La preparación de las ciudades ante emergencias sanitarias, clave ante el aumento de sus poblaciones

La 75ª Asamblea Mundial de la Salud ha acordado una resolución a través de la que se busca mejorar la capacidad de preparación y respuesta de los entornos urbanos ante crisis sanitarias.

Ciudad contaminada. (Foto: Pixabay)

En la actualidad, alrededor del 55% de la población mundial vive en ciudades. Hablamos de más de 4.200 millones de personas. Una cifra que, de acuerdo con las estimaciones del Banco Mundial, continuará aumentando en los próximos años y se prevé que para 2050 siete de cada 10 personas vivan en grandes metrópolis.

Las ciudades desempeñan un importante en materia de salud pública. El diseño de estos espacios es fundamental en un contexto en el que las consecuencias para nuestra salud del cambio climático son cada vez más perjudiciales y aumentan, por ejemplo, las enfermedades infecciosas. Las grandes urbes se posicionan como actores clave en la prevención, preparación y respuesta ante las emergencias sanitarias, ya que todas pueden ser vulnerables debido a la densidad de población, el movimiento de entrada y salida de personas o la vulnerabilidad de algunos de sus grupos poblacionales.

La pandemia provocada por el SARS-CoV-2 ha puesto de manifiesto la imperiosa necesidad de adaptar las ciudades y los entornos urbanos para que sean capaces de responder de mejor forma ante emergencias sanitarias. Un punto sobre el que se focalizó la atención en la 75ª Asamblea Mundial de la Salud de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Los delegados participantes acordaron una resolución a través de la que se pide más acción y recursos en estos entornos únicos. El documento solicita una mejor financiación, planificación, cooperación entre regiones y ciudades y una mejor comprensión general, así como un enfoque en los problemas únicos a los que se enfrentan las poblaciones de estos espacios.

“El mundo actual tiene una oportunidad única para guiar el desarrollo urbano de una manera que proteja y promueva la salud. Esto es muy importante, sobre todo, porque la salud y el bienestar de los ciudadanos es quizás el activo más importante con el que cuentan las ciudades”

La resolución destaca en uno de sus puntos el elevado grado de vulnerabilidad de las ciudades ante los brotes de enfermedades infecciosas y epidemias, ya que en “las zonas urbanas la planificación es un elemento clave de la preparación y respuesta”. En base a esto la resolución insta a los Estados miembros de la OMS a:

  • Mantener el compromiso político al más alto nivel y prestar la debida atención a la preparación y respuesta a emergencias de salud en ciudades y entornos urbanos, reconociendo sus vulnerabilidades únicas.
  • Proporcionar recursos adecuados y fortalecer las capacidades en materia de salud urbana en términos de preparación y respuesta ante emergencias.
  • Fortalecer la colaboración multisectorial, multinivel y de las múltiples partes interesadas en la salud para el desarrollo de políticas de preparación y respuesta ante emergencias, reconociendo que dichos planes deben ser específicos al contexto, dada la heterogeneidad de las ciudades.
  • Colaborar, apoyar el aprendizaje y el intercambio de buenas prácticas con socios internacionales.

Ante la fotografía que observamos a lo largo de estas líneas, la resolución pide al director general de la OMS que proporcione apoyo técnico a los Estados miembros, previa solicitud, para fortalecer las capacidades de preparación y respuesta ante emergencias sanitarias urbanas, que se adopten las medidas adecuadas para asegurar los recursos financieros y humanos y que se presente un informe sobre la evolución de los trabajos sobre la aplicación de esta resolución en la 77ª Asamblea Mundial de la Salud que tendrá lugar en 2024.

La OMS recuerda que la mayoría de los más de 4.200 millones de personas que viven en ciudades se enfrentan a problemas como viviendas que no cumplen con los estándares mínimos de calidad o sistemas de transportes inadecuados, sistemas de saneamiento y gestión de residuos deficientes o una calidad del aire que no cumple con los estándares marcados. Problemas a los que se suman otros como la contaminación acústica, contaminación del agua o del suelo, las conocidas como “islas de calor urbanas”. Distintos factores que se combinan de múltiples formas aunque todos se traducen en la misma conclusión: suponen un grave perjuicio para nuestra salud.

“El mundo actual tiene una oportunidad única para guiar el desarrollo urbano de una manera que proteja y promueva la salud. Esto es muy importante, sobre todo, porque la salud y el bienestar de los ciudadanos es quizás el activo más importante con el que cuentan las ciudades”, expone la OMS.

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