Anécdotas de un médico de pueblo durante 35 años: "Somos todólogos"

Entrevistamos a Ángel López Hernanz, el famoso médico de familia que acumula más de 15.000 seguidores en Twitter y que acaba de publicar su primer libro

Ángel, con un residente de su centro de salud (FOTO: Twitter)
Ángel, con un residente de su centro de salud (FOTO: Twitter)
25 julio 2023 | 15:00 h

Ángel López Hernanz no es solo el médico de familia más famoso de Cañada Rosal, municipio sevillano en el que lleva trabajando desde hace 35 años y donde está considerado como uno de sus hijos predilectos a pesar de no ser oriundo de allí. Ángel también es uno de los médicos más famosos de España gracias a su aparición en varios programas de televisión y, sobre todo, gracias a su continuada presencia en redes sociales.

En Twitter tiene más de 15.000 seguidores, y en la puerta de su consultorio cuelga un cartel con nombre de usuario en esta red social e incluso con su número de teléfono, para que cualquier vecino del pueblo le pueda hacer una consulta por WhatsApp. Por si esto fuese poco, Ángel -o DonÁngel, como le conoce todo el mundo en el pueblo-, acaba de publicar un libro: "El paciente de la sierra mecánica". En él, relata multitud de anécdotas que le han ido sucediendo en los más de 40 años que lleva ejerciendo la profesión, y en ConSalud.es hemos aprovechado la ocasión para entrevistarle.

-En el libro mencionas todo el rato cómo tu trabajo es prácticamente 24/7, y que casi en todo momento estás disponible para lo que requieran los vecinos… ¿Cómo estás sacando tiempo para conceder todas las entrevistas de promoción del libro?

Me he cogido vacaciones, y en las vacaciones siempre hay que hacer algo distinto de lo que haces habitualmente (risas).

-Uno de los puntos del libro que me ha parecido interesante es que renuncias a la expresión de “médico de atención primaria” para utilizar en su lugar la de médico de cabecera

Pues sí, porque el final el de Primaria es un concepto más bien político. Hay que dar muchos datos, buscar en la historia digital, mirar mucho el ordenador… mucho trabajo burocrático. Y entonces yo prefería el concepto de médico de cabecera, que es el que tiene el paciente.

"Los médicos de pueblo y los de ciudad somos iguales y perfectamente intercambiables"

Hay que escuchar a los pacientes, porque muchas veces los médicos de atención primaria tenemos una agenda con tiempo y con horarios que a fin de cuentas es lo que nos altera un poco y lo que nos pone nerviosos. El médico de cabecera antiguo no tenía ese problema, sino que dependía de cada paciente, e igual con algunos se podía tirar más tiempo.

 Si ahora nos dijesen “mira, ahí tienes tus siete u horas al día”, al final te gestionas tu tiempo y ves a los pacientes que puedas. Yo, al vivir en el mismo pueblo en el que trabajo, sí que tengo la suerte de poder gestionarme un poco el tiempo, y si estoy muy cansado me voy cinco minutos a casa y vuelvo, y voy un momento a ver a mi hija al colegio. No es igual que un centro de salud de una ciudad grande, en el que tienes un horario fijo.

-¿Y nunca te ha picado la curiosidad por probar a ejercer en el centro de salud de una gran ciudad?

No, nunca. Mira, hubo un tiempo en el que compaginaba mis consultas en el pueblo con cinco guardias al mes en un hospital comarcal, y eso para mí ya fue una manera de cambiar. Al final, los médicos de pueblo y los de ciudad somos iguales, y somos perfectamente intercambiables: La diferencia radica en el ámbito en el que ejerces tu profesión, y el médico de Sevilla tiene unas características propias con los pacientes de Sevilla y el de Cañada Rosal con los de Cañada Rosal.

"Se me ha muerto mucha gente en consulta"

Aquí yo no puedo atender igual a una persona que conozco y a otra que no conozco, y si ahora yo estoy de vacaciones y tres personas me preguntan por la calle, como sucedió el otro día, pues las atiendo.  Cualquiera me manda un Whatsapp, y si estoy por aquí y veo que es algo importante y lo puedo solucionar mejor que otros compañeros, porque lo conozco mejor, hago un huequecillo en la agenda y me paso un poco más tarde.

-¿Y cuando estás fuera del pueblo?

Vengo de estar quince días fuera, y he desconectado completamente. No me he metido en ningún momento en el ordenador, ni nadie me ha mandado ningún Whatsapp o me ha hecho una consulta, porque saben que estoy fuera.

-Has dicho en varias ocasiones que tuviste que “enmascarar” algunas anécdotas o cambiar nombres por respeto a la privacidad… ¿ha habido alguna que directamente no hayas podido poner?

Sí, muchas no las he puesto por vulnerar la privacidad, y luego hay bastantes que son de hace muchísimos años -me costó trabajo recordarlas- o que me han pasado muchas veces, entonces es difícil que alguien en concreto se pudiera identificar. Para otras tengo incluso un permiso de consentimiento para poder publicarlas, y hasta el momento nadie ha dicho que le haya molestado nada. Sí que ha habido muchos que me han preguntado si eran ellos los protagonistas de algunas en las que había cambiado los nombres (risas).

-En un capítulo hablas de un paciente que te llegó a contar cómo tenía pensado suicidarse, en otra sobre cómo se te murió un paciente, has hecho cuidados paliativos… Todo esto también tiene que afectar fuertemente a la salud mental, ¿no?

Eso es lo que intento explicar en el libro, que los médicos de familia hacemos de todo y atendemos a los pacientes desde que nacen hasta que mueren. Somos “todólogos”: Atendemos infartos, accidentes de tráfico, cirugías menores, pediatría... A mi se me ha muerto en consulta mucha gente, tanto en el centro de salud como en la calle, y sí que es verdad que hay gente que no puede soportar esa presión.

Yo, personalmente, en los 35 años que llevo trabajando aquí he tenido momentos duros, pero la verdad es que nunca me he tenido que dar de baja por depresión ni cosas de esas. He tenido buena salud mental, quizás me haya ayudado mi bicicleta (risas).

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