La resistencia antimicrobiana es uno de los principales desafíos sanitarios que afronta la humanidad. Un problema que tiene un importante impacto en la calidad de vida de las personas, genera miles de fallecimientos al año y supone importantes gastos sanitarios. La resistencia antimicrobiana, de hecho, mató en 2019 a 1,27 millones de personas y se asoció con 4,95 millones de fallecimientos. Enfrentarla parte del desarrollo de nuevos antibióticos para los que no haya una acción refractaria. Sin embargo, como denuncian los expertos, “la investigación es insuficiente”.
Hace unos años se hizo una estimación: para 2050 se alcanzaría el fallecimiento de 10 millones de personas por resistencia antimicrobiana. Como señalaron los investigadores de un estudio publicado en The Lancetque evidenció la alta tasa de mortalidad de los patógenos bacterianos farmacorresistentes, “ahora sabemos con certeza que ya estamos mucho más cerca de esa cifra de lo que pensábamos".
Desde hace cinco años, solo se han aprobado 12 antibióticos, 10 de los cuales van a dirigidos a bacterias que ya tienen mecanismos de resistencia farmacológico para ellos
La amplia prescripción en Atención Primaria y en otras especialidades como la Odontología de antibióticos en muchos casos sin justificación, el consumo por parte de los pacientes de antibióticos que tenían por casa y el uso durante más de 40 años de los mismos antibióticos que se desarrollaron en la década de los 80 son las principales causas tras esta realidad. El desarrollo de planes formativos, de vigilancia y control del uso de estos fármacos está reduciendo la mala acción. Sin embargo, sobre los antibióticos apenas se está avanzando.
Así lo refleja en un informe la Organización Mundial de la Salud (OMS). En 2021 solo había 27 nuevos antibióticos en desarrollo clínico contra patógenos prioritarios, frente a los 31 productos de 2017. Asimismo, desde hace cinco años, solo se han aprobado 12 antibióticos, 10 de los cuales van a dirigidos a bacterias que ya tienen mecanismos de resistencia farmacológico para ellos y solo dos representan un nuevo método antimicrobiano.
La investigación está en marcha con más de setenta agentes antibacterianos en desarrollo clínico, lo cierto es que menos de la mitad de estos fármacos, el 43%, son agentes no tradicionales, es decir, son anticuerpos monoclonales o terapias basadas en modulación del microbioma o bacteriófagos que no tienen esa dimensión industrial y la capacidad de escalado que puede tener un antibiótico.
Actualmente los nuevos métodos no responden a las necesidades de innovación o de dar respuesta a las 12 familias de bacterias más peligrosas para la salud humana y consideradas “prioritarias” por la OMS
Además, la investigación trabaja para desarrollar nuevas estrategias con las que combatir la resistencia, como puede ser utilizar la sensibilidad colateral para evitar la aparición de cepas bacterianas resistentes a los antibióticos y para mejorar la respuesta terapéutica de fármacos antibacterianos ya existentes, desarrollado por el Centro Nacional de Biotecnología (CNB) perteneciente al Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC); el uso de antibióticos en desuso que con los nuevos conocimientos permiten enfrentar bacterias resistentes o la utilización de antibióticos quimioatrayentes, para mejorar la respuesta de los neutrófilos que son las células inmunes con capacidad de atrapar y matar a los patógenos peligrosos.
¿A QUÉ SE DEBE LA FALTA DE INNOVACIÓN?
Sin embargo, actualmente los nuevos métodos no responden a las necesidades de innovación o de dar respuesta a las 12 familias de bacterias más peligrosas para la salud humana y consideradas “prioritarias” por la OMS. La realidad, reflejada en un estudio publicado por el Instituto de Salud Global de Barcelona en 2017 y que a día de hoy se mantiene, es que existe poca inversión e incentivos para desarrollar estos fármacos que duran un corto periodo de tiempo, hasta que la bacteria genera resistencia.
En este campo, la intervención pública puede ser una de las soluciones para dar una respuesta a esta problemática. En Europa, la Comisión Europea en la nueva regulación farmacéutica y la Autoridad de Respuesta y Preparación ante Emergencias Sanitarias (HERA, por sus siglas en inglés) debate la puesta en marcha de cupones de exclusividad transferible para ayudar a los fabricantes que invierten en nuevos antibióticos; esquemas de garantía de ingresos, las recompensas de entrada al mercado y los pagos basados en hitos, para mejorar el acceso; o incentivos de atracción financiera.
“Es urgente reactivar la I+D de nuevos agentes antimicrobianos y hay que abordar el problema desde un enfoque multidisciplinar"
No obstante, desde la Federación Europea de Industrias y Asociaciones Farmacéuticas (EFPIA, por sus siglas en inglés) denuncian en un informe que estas propuestas por sí solas “probablemente no incentiven lo suficiente la innovación”. No hay que olvidar que actualmente menos de los 2% de estos proyectos en etapa preclínica son rentables.
“Es urgente reactivar la I+D de nuevos agentes antimicrobianos y hay que abordar el problema desde un enfoque multidisciplinar que también tome en cuenta factores socioeconómicos y de comportamiento humano”, señaló en la presentación del informe de ISGlobal el director de la iniciativa de Resistencias Antimicrobianas del instituto y jefe del Departamento de Microbiología Clínica del Hospital Clínic de Barcelona, Jordi Vila. Coinciden seis años después con él desde la EFPIA: “Hay que fomentar una cartera de I+D robusta y sostenible para nuevos antimicrobiano”.
Una aseveración que responde a la realidad que se vive y que reflejaron el Centro Europeo para la Prevención y el Control de Enfermedades (ECDC) y la OMS: está aumentando el número de bacterias de especies resistentes a los antibióticos más modernos. “Es necesario mejorar aún más los esfuerzos para prevenir y detectar la resistencia”, en palabras del Dr. Danilo Lo Fo Wong, Asesor Regional de la OMS para el Control de la Resistencia a los Antimicrobianos.