La mayoría de los españoles se desplaza durante las vacaciones de verano. Según un informe reciente del Observatorio Nacional del Turismo Emisor, el 94% de la población planea viajar durante estas semanas para disfrutar de unos merecidos días de descanso, ya sea dentro o fuera de nuestras fronteras. Pero sean cuáles sean nuestras preferencias, la salud sigue siendo lo primero y, por ello, la contratación de seguros de viajes gana fuerza durante los meses de verano, especialmente para los desplazamientos al extranjero.
Sin embargo, dos casos mediáticos recientes han puesto sobre la mesa la importancia de estudiar qué cobertura hacen los seguros contratados a la hora de viajar, así como los capitales contratados. Quizá recuerdes la historia de Álex García, un donostiarra de 36 años que luchó durante dos meses su repatriación desde un hospital de Tailandia mientras se debatía entre la vida y la muerte. A principios de año, Álex tenía un viaje programado al país asiático para disfrutar de unos días paradisíacos con su pareja, que terminaron convirtiéndose en toda una odisea.
Antes de partir, acudió varias veces a las Urgencias de Euskadi tras presentar molestias en la tripa, pero allí descartaron cualquier problema estomacal, achacando sus dolencias a la acumulación de gases. Confiando en la palabra de los médicos, Álex viajó a Tailandia, pero nada más tocar tierra, sus problemas de salud comenzaron a agravarse. Enseguida sufrió trombos, insuficiencia en los pulmones y falta de oxígeno, así que no dudó en acudir al hospital de Bangkok.
La aseguradora organizó un primer intento de repatriación consistente en un viaje en una aerolínea regular con el acompañamiento de un profesional médico
Allí le fue diagnosticada una pancreatitis necrotizantede origen biliar a un 30 %, con pronóstico muy grave. Una enfermedad para la que no funcionó el tratamiento antibiótico pautado y que evolucionó al 50% con riesgo de hemorragia interna. Aun así, la familia del joven intentó repatriarle desde que conocieron el diagnóstico, poniéndose en contacto con la compañía de la póliza de seguros que tanto Álex como su esposa habían contratado para el viaje.
Un mes después de recibir el diagnóstico, la aseguradora organizó un primer intento de repatriación consistente en un viaje en una aerolínea regular, con el acompañamiento de un profesional médico. Con todo el procedimiento en marcha, el piloto del avión le denegó el vuelo al encontrar que el estado de salud de Álex era grave y que no paraba de vomitar. Inmediatamente después, el joven fue ingresado de nuevo con neumonía y más complicaciones derivadas de un paro cardíaco que le llevaron a la UCI.
Desde España, los familiares de Álex seguían buscando la forma de traerle de vuelta para recibir el tratamiento adecuado, mientras su salud continuaba debilitándose. Emprendieron una lucha con la compañía de seguros por gestionar una ambulancia aérea, una opción rechazada por la entidad al considerar que superaba las condiciones contratadas con la póliza. Negativa tras negativa, la familia contrató una ambulancia aérea por su propia cuenta, pero el nuevo intento de repatriación también resultó fallido.
La familia de Álex slicitó ayuda institucional a la embajada de España en Bangkok y al Ministerio de Defensa
El personal médico del avión medicalizado privado abortó el vuelo al encontrar que el joven vasco necesitaría 30 litros de oxígeno para poder superar el viaje, mientras que el informe del hospital solo decretó 4 litros. Ante esta falta de recursos, la familia de Álex inició campañas de recaudación de fondos y de visibilización del caso en redes sociales y medios de comunicación, pues la deuda económica había crecido y se acababan las opciones, mientras que Álex empeoraba su salud: la aseguradora informaba de un excedido de póliza y la atención en el hospital tailandés había generado una factura de 140.000 euros.
La familia también abrió la vía institucional, solicitando ayuda a la Embajada española en Bangkok y pidiendo la movilización de la Unidad Médica de Aeroevacuación del Ejército del Aire (Umaer) para la repatriación de Álex. Finalmente, esta última opción le trajo de vuelta a España, en un vuelo de 12 horas que contó con la asistencia de 5 médicos y 4 enfermeros militares. Tras aterrizar, el joven fue trasladado en ambulancia al Hospital Universitario de Cruces (Vizcaya) e intervenido quirúrgicamente. Después de 4 meses de recuperación, el pasado mes de junio Álex recibió al fin el alta médica.
El donostiarra tuvo mejor suerte que Juan José María González, apodado como ‘Hansi’, un tinerfeño de 76 años que falleció en Monterrey (México) el pasado mes de abril. El hombre se encontraba de viaje en el país desde el 14 de marzo para hacer una visita a su hija, a la que llevaba más de un año sin ver, pero pasados unos 15 días, comenzó a encontrarse mal. Hansi se sentía cansado, con tos y falta de aire, así que no dudó en acudir al hospital, donde tan solo le pautaron unos medicamentos para controlar los síntomas.
Hansi y su mujer habían contratado una póliza de seguros para el viaje que no se hizo responsable del caso
A pesar de seguir con el tratamiento, Hansi no mejoró y el 10 de abril llegó a perder la sensibilidad en las piernas durante varios minutos. Él y su mujer acudieron a unas Urgencias privadas para la realización de pruebas médicas, donde le diagnosticaron varios trombos en las piernas y colapso en los pulmones. El hombre permaneció dos días ingresado, pero volvió a empeorar y finalmente ingresó en la UCI ante el riesgo de amputación de una de sus piernas y la aparición de una hemorragia alveolar difusa.
Para tratar de solucionar los trombos, Hansi fue sometido a dos operaciones, en la que se le colocó un ‘stent’ en las piernas por un coste de 15.000 euros. Pero, lamentablemente, el estado de sus pulmones no mejoraba y los médicos decidieron entubarle y sedarle el 25 de abril. A la terrible situación se le sumaba la deuda por la atención hospitalaria, que ya ascendía a los 90.000 euros. Tal esfuerzo, inasumible para la familia, llevó al entorno de Hansi a abrir un crowdfunding.
“Lamentablemente, esta no es la forma en la que habríamos pensado regresar”
Gracias a la recaudación de 25.109,37 euros, pudieron hacer frente a las facturas del cardiólogo y del neumólogo del primer centro al que acudieron Hansi y su mujer. Sin embargo, todavía quedaba pendiente una importante suma económica que saldar. La familia esperaba que la compañía de seguros con la que viajaron a Monterrey asumiera la responsabilidad, pero la entidad no quiso hacerse cargo de la póliza, alegando que la enfermedad de Hansi “ya venía de España”, como explicaba la descripción del caso para el crowdfunding.
Finalmente, el canario falleció en el Hospital Metropolitano de Monterrey (de la red pública) tras sufrir un paro cardíaco, esperando una repatriación que nunca llegó. Su esposa informaba de la triste noticia el 12 de mayo a través de un comunicado, en el que también exponía que tanto ella como el cuerpo de su marido permanecían a la espera de ser repatriados a Tenerife, su tierra, para poder al fin descansar: “Lamentablemente, esta no es la forma en la que habríamos pensado regresar”, concluía la carta.