el 3 de marzo y suponen, según la OMS, una “violación de las leyes internacionales” que pone en peligro vidas humanas. “Incluso en tiempos de conflicto, debemos proteger la sanidad y la seguridad de la atención médica, un derecho fundamental”, apuntaba la OMS.
Pero las peores noticias llegaron ayer con el bombardeo ruso a un hospital materno infantil en Mariupol, al sureste de ucrania. El ataque se produjo durante el alto el fuego pactado entre ambos países para que los ciudadanos pudieran huir de la ciudad a través de los corredores humanitarios establecidos.
“Hay niños y personas bajo los escombros” ha lamentado el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, quien ha responsabilizado a Rusia de esta “atrocidad”. Hay al menos 17 personas heridas y tres fallecidos, entre los que hay personal del hospital, según han informado las autoridades locales.