“España tiene el potencial para convertirse en uno de los países líderes en materia de investigación de medicamentos en todo el mundo”, aseguró el presidente de Farmaindustria, Juan López-Belmonte, este miércoles en el Congreso de los Diputados. En una comparecencia en una subcomisión que, dentro de la Comisión de Ciencia, Innovación y Universidades del Congreso de los Diputados, estudia el desarrollo del Pacto por la Ciencia y la Innovación, defendió la oportunidad que supone realizar una apuesta decidida por la investigación biomédica para atraer más inversión internacional a nuestro país y reforzar de esta manera la calidad de nuestro sistema de salud, objetivo con el que las compañías farmacéuticas innovadoras están comprometidas.
“La investigación biofarmacéutica vive en el mundo una gran revolución, a través de los nuevos conocimientos a nivel tisular, celular y genómico, que están favoreciendo una medicina de mayor precisión y más personalizada -explicó-. En España, un tercio del total de la inversión en I+D se dedica a la salud, y somos una referencia internacional en ensayos clínicos de medicamentos, lo que nos proporciona una base sólida para competir con otros países en el objetivo de convertirnos en uno de los grandes polos de atracción de inversión en investigación en el ámbito del medicamento”.
López-Belmonte fundamentó su propuesta en tres grandes conceptos: colaboración, necesidad y oportunidad. Así, en primer lugar, señaló que la colaboración público-privada es la base del avance biomédico, como se ha comprobado con las vacunas contra la COVID-19: “La forma de trabajar no ha sido nueva. La investigación de medicamentos se sustenta en un modelo abierto, internacional y colaborativo orientado a detectar el conocimiento allí donde se genera, en un pequeño equipo de una universidad o de un hospital o en una start-up, y tratar de aportar desde la industria farmacéutica la experiencia, la organización y los recursos necesarios para que ninguna potencial solución terapéutica paralice su proceso de I+D por falta de medios para cubrir el largo y arriesgado camino que debe recorrer todo medicamento antes de ser aprobado”.
Por tanto, dijo, es crítico que nuestro país fomente la inversión pública en investigación biomédica básica, de modo que se genere conocimiento robusto en este ámbito, y que se fomente la colaboración con las compañías farmacéuticas para que asuman el elevado coste y los riesgos que implica tratar de convertir ese conocimiento básico en un medicamento eficaz y seguro. “Y es que -añadió-, aunque en España la investigación científica tiene unos niveles elevados, hay un déficit constatado de traslación a la industria del esfuerzo realizado y, consecuentemente, al mercado. Necesitamos solventar obstáculos y crear estímulos que nos permitan realizar una adecuada transferencia de tecnología y de conocimiento desde el sector público al privado”.
EL CIRCULO VIRTUOSO DE LA INVESTIGACIÓN CLÍNICA
Con respecto al concepto de necesidad, López-Belmonte manifestó que apostar por la innovación en el campo biomédico lo es para toda sociedad moderna. “Hasta el 73% del incremento de la esperanza de vida en los países desarrollados se debe directamente a los nuevos medicamentos -recordó-. Y, como lamentablemente nos ha mostrado la pandemia, no hay economía sin salud, y no hay salud sin una investigación biomédica de excelencia”. “España -añadió-, como cuarta economía de la Unión Europea, no puede permitirse estar al margen de la vanguardia científica”.
La investigación se vincula también a la calidad asistencial del sistema sanitario. “Hay muchos aspectos que apuntalar y cambios que hacer para adaptarlo a las nuevas necesidades -aseveró-. Y la investigación es crucial. No se puede concebir un sistema sanitario moderno y de calidad sin una robusta actividad investigadora, especialmente en el campo clínico”.
“Hasta el 73% del incremento de la esperanza de vida en los países desarrollados se debe directamente a los nuevos medicamentos -recordó-. Y, como lamentablemente nos ha mostrado la pandemia, no hay economía sin salud, y no hay salud sin una investigación biomédica de excelencia”
Esta actividad investigadora, explicó, genera un círculo virtuoso en todo el sistema sanitario. “Atrae inversión para el sistema por parte de la industria farmacéutica, que promueve y financia más del 80% de los ensayos clínicos; contribuye a la cualificación de los profesionales sanitarios, que participan de la vanguardia científica, experiencia que luego trasladan a su labor asistencial, con lo que elevan su calidad, y multiplica las opciones para los pacientes, puesto que la participación en un ensayo ofrece alternativas y puede ser la única salida para ciertos pacientes graves que no hayan respondido a los tratamientos disponibles”. Hoy hay en España en marcha unos 3.500 ensayos clínicos de medicamentos, en los que participan más de 130.000 pacientes.
