La historia del curare: de veneno para impregnar flechas a utilizarse como anestesia en operaciones

Una publicación de redes sociales narra la historia y evolución del curare, que comenzó utilizándose como veneno para impregnar las flechas de los indígenas para convertirse siglos después en un medicamento anestésico

Planta de curare (FOTO: Medigraphic)
Planta de curare (FOTO: Medigraphic)
Manuel Gamarra
14 septiembre 2023 | 17:00 h

Curare es el término con el que se conoce a los distintos venenos con los que untaban sus flechas los indígenas de América del Sur en sus flechas. Son, en concreto, neurotoxinas que se encuentran en los extractos de diversas plantas, y que con el paso de los años pasaron a utilizarse como anestésicos.

La historia de este veneno la cuenta en un hilo de X (antes Twitter) el farmacéutico Julio Fernández, muy conocido en esta red social por su contenido divulgativo sobre distintos aspectos relacionados con la medicina y con la sanidad en general. Así, explica cómo fueron los primeros cronistas que volvían de las Américas quienes, a principios del siglo XVI y con estas recién descubiertas, hablaban de la muerte de varios soldados que habían sido alcanzados por una flecha envenenada.

"Los venenos causaban una parálisis progresiva que resultaba mortal cuando afectaba a los músculos respiratorios"

Los venenos, con los que también se impregnaban cerbatanas, causaban una parálisis progresiva que resultaba mortal cuando afectaba a los músculos respiratorios. “Provienen de varias plantas tropicales americanas, principalmente especies de Chondrodendron de la familia Menispermaceae y especies de Strychnos de la familia Loganiaceae”, explica el farmacéutico, señalando que el nombre del curare procede de Venezuela, donde lo llamaban “ourari”.

Años después, en 1735, la Academia Francesa de Ciencias financió una expedición para realizar estudios topográficos y recolectar aquello que ya se conocía como curare. Un siglo más tarde, en 1846, fue Claude Bernard quien descifró cuál era el mecanismo de acción de los venenos: El bloqueo de la transmisión neuromuscular.

“Curare es un veneno vegetal que interrumpe la transmisión de los impulsos eléctricos desde los nervios hacia los músculos. Son, por tanto, bloqueantes neuromusculares”, indica Julio Fernández.

"El curare crudo es una masa resinosa de color marrón oscuro tirando a negro"

“El principal alcaloide responsable de la acción farmacológica, D-tubocurarina, fue aislado por primera vez en 1897 y obtenido en forma cristalina en 1935 de la corteza y los tallos de Chondrodendron tomentosum”, añade.

En concreto, el curare crudo es una masa resinosa de color marrón oscuro tirando a negro, con una consistencia pegajosa y un olor aromático y alquitranado. Su forma más tóxica se preparaba a partir de Strychnos toxifera, y la potencia era tal que se impidió su uso médico.

curare
 

FINES CURATIVOS CONTRA LA ESCLEROSIS MÚLTIPLE

Sin embargo, en 1939 hubo una persona que sí se atrevió a utilizarlo con fines curativos. Richard Grill, un norteamericano propietario de plantaciones de cacao y café en Ecuador desarrolló esclerosis múltiple, y, al regresar a su país natal, su neurólogo le recomendó el uso de curare por su acción relajante muscular.

De esta manera, y a partir de más de 26 tipos de lianas de la jungla de Ecuador, preparó alrededor de 50 kilos de curare. La noticia se difundió, y un neuropisiquiatra de Nebraska preparó extractos de curare “de pureza variable” que usaba para prevenir fracturas vertebrales durante las sesiones de terapia electro-convulsiva (lo que se conoce comúnmente como electroshock).

Viendo el éxito del tratamiento, la empresa Squibb and Sons compró el excedente de cargamento traído de Ecuador con el objetivo de estandarizar la dosis y comercializar la dosis de curare. Finalmente lo hicieron bajo el nombre de Intocostrin, que entregaban de manera gratuita a los investigadores.

ANESTESIA PARA EVITAR LA ENTUBACIÓN ENDOTRAQUEAL

Su llegada a los hospitales como anestesia vino de la mano del canadiense Harold R.Griffith. Griffith utilizaba como gas anestésico el ciclopropano, pero una serie de complicaciones le obligaron a tener que recurrir a la intubación endotraqueal. Así,  para evitarlo, en 1942 decidió probar el Intocostrin como relajante muscular durante una operación de apéndice.

A raíz de esto, su uso se popularizó entre los anestesistas. “La flacidez muscular lograda con los relajantes musculares hacía factible disminuir las dosis de anestésicos; y consiguientemente la cirugía era mucho más segura”, comenta el farmacéutico en su hilo de X.

Poco a poco, y a la par que iban surgiendo nuevos medicamentos que podían funcionar como anestésicos, el uso de la tubocurarina se fue limitando, hasta ser reemplazada del todo. Y es que, aunque resultaba muy eficaz como relajante muscular, también causaba una hipotensión (caída de la presión arterial) muy significativa.

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