¿Son realmente la solución a los problemas las frases motivadoras que retumban constantemente en libros o redes sociales? El psicólogo sanitario y docente, Buenaventura del Charco, responde tajante en su nuevo libro ‘Te estás jodiendo la vida. Olvídate de tu mejor versión y sé tú mismo’: "Seamos auténticos y honestos, y dejemos que los demás, si quieren, sigan jodiéndose la vida tratando de mejorar su versión, ante un juez interior imposible de satisfacer".
Más de un millón de personas en España tiene algún trastorno mental grave el 9% de la población tiene algún problema de salud mental y el 25% lo tendrá en algún momento de su vida. Además, un 66,7% de las personas diagnosticadas con un trastorno mental en España consume algún psicofármaco, siendo los ansiolíticos y los antidepresivos los más consumidos, según datos de la Confederación de la Salud Mental en España.
El autor reivindica en su libro la humanidad, los valores y el respeto a uno mismo, aceptando la ausencia del perfeccionismo
Esta realidad se esconde detrás de frases banales como “sé tu mejor versión” o “consigues tus objetivos y serás feliz” que, en ocasiones, desembocan en ansiedad, depresión, estrés y frustraciones. Por este motivo, Buenaventura reivindica en su obra la humanidad, los valores y el respeto a uno mismo, aceptando la ausencia del perfeccionismo.
Lo primero de todo, ¿cómo surge esta idea de manual anti-autoayuda?
Viene de la realidad que yo veo en la consulta. A diferencia de los gurús motivacionales, yo estoy en una consulta viendo la realidad de un proceso de cambio. Empecé a ver cada vez más malestar psicológico que es fruto de la autoexigencia y la autocrítica. Cada vez tenemos más derechos, pero peores tasas de salud mental. Todo este discurso de ser tu mejor versión que nos dice que la felicidad depende de alcanzar nuestros objetivos, no tiene ningún dato científico que lo corrobore y, además, lo que crea continuamente en la gente es una sensación de culpabilidad y de insatisfacción. Creo que hoy en día no hay nadie que se encuentre del todo cómodo en las diferentes áreas de su vida.
Olvídate de tu mejor versión, puntualizas en el libro. ¿Está demostrado que este perfeccionismo está asociado a la falta de plenitud de la sociedad hoy día? A ese sentimiento de vacío y ansiedad.
Sí, tiene una relación clara. Si hablamos del vacío, “ser la mejor versión” se basa en cosas materiales, en viajar mucho, en cosas placenteras, pero en el fondo no hay nada de calado, ni un sentido de vida, ni un vínculo afectivo con nuestros seres queridos. Por este motivo, es muy probable que si toda nuestra vida gira en torno a alcanzar unos objetivos superficiales, es fácil que no me llene y me deje con esa sensación de vacío. Lo que más oigo en consulta es “mi vida va bien, pero yo no lo estoy y no sé por qué”.
Todo este discurso lo que está fomentando es la depresión, la ansiedad, la insatisfacción, el vacío existencial y la obsesividad
Si pasamos de lo existencial a la sintomatología, si una persona tiene la sensación constante de no ser suficiente y la única manera de sentirse bien consigo mismo es la dependencia del logro es difícil que eso no sea depresógeno y que se sienta un amor propio. Cada vez vemos más la relación entre las depresiones y los pensamientos autocríticos. Todo este discurso lo que está fomentando es la depresión, la ansiedad, la insatisfacción, el vacío existencial y la obsesividad.
Todos tenemos algún reto o, en algún momento de la vida, un sueño por el que luchar. ¿Cómo perseguir objetivos sin caer en la autoexigencia, el estrés o la ansiedad?
El problema no es que tú en un momento puntual de tu vida haya algo por lo que a ti te merece la pena hacer un esfuerzo o conseguir un objetivo. Lo perverso de este discurso es vincular el valor del individuo a los objetivos que consigue. Es decir, un objetivo simplemente tendría que ser algo que yo quiero conseguir, pero no un fin del que depende la felicidad y tu valor como individuo. También hay que ser consciente de que cuando yo invierto en conseguir un objetivo normalmente dejo de lado otras cosas que también son importantes. Hay que tener en cuenta el coste de oportunidad que implica ir hacia un objetivo.
La productividad y el “no llegar a tiempo a nada”. ¿Cómo lidiar con este sentimiento que se impone como obligación en un mundo que funciona tan deprisa?
El problema está en la trascendencia que le damos a la productividad y a la idea de aprovechar el tiempo. Casi toda esta autoexigencia tiene mucho que ver con la seducción, con intentar conseguir la aprobación de otros y el problema es que hay muchas cosas necesarias, como el descanso y no ser productivo. Sin embargo, estas rutinas son menos atractivas a la hora de vendernos a los demás.
Si de pronto le quitamos valor a todo lo que no sea vendible, cada vez nos obsesionaremos más con la idea de exprimir el tiempo y ser más productivo
El ser humano es un nuevo producto cuyo valor depende de su productividad. Si de pronto le quitamos valor a todo lo que no sea vendible, cada vez nos obsesionaremos más con la idea de exprimir el tiempo y ser más productivo. No solo en el trabajo, también en el tiempo como padre, como pareja, y donde tú estabas satisfecho, de pronto sientes que no lo estás haciendo bien y pasas a sentirte frustrado.
¿Cómo diferenciar la culpa de la voz crítica?
Una cosa es tener pensamiento crítico y otra es la voz autocrítica. El pensamiento crítico es algo positivo y bueno, por eso en el libro abogo por ello, porque nos ayuda a cuestionar estos mensajes que nos está dando la sociedad. Y la voz autocrítica hace referencia al ataque continúo al que se somete a sí misma una persona. Realmente esta última es lo que en psicoterapia llamamos ‘defensividad neurótica’, es decir, como tengo miedo a no ser suficiente a todos los estándares perfeccionistas que pone la sociedad, aparece un verdugo interno para obligarme a llegar a la voz autocrítica que no tiene nada de bueno, sino que está relacionada con algunos de los problemas de salud mental más comunes.
Miedo, tristeza, frustración… ¿Para qué sirven estas emociones en la madurez de nuestro cerebro?
En el momento en el que algo no es agradable, productivo, placentero o instagrameable ya pensamos que es negativo, sin pararnos a ver si es útil. Todas estas emociones nos sirven para regularnos emocionalmente. La tristeza es uno de los mejores ansiolíticos y la rabia una de las formas de defendernos y lo que te permite pelear por lo que realmente quieres. Lo importante de este mensaje no está en cómo hacerlo bien o cómo ser perfectos, sino en entender que el bienestar nace de la relación que construyo conmigo mismo.