Por otro lado, apuntó, en torno a la investigación biomédica se produce una gran concentración de conocimiento y talento, tanto en el sector industrial, donde trabajan 6.000 científicos, como en los hospitales y centros de investigación públicos y privados, lo cual genera dinámicas y modelos de actuación modernos, resilientes y exitosos. Y todo ello es posible, insistió, gracias a los más de 1.200 millones de euros que la industria farmacéutica en España invierte cada año en I+D “y que la convierte, junto con el automóvil, en el primer sector en inversión en I+D de nuestro país. Uno de cada cinco euros que la industria invierte en I+D en España procede de la industria farmacéutica”.
ENTORNO ADECUADO PARA LA INVERSIÓN EN I+D
A estos dos conceptos de colaboración y necesidad sumó López-Belmonte el de la oportunidad para España. “Hemos sido el primer país de Europa y el cuarto del mundo en número de ensayos de potenciales tratamientos contra la COVID-19 -explicó-, y esto no ha ocurrido por casualidad”, sino gracias a la solidez del sistema sanitario, a la alta formación de sus profesionales, a la participación de los pacientes y a una estrecha colaboración entre Administración sanitaria y compañías farmacéuticas que han hecho que para muchas de las grandes compañías investigadoras España es ya el segundo país del mundo en investigación clínica, sólo por detrás de Estados Unidos.
“Tenemos que explotar nuestras ventajas competitivas para generar un potente ecosistema de investigación biomédica”
Y todo esto, destacó, en un momento crítico para la investigación global en nuevos medicamentos, ámbito en el que la industria farmacéutica invierte al año en el mundo más de 150.000 millones de euros, y 39.000 de ellos en Europa. “Tenemos que explotar nuestras ventajas competitivas para generar un potente ecosistema de investigación biomédica”, pidió el presidente de Farmaindustria a los diputados: “Debemos potenciar aún más la colaboración entre la iniciativa pública y la privada; debemos mirar adelante, a largo plazo, y asumir que este es un camino que lleva a la prosperidad; y debemos creernos que España parte con ventajas significativas que tenemos que aprovechar para atraer más inversión internacional, para reforzar la calidad de nuestro sistema de salud y la cualificación de nuestros profesionales sanitarios, para dar más oportunidades a nuestros pacientes y para enriquecer nuestro modelo productivo”.
En este sentido, hizo hincapié en la condición de inversión, y no de gasto, de la investigación biomédica, “con retornos desde la triple perspectiva sanitaria, económica y social”, como recogía un informe publicado en julio por Analistas Financieros Internacionales, que concluía que cada euro invertido en investigación pública o privada en el ámbito sanitario genera 1,6 euros de valor añadido directo, indirecto e inducido. Sobre esa base, Farmaindustria insiste en la necesidad de asegurar el mejor acceso posible de los pacientes a los medicamentos, garantía de eficiencia para el sistema sanitario y crítico para estimular la apuesta de la industria por la investigación en España.
Para aprovechar esta oportunidad, el presidente de Farmaindustria propuso la colaboración entre Administración, sistema sanitario, comunidad científica, pacientes e industria para definir y ejecutar “una estrategia de país adecuada, que, junto a un plan de inversión pública sostenido en el tiempo, que puede venir facilitado por los fondos europeos, y un marco flexible de colaboración con la iniciativa privada, debe colocarnos a la altura de los países de referencia en la UE”. A ello añadió el impulso a la digitalización del Sistema Nacional de Salud; una regulación farmacéutica que reconozca el valor de la innovación y posibilite el acceso rápido de los pacientes a las nuevas terapias, y unos incentivos a la inversión en I+D+i que pasan también por la defensa de los derechos de propiedad industrial.