El liderazgo de Estados Unidos en las actividades relacionadas con la salud mundial ha sido clave para la estrategia global, siendo, por ejemplo, uno de los países más implicados en la financiación y erradicación de la viruela. Además de desempeñar un papel clave en la formación de muchas instituciones de salud mundial, como es el caso de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Este camino del país norteamericano es el hilo conductor del nuevo informe publicado por la prestigiosa revista ‘The Lancet’.
En esta misma línea, destacan los programas que han llevado a cabo desde Estados Unidos en relación a dos de las infecciones más mortíferas de la historia: el VIH y la Malaria. A través de iniciativas como PEPFAR y la Iniciativa Presidencial contra la Malaria, han proporcionado recursos financieros y técnicos para combatir estas dos infecciones especialmente en África. Programas que han logrado reducir drásticamente las tasas de mortalidad y nuevas infecciones, gracias a la distribución de tratamientos antirretrovirales, mosquiteros tratados con insecticida y el fortalecimiento de los sistemas de salud locales.
Los países están cada vez más centrados en sus propios problemas internos y no en ayudar a otros con menos recursos, lo que indica que los programas de ayuda están en peligro
A pesar de las conocidas contribuciones y el liderazgo de este país en términos sanitarios, el informe advierte que la inversión de Estados Unidos en la salud mundial está en riesgo. Esto se debe principalmente a que los problemas en la renovación de financiación de PEPFAR han generado una gran preocupación por otras instituciones sanitarias mundiales clave, ya que también requieren de fondos, como: Gavi, la Alianza para las Vacunas el Fondo Mundial de Lucha contra el SIDA, la Tuberculosis y la Malaria; y la Asociación Internacional de Fomento del Banco Mundial.
De esta manera, y unido a una creciente influencia del nacionalismo, es decir, que los países están cada vez más centrados en sus propios problemas internos y no en ayudar a otros países con menos recursos, todo indica que estos programas de ayuda están en peligro. Todo ello, unido a la creciente competencia por los recursos, podría provocar, según indican desde The Lancet, que se pongan en peligro los avances logrados en la lucha contra enfermedades infecciosas.
Para poder comprender hasta qué punto ha contribuido el país norteamericano a la salud global y, sobre todo, a los países de ingresos medios y bajos, hay que echar la vista atrás. Estados Unidos ha destinado, según recoge el informe, una suma de 278.000 millones de dólares (265.000 millones de euros) a la salud de estos países desde el año 2000, aunque realmente solo supone el 0.3% del gasto total del gobierno en 2023. Esto significa que, a pesar de ser una inversión significativa, es una pequeña porción del presupuesto total del país, pero si se compara con otros, EEUU se posiciona como el principal donante para el desarrollo en salud a nivel mundial, aportando el 29,1% del total.
“Instamos a la nueva administración a que siga desempeñando su papel de líder y a que mantenga, o incluso aumente, el flujo de financiación de la asistencia para la salud mundial"
Sin embargo, de cara al futuro, The Lancet señala que, en base a investigaciones anteriores, pronostican que el gasto en contribuciones por parte de EEUU a la salud disminuirán un 50% para 2030. Así, el apoyo al VIH/SIDA podría reducir 8.100 millones de dólares (7.722 millones de euros), un 57,5%, y el de la salud reproductiva y materna 1.000 millones de dólares (953 millones de euros), un 15,1%. Ante esta situación, The Lancet advierte que daría lugar a una pérdida de 13.700 millones de dólares (13.061 millones de euros) en programas de asistencia para el desarrollo mundial de aquí a 2030, con consecuencias aún más drásticas relacionadas con la pérdida de vidas y la regresión de los resultados sanitarios.
Aunque todo indique a que la contribución de Estados Unidos vaya a disminuir progresivamente en los próximos años, 'The Lancet' trata de mandar un mensaje al nuevo gobierno de Donald Trump que entrará en la Casa Blanca el año que viene. “Instamos a la nueva administración a que siga desempeñando su papel de líder y a que mantenga, o incluso aumente, el flujo de financiación de la asistencia para la salud mundial que se ha proporcionado históricamente, por el que los Estados Unidos son conocidos en todo el mundo”, concluyen.