La creciente evidencia científica ha demostrado que el sector de la salud en Estados Unidos se posiciona como uno de los principales contribuyentes al cambio climático. Este representa, aproximadamente, el 8,5% de las emisiones de gases de efecto invernadero a nivel nacional. Esta situación plantea una preocupante dicotomía puesto que se trata de agentes cuya misión principal es la de promover la salud y el bienestar, pero su actividad implica un peso importante en el cambio climático que afecta de forma perjudicial a nuestra salud. Razón por la que el sector sanitario tiene que aprovechar todas las oportunidades que estén a su alcance para mitigar su efecto sobre el clima.
La fotografía que observamos está compuesta por varios elementos sobre los que el sector sanitario puede y debe prestar atención para reducir su impacto en el medio ambiente. En este sentido, focalizamos la atención en los inhaladores presurizados de dosis medida (pMDI, por sus siglas en inglés).
De acuerdo con la información recogida en el documento “Medidas para reducir la huella de carbono de los inhaladores presurizados utilizados en el tratamiento de enfermedades respiratorias”, elaborado por la Agencia Española de Medicamentos y Producto Sanitarios (Aemps), a petición del Ministerio para la Transición Ecológica, no son perjudiciales para la capa de ozono, pero “sí que contribuyen al efecto invernadero”.
Los inhaladores presurizados de dosis medida se recetan comúnmente para el tratamiento de enfermedades respiratorias con alta prevalencia en la población como son el asma y la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC). Estos inhaladores contienen propelentes de hidrofluorocarbonos. Se trata de gases propulsores de la nube de aerosol que ayudan a que el medicamento llegue hasta los pulmones de los pacientes.
Los propulsores son gases de efecto invernadero que pueden atrapar el calor aproximadamente de 1.500 a 3.600 veces, así como el dióxido de carbono durante un periodo que alcanza los 100 años. El creciente número de personas con enfermedades respiratorias, un porcentaje importante de estas como resultado de la contaminación, junto con los datos expuestos nos muestra una preocupante ecuación en la que el resultado deja claro el impacto en el medio ambiente del uso de este tipo de inhaladores.
La buena noticia es que existen otros tipos de inhaladores que son efectivos, tienen un coste competitivo y pueden contener los mismos ingredientes activos sin resultar tan dañinos para nuestro entorno. Hablamos de los inhaladores de polvo seco. Estos se han asociado con emisiones significativamente menores en comparación con los tradicionales. El reemplazo de los inhaladores presurizados de dosis media por los de polvo seco, e incluso por otro tipo conocidos como “inhaladores de niebla fina”, podría generar mejores resultados tanto en los pacientes como en el medio ambiente.
Los pMDI representan entre el 3-4% del total de las emisiones del sistema de salud británico. La situación de Reino Unido es extrapolable a la de otros países europeos que ya están trabajando para reducir el impacto ambiental que supone el uso de los pMDI
Para hacernos una idea más aproximada del impacto, The New York Times se hace eco de un estudio realizado en Reino Unido. Este trabajo ha estimado que los pMDI representan entre el 3-4% del total de las emisiones del sistema de salud británico. La situación de Reino Unido es extrapolable a la de otros países europeos que ya están trabajando para reducir el impacto ambiental que supone el uso de los pMDI en el tratamiento del asma y la EPOC.
Otra investigación realizada en Estados Unidos revela que en 2020 los estadounidenses utilizaron aproximadamente 144 millones de inhaladores presurizados de dosis media, el equivalente en gases de efecto invernadero a la conducción de medio millón de automóviles durante un año.
Un ejemplo de cambio lo encontramos en Suecia donde el cambio hacia los inhaladores de polvo seco se está produciendo de forma más rápida que en otros países como Estados Unidos. Este hecho podría entenderse desde la perspectiva histórica de que el medio ambiente y el cambio climático no han sido precisamente las prioridades de Estados Unidos, pero lo cierto es que algunos de estos medicamentos inhalados que se presentan como más sostenibles no están disponibles o no se encuentran cubiertos por los seguros. Hecho que contrasta notablemente con el firme compromiso del Departamento de Salud y Servicios Humanos de Estados Unidos para reducir las emisiones de carbono del sector de la salud.
Y no se trata únicamente de cuestiones ambientales. Diversos estudios realizados en Reino Unido han demostrado que la huella de carbono relacionada con la atención a los pacientes con asma es hasta tres veces mayor en los pacientes con un mal control de la enfermedad. El motivo reside en el uso excesivo de inhaladores que proporcionan un rápido alivio a base de gases propulsores y un mayor número de visitas a los servicios de urgencias.
Cada vez son más las instituciones que abogan por este cambio que beneficia tanto a los pacientes con enfermedades respiratorias como al medio ambiente. El pasado 6 de junio se publicaba la nueva Guía Española para el Manejo del Asma y recomendaba el uso de inhaladores sostenibles de polvo seco o niebla, siempre que sea posible.
Cada vez son más las instituciones que se unen a estas recomendaciones desde sociedades científicas europeas, españolas como SEPAR o Neumomadrid, asociaciones de pacientes o la Alianza Médica contra el Cambio Climático, así como el informe que se publicará con la recomendación desde el Ministerio de Sanidad, siguiendo la línea de otros países como el Reino Unido. Reducir las emisiones de los inhaladores es una oportunidad que ni debemos ni podemos dejar pasar para reducir la huella de carbono y mejorar la salud respiratoria.