Las vacunas contra la Covid-19 no son lo único que tienen dificultades para llegar a todos los países del mundo, principalmente a aquellos más vulnerables como pueden ser los del África Subsahariana, sur de América o Asia meridional. Medicamentos para tratar pacientes de otras grandes epidemias como la tuberculosis, la malaria o la causada por el VIH también tienen dificultades para llegar a estos países. Ante ello, el Fondo Mundial ha creado una nueva hoja de ruta con las bases para mejorar la cadena de suministros y distribución de estos países.
Actualmente se aspira a que en 2030 las epidemias de estas tres enfermedades estén erradicadas. Para alcanzar metas como la que existe con el VIH de 95-95-95 (el 95% de personas con VIH estén diagnosticadas, el 95% cuenten con tratamiento, y el 95% de ellas sean indetectables y, por tanto, intransmisibles), es imprescindible contar “con mayor acceso a los productos y canales de distribución alternativos”, explica el Fondo. También unas buenas cadenas de suministro permiten asegurar el diagnóstico de casos sin identificar de tuberculosis, o hacer llegar mosquiteros para proteger a las poblaciones de los mosquitos del género anofeles, los portadores de los parásitos causantes de la malaria.
El Fondo Mundial adquiere al año 2.000 millones de dólares en productos de salud para 100 países. “Entregar con éxito estos productos es fundamental para combatir las tres enfermedades”, señalan. La entrega significa que lleguen a los beneficiarios a tiempo, en el lugar correcto, en la condición adecuada y la cantidad precisa. Y, principalmente, a un valor que los países puedan adquirir. Por eso, cuando a veces acuden a las grandes cadenas de suministro no consiguen todo el material necesario debido al dinero que se ha de pagar.
“Las cadenas de suministro nacionales requieren un mayor fortalecimiento”, inciden
Algo que ha quedado patente con la Covid-19 y la dificultad para que estos países consigan vacunas contra la enfermedad. Ante ello, la institución destaca la necesidad de que los países se adapten hacia modelos capaces de responder de manera eficaz a las epidemias que llevan años con nosotros y las pandemias emergentes como la Covid-19.
Entre los puntos a cambiar en el actual sistema, el organismo destaca: la necesidad de una monitorización constante de la cadena de suministros; la construcción y el refuerzo de interoperabilidad para poder planificar la oferta y la demanda; segmentar la cadena para aumentar el acceso y la disponibilidad de productos, y apostar por una colaboración del sector privado que participe con sus farmacéuticas en la distribución con estos países.
“Las cadenas de suministro nacionales requieren un mayor fortalecimiento”, inciden. Para ello es esencial la penetración de la tecnología, la digitalización de la cadena de suministros y una mejora del análisis puede suponer un fortalecimiento para que los países que tienen una mayor dificultad para acceder a los medicamentos mejoren sus accesos a ellos. Con la digitalización también se podría desarrollar “sistemas más centrados en las personas que aseguren un acceso equitativo y disponibilidad". También, resaltan, se necesita una mayor inversión para los sistemas de salud y una mayor adaptación a las necesidades existentes que van variando según la situación.
El objetivo es que con todas estas pautas los países creen un modelo operativo que para finales de 2022 esté en marcha para poder mejorar el acceso de los fármacos necesarios para los fines de erradicación de 2030 y de cara a las futuras pandemias que podrían suceder.