Los Puntos SIGRE son uno de los pilares del reciclaje de medicamentos en España. Estos contenedores se encuentran distribuidos por más de 22.150 farmacias del país y en ellos se depositan todos los envases y restos de medicamentos que ya no se necesitan, como los productos caducados o aquellos que sobran después de un tratamiento.
En base a la normativa vigente, las empresas dedicadas a la distribución farmacéutica son las encargadas de recoger de las farmacias los residuos de los Puntos SIGRE. Posteriormente, son trasladados a sus almacenes y depositados allí en contenedores estancos, ubicados a su vez en una zona especialmente identificada de sus instalaciones y separada de los productos farmacéuticos.
Desde ese momento, los gestores autorizados los llevan hasta la Planta de Clasificación de Envases y Residuos de Medicamentos situada en Tudela de Duro (Valladolid), una instalación pionera y referencia mundial en el tratamiento de este tipo de residuos que gestionan desde SIGRE. En esta planta, la inteligencia artificial (IA) y la robótica son claves en la separación y clasificación de los residuos.
"Esta combinación de tecnología avanzada, sostenibilidad y concienciación social es lo que nos posiciona como un referente en el tratamiento de residuos farmacéuticos a nivel global”
En este sentido, la directora técnica y de operaciones de SIGRE, María José Blázquez, explica en una entrevista para ConSalud.es las razones que llevan a esta planta a ser “un referente a nivel internacional”. En primer lugar, Blázquez apunta a que fue diseñada, exclusivamente, para el adecuado tratamiento medioambiental de los residuos farmacéuticos apoyado en la IA, que les permite ir varios pasos más allá.
Además, destaca que se han implementado diversas medidas para reducir su huella ambiental, como son la optimización del consumo energético y la gestión sostenible del agua. Así, por ejemplo, el proceso de clasificación tiene vertido cero, al disponer de un sistema de recogida de aguas de tratamiento y limpieza en un depósito específico para su posterior tratamiento a través de gestores autorizados.
“No solo gestionamos el tratamiento de residuos, sino que también promovemos la sensibilización ciudadana a través del aula de educación ambiental con la que cuenta. Esta combinación de tecnología avanzada, sostenibilidad y concienciación social es lo que nos posiciona como un referente en el tratamiento de residuos farmacéuticos a nivel global”, expone la directora técnica y de operaciones de SIGRE.
En cuanto al propio funcionamiento de la planta, María José Blázquez detalla que todo comienza cuando los medicamentos y envases son trasladados de forma mecánica a la línea de alimentación del proceso. Tras pasar por el abrebolsas y mediante un divisor variable, “se separan en dos líneas paralelas”, una conduce a un robot seleccionador que realiza una clasificación de las fracciones que previamente se le han programado para separar; y, en la otra, se lleva a cabo una primera clasificación, identificando y separando los impropios (pilas, agujas sueltas, test de autodiagnóstico, etc.).
“Gracias a estos avances, casi el 70% de los envases que recibe la planta son reciclados”
“Los residuos pasan por diversos procesos automatizados donde van siendo separados en función de su peso, tamaño, propiedades y características técnicas, obteniéndose de este modo distintas fracciones. Una vez efectuado el control de pesaje y procedencia autonómica, son almacenadas temporalmente en zonas diferenciadas y en contenedores específicos hasta su envío a gestores autorizados para su reciclado, valorización energética o eliminación, según su catalogación y siguiendo el orden de prioridad de la jerarquía de residuos previsto en la legislación vigente”, señala la especialista.
Un complejo proceso que no sería posible sin el sistema pionero de IA y el aprendizaje automático con el que cuenta esta planta, que según apunta Blázquez, “ha memorizado más de 10.000 imágenes de materiales, lo que permite una separación altamente precisa”. De esta manera, pueden gestionar una amplia variedad de formatos y productos a través de tecnologías especializadas, como vaciadores de blísteres y lavadores de envases. “Gracias a estos avances, casi el 70% de los envases que recibe son reciclados”, subraya.
Precisamente este es uno de los principales desafíos que nos traslada la directora técnica y de operaciones de SIGRE, la “constante adaptación” a las nuevas regulaciones y estándares ambientales, “que son cada vez más exigentes”. En este sentido, recalca que las plantas deben evolucionar para cumplir con normativas que implican, por ejemplo, una mayor eficiencia en la recuperación de materiales y una reducción significativa de su huella de carbono. Para concluir, María José Blázquez recalca que otro aspecto fundamental radica en “seguir fortaleciendo la conexión con la comunidad local, contribuyendo a su desarrollo y convirtiéndose en actores activos de la misma, colaborando en proyectos y acciones que beneficien a su entorno”.