Nuria Morillo Romero | Madrid
La revista Cell Biology and Toxicology publica un artículo del equipo de la investigadora María Teresa Gómez Sagasti, del Neiker-Tecnalio y la Universidad del País Vasco, en el que se apunta a genes de una planta y dos bacterias que podrían ser utilizados como biomarcadores de la contaminación por metales pesados.
La plata es la Arabidopsis thaliana y las bacterias Escherichia coli y Pseudomonas fluorescens, y en el ADN de ellas se encontraría la clave para determinar el efecto de la contaminación metálica en el ser humano que puede provocar retrasos en el desarrollo, varios tipos de cáncer, daños en el riñón, e, incluso, la muerte.
Los metales tóxicos que se encuentran con frecuencia en el aire son plomo, mercurio, cadmio, arsénico y cromo, muy dañinos para la salud humana y para la mayoría de formas de vida.
La importancia de esta investigación radica en que dan información de gran valor para la evaluación y gestión de entornos contaminados. Los genes localizados pueden ser incluidos en los bioensayos que buscan controlar la contaminación y frenar el efecto en la salud.
En la investigación han expuesto tanto a la planta como a las bacterias a varios metales tóxicos que se encuentran en el aire de forma simultánea. La finalidad era determinar los cambios moleculares que crean y localizar biomarcadores que los remedien.
Los resultados han contribuido a incrementar el conocimiento actual sobre las bases moleculares de los mecanismos implicados en la tolerancia y toxicidad de los metales en Arabidopsis thaliana, Escherichia coli y Pseudomonas fluorecens.
Los análisis de expresión genética han permitido profundizar en cómo responden los organismos ante ciertos componentes que desarrollan problemas para la salud y poder eliminar o revertir los efectos.
Los metales pesados son peligrosos debido a que al no ser desagradables, una vez emitidos, pueden permanecer durante cientos de años en el ambiente. Su concentración en seres vivos aumenta a medida que son ingeridos por otros, así si un conejo se come una planta, al estar ambos sometidos a los materiales tóxicos la concentración tras la ingesta es mayor en el animal, y esto puede provocar intoxicación cuando llega a los humanos.
Porque salud necesitamos todos… ConSalud.es
La revista Cell Biology and Toxicology publica un artículo del equipo de la investigadora María Teresa Gómez Sagasti, del Neiker-Tecnalio y la Universidad del País Vasco, en el que se apunta a genes de una planta y dos bacterias que podrían ser utilizados como biomarcadores de la contaminación por metales pesados.
La plata es la Arabidopsis thaliana y las bacterias Escherichia coli y Pseudomonas fluorescens, y en el ADN de ellas se encontraría la clave para determinar el efecto de la contaminación metálica en el ser humano que puede provocar retrasos en el desarrollo, varios tipos de cáncer, daños en el riñón, e, incluso, la muerte.
Los metales tóxicos que se encuentran con frecuencia en el aire son plomo, mercurio, cadmio, arsénico y cromo, muy dañinos para la salud humana y para la mayoría de formas de vida.
La importancia de esta investigación radica en que dan información de gran valor para la evaluación y gestión de entornos contaminados. Los genes localizados pueden ser incluidos en los bioensayos que buscan controlar la contaminación y frenar el efecto en la salud.
En la investigación han expuesto tanto a la planta como a las bacterias a varios metales tóxicos que se encuentran en el aire de forma simultánea. La finalidad era determinar los cambios moleculares que crean y localizar biomarcadores que los remedien.
Los resultados han contribuido a incrementar el conocimiento actual sobre las bases moleculares de los mecanismos implicados en la tolerancia y toxicidad de los metales en Arabidopsis thaliana, Escherichia coli y Pseudomonas fluorecens.
Los análisis de expresión genética han permitido profundizar en cómo responden los organismos ante ciertos componentes que desarrollan problemas para la salud y poder eliminar o revertir los efectos.
Los metales pesados son peligrosos debido a que al no ser desagradables, una vez emitidos, pueden permanecer durante cientos de años en el ambiente. Su concentración en seres vivos aumenta a medida que son ingeridos por otros, así si un conejo se come una planta, al estar ambos sometidos a los materiales tóxicos la concentración tras la ingesta es mayor en el animal, y esto puede provocar intoxicación cuando llega a los humanos.
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