La resistencia creciente de las bacterias a los antibióticos constituye una seria amenaza para salud pública. Es responsable de unas 33.000 muertes anuales en la Unión Europea, cifra que podría llegar a 10 millones en todo el mundo en 2050 si no se toman medidas. Sin embargo, no existe aún una percepción colectiva del verdadero alcance de este problema ni de sus implicaciones ante crisis sanitarias como la de la Covid-19.
Con el objetivo de concienciar a la sociedad, la Acción Conjunta Europea sobre Resistencia a los Antimicrobianos e Infecciones Relacionadas con la Asistencia Sanitaria (EU-JAMRAI, por sus siglas en inglés) ha lanzado el primer símbolo global que representa la lucha contra la resistencia a los antibióticos. Nace con vocación de convertirse en un objeto tan emblemático como el lazo rojo del SIDA, que contribuya a visibilizar entre la ciudadanía las graves repercusiones de la pérdida de efectividad de los antibióticos.
El símbolo de la resistencia a los antibióticos ha sido seleccionado entre las más de 600 candidaturas de 44 países recibidas para el concurso de diseño gráfico convocado en noviembre de 2019 por EU-JAMRAI. El certamen invitaba a participantes de todo el mundo a enviar sus propuestas bajo tres premisas: que fuera un objeto tangible, que cualquiera pudiera confeccionar fácilmente con materiales sencillos en cualquier parte del mundo y que se pudiera llevar enganchado a la ropa, a modo de pin o broche. La convocatoria alcanzó a 600.000 personas en redes sociales.
La resistencia creciente de las bacterias a los antibióticos constituye una seria amenaza para salud pública
El ganador ha sido David Ljungberg (Suecia), diseñador de producto y director de arte que trabaja en los campos de tecnologías médicas, energía y economía circular. Con diversos galardones en el ámbito de la publicidad, actualmente está especializado en diseños que salven la brecha de comunicación entre la ciencia y el público generalista.
El jurado estaba formado por miembros de organizaciones involucradas en la investigación contra la resistencia antimicrobiana, como el ECDC (Centro Europeo para la Prevención y Control de Enfermedades) o la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico). Valoraron especialmente la candidatura de Ljungberg en cuatro aspectos: ''transmitir el mensaje de la resistencia a los antibióticos''; ''concepto universal fácil de comprender''; ''estético y positivo''; e ''inspirador''.
El emblema consiste en dos icónicas cápsulas blancas y rojas en forma de aspa o cruz, fácilmente reconocibles como medicamentos, que se forman al ensamblar un corazón rojo y otro blanco. En palabras de su diseñador, ''en lugar de usar conceptos científicos, quería que el símbolo representase algo que el público en general pudiera entender. Los distintos elementos transmiten un mensaje para unirse contra este problema, manteniendo una forma simple a la vez que poderosa''.