La enfermedad cardiovascular es la primera causa de muerte en nuestro país pese a que la mayor parte de los factores de riesgo son conocidos y modificables. En 2021, fueron un total de 119.196 las personas fallecidas, según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), llegando a morir 326 personas cada día en España.
Hay una serie de factores que pueden influir en la prevalencia de estas enfermedades, como el envejecimiento de la población y el aumento de sobrepeso y obesidad, derivados de un estilo de vida sedentario y una dieta poco saludable. Como ha indicado el catedrático de Farmacología de la Universidad Complutense de Madrid, Juan Tamargo, “el 70% de la carga de enfermedad cardiovascular es atribuible a factores de riesgo prevenibles”.
Sobre estas bases surge el informe elaborado por PwC ‘Hacia una mejor salud cardiovascular en España’, fruto de un debate entre los agentes clave de estas patologías, procedentes tanto de las Administraciones públicas como del ámbito académico, clínico y la industria farmacéutica.
El informe se ha presentado este miércoles en la Real Academia Nacional de Medicina de España (Ranme) en un acto clausurado por el ministro de Sanidad, José Miñones. En la inauguración ha participado el presidente de Farmaindustria, Jesús Ponce, quien ha ceñido su discurso de forma simbólica a cuatro minutos, el tiempo que separa en España cada muerte por esta causa. “Tenemos en estas enfermedades un desafío latente, un problema que puede quedar oculto y por tanto una llamada a la responsabilidad de trabajar por la salud cardiovascular”.
"Tenemos en estas enfermedades un desafío latente, un problema que puede quedar oculto y por tanto una llamada a la responsabilidad de trabajar por la salud cardiovascular”
El análisis de la situación revela falta de programas de prevención y de diagnóstico precoz. En uno de los factores de riesgo más importantes, la hipertensión, se estima que existen en España más de tres millones de casos sin diagnosticar.
El informe también revela un déficit en la prevención secundaria, la que se ha de producir después de un episodio agudo. Y es que sólo dos tercios de las unidades cardiológicas en España ofrecen rehabilitación cardíaca y sólo una de cada diez personas es consciente de sus niveles idóneos de colesterol.
Otra de las características de las enfermedades cardiovasculares es que no tienen la misma repercusión en toda España. Las diferencias son muy importantes y oscilan entre una tasa estandarizada por edad de 184 muertes por 100.000 habitantes en Madrid, frente a casi el doble en Asturias.
El documento muestra, además de las disparidades regionales, diferencias según los niveles educativos y de ocupación, que evidencian distintos niveles de exposición a los factores de riesgo. Las tasas de colesterol, de hipertensión, de obesidad o diabetes son menores en los profesionales de nivel más altos que en los trabajadores no cualificados.
El estudio concluye con tres grandes propuestas y una de ellas es, precisamente, la recopilación de más datos, de mayor calidad y más accesibles para que puedan ser integrados en las historias clínicas electrónicas y, así, mejorar la atención. En este sentido, el jefe de Servicio de Cardiología y Unidad de Cuidados Continuados del Hospital Clínico Universitario de Santiago de Compostela y catedrático de Cardiología en la misma universidad, José Ramón González Juanatey, ha subrayado la importancia de mejorar la recogida y medición de datos de salud e innovar en la organización: “No podemos seguir con modelos clásicos. En modelos digitalizados no toda la demanda se tiene que resolver con desplazamientos”
Otra de las grandes medidas es mejorar la prevención, para lo que se propone la identificación de las personas en riesgo y la reconfiguración de las vías de prevención secundaria hacia la colaboración entre hospitales, atención primaria y la asistencia social. Por último, el informe propone avanzar hacia la equidad con la identificación de las poblaciones en riesgo desde atención primaria, así como de programas de prevención secundaria para las comunidades vulnerables, con la consideración de los patrones de desigualdad relativos al género, al nivel socioeconómico o al territorio.
"Otra de las grandes medidas es mejorar la prevención, para lo que se propone la identificación de las personas en riesgo y la reconfiguración de las vías de prevención secundaria hacia la colaboración entre hospitales, atención primaria y la asistencia social"
Para lograr todos estos objetivos, los expertos han destacado algunas oportunidades clave, como la reserva de una financiación específica para estas patologías, que permita poner en marcha programas de diagnóstico precoz o el fortalecimiento de la atención primaria, así como un mejor aprovechamiento de la tecnología digital y la continuidad asistencial entre los hospitales y los centros de salud.