Cerca del 5% de los niños entre los seis meses y los cinco años de edad puede padecer espasmos del sollozo, según explica la Asociación Española de Pediatría (AEP). Son episodios desencadenados por un enfado, una regañina, un susto o una emoción importante, en los que el niño deja de respirar bruscamente, o dicho comunmente, "se priva".
Aunque no entraña ningún riesgo, como explica el médico y anestesista pediátrico, David Callejo, en un vídeo en su cuenta de Instagram "son segundos muy angustiosos". "Cuando el niño se enfada, llora o se asusta, deja de respirar y muchas veces pierdes el conocimiento", explica.
"No hay que gritar al niño, no hay que zarandearle, no hay que empezar maniobras de RCP"
Sin embargo, aunque estos segundos, que a veces pueden llegar al minuto, resulten tan angustiosos, es importante mantener la calma. "No hay que gritar al niño, no hay que zarandearle, no hay que empezar maniobras de RCP", asegura Callejo. Lo más importante, como señala el experto, es comprobar que el niño no tenga nada cerca de la boca con lo que se pueda atragantar y esperar a que se le pase.
"Cuano es la primera vez que pasa sí se recomienda visitar al pediatra para descartar que no pueda ser otra cosa", explica el doctor. "Pero es una patología benigna y que se pasa", añade.
A pesar del bajo riesgo que implica para la salud de los niños sufrir estos espasmos, el doctor asegura que este problema sí supone un reto para los padres. En este sentido, Callejo afirma que "conseguir que estos niños no se conviertan en unos consentidos" debe ser uno de los objetivos de madres y padres de bebés que sufren espasmos del sollozo.
"Tú sabes que si el niño llora o se enfada puede dejar de respirar y perder el conocimiento", reitera el experto, "entonces es un reto total para la educación de estos niños", concluye el doctor.