El sistema inmunitario del cuerpo tiene la finalidad de proteger contra invasores externos, como pueden ser las bacterias, los virus, los hongos y las toxinas. Cuando este sistema reconoce un antígeno, lo ataca. Sin embargo, hay una serie de zonas en las que el sistema inmunitario no puede actuar: los lugares inmunoprivilegiados. El inmunólogo José Gómez Rial, jefe del Servicio de Inmunología del Hospital Clínico Santiago de Compostela, ha explicado a través de su cuenta en la red social X (gomez_rial5) este curioso fenómeno.
Cuando una molécula conocida como antígeno, accede a una parte del cuerpo a la que, generalmente, no pertenece, el cuerpo responde produciendo anticuerpos para luchar contra ella, lo que produce una respuesta inflamatoria. A pesar de ello, hay ciertas zonas del cuerpo que son capaces de tolerar la presencia de los antígenos sin provocar una respuesta inflamatoria inmune. Por ejemplo, el ojo limita esta respuesta en un esfuerzo para proteger la visión.
“Estos lugares se consideran críticos para nuestro organismo y, de este modo, se evitan los efectos devastadores que tendría si sirviesen de ‘campo de batalla’ de nuestras células inmunitarias”
Además de los ojos, las principales zonas “inmunoprivilegiadas” son el cerebro, la placenta, los testículos, la corteza suprarrenal, los folículos pilosos y algunos tumores, según explica una tabla compartida por el inmunólogo dentro del hilo de X que ha creado para explicar este peculiar fenómeno. “Estos lugares se consideran críticos para nuestro organismo y, de este modo, se evitan los efectos devastadores que tendría si sirviesen de ‘campo de batalla’ de nuestras células inmunitarias”, explica el experto.
Si se activase la respuesta inmunitaria en estas regiones, así como los mecanismos inflamatorios, se pondría en peligro la supervivencia o la descendencia del organismo. “Por ello, se consideran lugares privilegiados donde se restringe la acción inmunitaria”. El mencionado privilegio inmunitario, según el doctor Gómez Rial, se consigue a través de barreras anatómicas y fisiológicas, que restringen la entrada de linfocitos, encargados de elaborar anticuerpos y ayudar a controlar las respuestas inmunitarias.
También restringen la presentación de antígenos (secuestro de antígenos para no ser reconocidos). Para explicar mejor esto, el inmunólogo pone los ejemplos de la Barrera Hemato-Encefálica que protege al cerebro, o la Barrera Hemato-Retiniana, que protege al ojo. “Las células en esta región están ancladas a través de uniones muy estrechas, evitando el paso de células inmunitarias a través”.
A su vez, el experto plantea otro ejemplo de mecanismo de privilegio en estos lugares, a través de la expresión en membrana de factores de inmuno-supresión (Fas ligando, PD-L1, etc.), que producen apoptosis (vía de destrucción o muerte celular programada por el propio organismo) al contacto de las células inmunitarias.
“En estas regiones abunda principalmente la presencia de células reguladoras y supresoras de la acción inmunitaria, con producción de TGF-beta, la señal principal de abortar la respuesta inmune”, continúa. Así, cualquier intento de acción inmunitaria en esta región será abortada rápidamente, con el objetivo de evitar la inflamación. “Por ejemplo, el mecanismo ACAID (desviación de la respuesta inmune) en la cámara anterior del ojo”.
“Como dije al principio, la razón de este privilegio inmune es evitar un daño colateral en estos tejidos, o evitar que antígenos propios que se han generado posteriormente al desarrollo linfocitario sean reconocidos y atacados (esperma, antígenos del feto)”, reitera el doctor, explicando que, detrás de muchos problemas reproductivos, como la esterilidad masculina o los abortos de repetición, está un fallo en este mecanismo de privilegio inmunitario y tolerancia.
“Como dije al principio, la razón de este privilegio inmune es evitar un daño colateral en estos tejidos, o evitar que antígenos propios que se han generado posteriormente al desarrollo linfocitario sean reconocidos y atacados"
Otras enfermedades autoinmunes del ojo, como la uveítis, o del sistema nervioso central, como la esclerosis múltiple, también cuentan con la presencia de fallo en este mecanismo de privilegio con entrada de células inmunitarias en estas regiones sensibles. “Debido a este status de inmunoprivilegio, en estos lugares se esconden ciertos virus, como el ébola, el Zika o el VIH, escapando de la acción inmunitaria”.
Este mecanismo es imitado también por las células tumorales, pues tratan de generar el mismo privilegio inmunitario a su alrededor para evitar su destrucción. A modo de conclusión, y para que se entienda mejor el funcionamiento de este fenómeno, el experto ha hecho un símil con la enseñanza de los tres monos sabios: no ver el mal, no oír el mal, para no hacer el mal.