Son datos preliminares, pero altamente prometedores, “y si funciona puede ser muy atractiva para el tratamiento de enfermedades autoinmunes”. Se trata de la vacunación inversa, una estrategia que, al contrario que la inmunización clásica, induce una disminución de la respuesta inmunitaria sobre antígenos que conocemos previamente, explica a ConSalud.es el Dr. Marcos López Hoyos, presidente de la Sociedad Española de Inmunología (SEI).
En los últimos años se han desarrollado diferentes estrategias con las que enseñar al sistema inmunitario la forma de enfrentar diversas enfermedades. Una de las más desarrolladas es la terapia celular, que induce en las células inmunitarias (como los linfocitos T o los B) una respuesta determinada. En este campo se han hecho importantes avances con el uso de T-CART en cáncer y actualmente existen distintos ensayos clínicos que aplican esta estrategia celular a patologías como la esclerosis múltiple.
Investigadores han conseguido suprimir en ratones la memoria de las células T frente a al antígeno pGal, relacionado con la esclerosis múltiple, una estrategia denominada vacunación inversa
La investigación continúa hacia otros caminos con el objetivo de curar enfermedades como la diabetes tipo 1 o la celiaquía, de las que actualmente se conocen los procesos autoinmunes involucrados. Recientemente, investigadores estadounidenses han desarrollado un sistema frente a la esclerosis múltiple, una patología causada por el ataque por parte de las células T a la mielina, la capa protectora de los nervios.
El estudio publicado en ‘Nature Biomedical Engineering’ ha conseguido suprimir en ratones la memoria de las células T frente al antígeno pGal, relacionado con la encefalomielitis autoinmune o esclerosis múltiple. Esta estrategia, bautizada como vacunación inversa, podría abrir las puertas a un cambio en el abordaje de otras enfermedades autoinmunes. “De hecho, estos mismos investigadores cuentan con ensayos clínicos de fase I de esta estrategia aplicada a la celiaquía, una enfermedad autoinmune que ataca al gluten dañando el revestimiento intestinal”, señala el Dr. López Hoyos.
MUCHAS DUDAS, PERO PROMETEDORA
Los autores han utilizado las mismas herramientas del propio sistema inmunitario para evitar que este reconozca distintos antígenos o proteínas como peligrosas y las ataque. Este sistema protector de nuestro cuerpo falla en algunos pacientes en los que lucha contra proteínas y tejidos del propio organismo y que no suponen ninguna amenaza para la salud o el funcionamiento del organismo, como el ataque a las células pancreáticas encargadas de producir insulina, cuyo mal funcionamiento lleva al desarrollo de diabetes tipo 1.
Como señala la Dra. Eva Martínez Cáceres, anterior vicepresidenta de la SEI e inmunóloga en el Hospital Germans Trias, aunque los primeros pasos son muy preliminares, pues hay que ver que lo que funciona en ratones, con estudios controlados y sin factores externos que pudieran afectar a la respuesta clínica, también es exitoso en humanos, “es una estrategia muy interesante”, indica a este medio. “Todavía no se conoce si será atractiva. Sin embargo, es una estrategia genérica que se puede aplicar a todo tipo de antígenos, lo que sería una solución para aquellos pacientes cuyo organismo ataca a elementos inocuos a los que considera peligrosos, generando con ello una patología”, añade la Dra. Martínez.
Si resulta eficaz la vacunación inversa "podría reducir el uso de inmunosupresores en pacientes como los que han recibido un trasplante de órganos o de tejidos, evitando de esta forma los problemas asociados a estos tratamientos”
Sin embargo, los expertos recuerdan que no todas las patologías autoinmunes dependen de un solo factor, sino que en muchos casos hay varios implicados, por lo que este sistema podría no ser eficaz en todos los pacientes. “Hay muchas personas que tienen varias enfermedades autoinmunes para los que no resultaría efectivo este tipo de tratamiento”, asegura la experta.
La vacunación inversa es, en definitiva, “un paso más de los que se están dando en el estudio de la respuesta inmunitaria y su modulación”, recuerda el Dr. López Hoyos. Queda esperar años hasta que los estudios ratifiquen o refuten esta estrategia en seres humanos. Si resulta eficaz, pueden suponer avances para diversas patologías, “incluso se podría reducir el uso de inmunosupresores en pacientes como los que han recibido un trasplante de órganos o de tejidos, evitando de esta forma los problemas asociados a estos tratamientos”, concluye la Dra. Martínez.