El desarrollo de medicamentos en el espacio es un campo de investigación que explora las posibilidades de crear y mejorar fármacos aprovechando las condiciones de baja gravedad y microgravedad que se dan fuera de la Tierra. Los primeros antecedentes que conocemos son los diferentes experimentos realizados en la Estación Espacial Internacional.
Sin embargo, podemos enmarcar la primera investigación farmacológica espacial en el año 1985, donde a bordo del transbordador espacial Discovery, en la misión STS-51-G, se realizó un experimento que consistía en cristalizar cuatro proteínas diferentes en el espacio. El objetivo era obtener cristales más grandes y puros que los obtenidos en la Tierra, para facilitar su estudio estructural y funcional.
Tras esta investigación, en la Estación Espacial Internacional se han realizado múltiples investigaciones como el sistema de microencapsulado electrostático (MEPS) que permite producir microcápsulas con propiedades más eficientes, para administrar los medicamentos y permitir un tratamiento más eficaz para pacientes de cáncer. Sin embargo, la investigación espacial enfocada en fármacos sigue muy centrada en el estudio sobre la cristalización de proteínas en microgravedad.
La investigación espacial enfocada en fármacos sigue muy centrada en el estudio sobre la cristalización de proteínas en microgravedad
Este año la compañía SpaceX lanzó una unidad del cohete Falcon 9 al espacio para desplegar 72 satélites. Uno de ellos tiene la intención de convertirse en la primera fábrica espacial de la historia. La compañía Varda Space es quien se encuentra detrás de esta iniciativa donde se plantean aprovechar la gravedad cero del espacio para producir medicamentos.
En una entrevista a ConSalud.es, el responsable de Divulgación Científica del Consejo General de Colegios Oficiales Farmacéuticos (CGCOF), Carlos Fernández Moriano, nos habla sobre la producción de fármacos en el espacio, y cómo el uso de la microgravedad se ha utilizado otras veces en investigaciones espaciales, y el beneficio que pueden llegar a tener para lograr una mayor estabilidad de sustancias en la cristalización de partículas.
“Al final estamos hablando de la estructura que adopta la molécula de un principio activo. Por ejemplo, si una molécula tiene una estructura cristalina más estable, puede conservarse mejor y requerir menos condiciones especiales de almacenamiento. También puede ser posible formular un medicamento en una forma más cómoda para el paciente, como una inyección subcutánea o intramuscular, en lugar de una intravenosa”, apunta Fernández Moriano.
"Puede ser posible formular un medicamento en una forma más cómoda para el paciente"
Estos no son los únicos beneficios de usar esta técnica. Los cristales de proteínas pueden producirse en mayor cantidad y variedad en el espacio, lo que amplía el rango de posibilidades experimentales. Por ejemplo, se pueden cristalizar proteínas que son difíciles o imposibles de cristalizar en la Tierra, como las membranares o las glicosiladas.
Para realizar esta cristalización en el espacio, se utilizan dispositivos especiales que permiten controlar las condiciones de temperatura, presión, pH y concentración de la solución. Allí, los astronautas o los robots se encargan de manipularlos y monitorizarlos. Una vez finalizado el experimento, los dispositivos se devuelven a la Tierra para analizar los resultados.
No obstante, este tipo de investigación se encuentra todavía en los albores. “De aquí a que se publiquen resultados, queda mucho tiempo, ya que hasta que se traduzca en posibles aplicaciones reales, hablan algunos autores de mínimo siete años, y de ahí en adelante”, afirma Carlos Fernández.
¿POR QUÉ UNA FÁBRICA ESPACIAL?
El coste de desarrollar un Falcon 9 se estima que se sitúa en torno a los 300 millones de dólares (283 millones de euros), al que hay que sumarle el coste por lanzamiento, que se encuentra entre los 56.5 millones (53.2 millones) y 61.2 millones de dólares (48.2 millones de euros). A estos datos hay que sumarle todos los costes que inicialmente no se preven. “Desconocemos los costes totales reales y tampoco sabemos si efectivamente sus productos resultantes se van a poder usar como medicamentos, por lo que es muy difícil prever cierta rentabilidad”, afirma el Fernández Moriano. La realidad es que a la hora de hablar de beneficios económicos, es complicado dilucidar si sería posible lograr un retorno de la inversión.
Pese a esto y aunque pueda parecer una decisión extravagante, la realidad es que conseguir el efecto de microgravedad en la Tierra se vuelve muy complejo. Pese a que sí es posible conseguir el efecto de microgravedad en nuestro planeta, es muy difícil y solo se puede lograr por un tiempo limitado. La propia compañía Varda Space aclara que “no se puede replicar en ninguna fábrica en la Tierra”.
“No se puede replicar en ninguna fábrica en la Tierra”
Como declara el responsable de Divulgación del CGCOF, en la Tierra llegaría a ser complicado poder desarrollar algo similar, y la realidad es que igualmente estaríamos hablando de una enorme inversión para poder afrontar los supuestos costes de simular esas condiciones en nuestro planeta.
Esto redirecciona a dar el paso hacia el espacio, pese al alto coste que supone, la escasa disponibilidad del acceso, la dificultad para reproducir y validar los resultados obtenidos, y la falta de una comprensión completa de los mecanismos físicos y químicos que intervienen en el proceso. Por ello, se requiere una mayor colaboración entre los investigadores, las agencias espaciales y las empresas farmacéuticas para optimizar los recursos y aprovechar al máximo las oportunidades que ofrece.
Además, si esta producción se normalizara, la legislación farmacéutica se tendría que ir adaptando conforme se vayan produciendo novedades en el panorama internacional.
“Si en algún momento este tipo de proyectos se llevan a la realidad, y acaban produciendo principios activos o medicamentos a nivel espacial, por supuesto que habrá que modificar la legislación para asegurar la calidad, eficacia y seguridad de los medicamentos cuando se usen por los humanos”, afirma Carlos Fernández. “Una vez se desarrollen los fármacos, lo que es seguro es que se tendrán que evaluar igualmente en ensayos clínicos, como cualquier otro fármaco”, concluye.
"Habrá que modificar la legislación para asegurar la calidad, eficacia y seguridad de los medicamentos"
El desarrollo de medicamentos en el espacio podría tener un gran impacto en la salud humana por su gran potencial para el avance de la ciencia y la medicina, tanto en la Tierra como en futuras misiones a otros planetas. Sin embargo, aún quedan muchos desafíos por enfrentar, y muchas preguntas sin responder, pero se espera que con iniciativas como estas la industria farmacéutica esté cada vez más relacionada con el sector espacial. Fernández Moriano establece que, de ser los resultados positivos, “las consecuencias para la industria farmacéutica puede ser notables, desde establecer otra vía de desarrollo de medicamentos en el caso de que supusieran un avance real, hasta que las empresas establezcan una 'filial espacial'”.