El aumento de las enfermedades no transmisibles (ENT) se postula como uno de los grandes desafíos para los sistemas sanitarios de todo el mundo. Tanto los costes directos, centrados en el tratamiento, la atención a largo plazo y las hospitalizaciones; como los indirectos, que incluyen la pérdida de productividad y el aumento de servicios sociales, están presionando significativamente la financiación de la atención sanitaria. En este sentido, un nuevo informe de la Federación Europea de Asociaciones de la Industria Farmacéutica (EFPIA) y R-Health Consult, resalta la necesidad de explorar fuentes de ingresos diversificadas e implementar análisis económicos sólidos para garantizar la sostenibilidad de estos sistemas.
Más concretamente, el informe recoge un análisis de los beneficios económicos y sanitariosde invertir en cinco ENT clave: los accidentes cerebrovasculares; las cardiopatías, la diabetes tipo 2, la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) y el cáncer de mama. La investigación se centra en lo 27 Estados miembros de la Unión Europea y, en base a las características de cada uno de ellos, ofrece una serie de recomendaciones sobre cómo reducir la mortalidad y mejorar la calidad de vida de las personas al mismo tiempo que mejora el rendimiento de la inversión (ROI) para la economía europea.
“A medida que las ENT se vuelven más frecuentes, la capacidad de los países para gestionar estos desafíos varía, lo que crea disparidades en la sostenibilidad de sus sistemas sanitarios"
En 2023, según los datos del informe, estas cinco ENT fueron responsables de 1,5 millones de muertes en toda la UE. Además, si todo continúa así, se estima que para 2050 estas enfermedades causarán 2,2 millones de muertes, un incremento de más del 50%, y el número anual de nuevos casos de ENT podría llegar a alcanzar los 7,4 millones. Una tendencia negativa que, como es lógico, se traslada al ámbito económico, hasta el punto de que, en 2023, le costaron a la UE un total de 530.000 millones de euros, lo que equivale al 3,13% de su PIB anual combinado, siendo los costes directos los que más contribuyeron.
“A medida que las ENT se vuelven más frecuentes, la capacidad de los países para gestionar estos desafíos varía, lo que crea disparidades en la sostenibilidad de sus sistemas sanitarios. Además, esta creciente presión no siempre se traduce en déficits inmediatos de ingresos, pero sí amplifica la presión financiera sobre los sistemas sanitarios, en particular, cuando los recursos son limitados”, explican en el informe.
Ante esta situación, uno de los puntos clave que señalan como posibles soluciones al sistema actual es la mejora de la salud de la población a través de la inversión en prevención, diagnóstico temprano y tratamiento de las ENT, aliviando así las futuras presiones financieras y liberando recursos para otras necesidades de inversión pública. En este sentido, el informe indica que por cada euro invertido en este apartado del sistema, los rendimientos oscilan entre los 30 céntimos y los 4,9 euros. Si bien los altos rendimientos son una clara ventaja, el hecho de que estas inversiones produzcan rendimientos positivos incluso cuando son modestos, refuerza aún más su valor.
El otro de los puntos en los que hace especial hincapié la Efpia es en la necesidad de un cambio en términos legislativos para que se pueda garantizar que estas inversiones se realicen y den el máximo rendimiento posible a los pacientes y a los sistemas sanitarios en general. Para ello, destacan la alineación estratégica de la financiación, el fortalecimiento del papel del análisis económico y la mejora de las vías de acceso de los pacientes.
Todo ello demuestra la urgencia de abordar el creciente impacto de las enfermedades no transmisibles, ya sea a través de la diversificación de fuentes de ingresos como con la implementación de cambios legislativos
Además de señalar cuáles son los pasos a seguir para mejorar la situación económica y garantizar la sostenibilidad de los sistemas sanitarios, el informe muestra cuáles son las barreras que impiden la asignación efectiva de recursos hacia inversiones estratégicas en salud. Este es el caso de los ciclos presupuestarios que suelen centrarse en los costes operativos a corto plazo y en lograr un presupuesto equilibrado, descuidando la inversión sostenida necesaria para gestionar las enfermedades crónicas; el uso limitado de análisis económicos e investigaciones retrospectivas para fundamentar planes futuros; y el hecho de que los responsables de las políticas suelen basarse en patrones históricos de gasto para la asignación de recursos.
Todo ello, demuestra la urgencia de abordar el creciente impacto de las enfermedades no transmisibles, ya sea a través de la diversificación de fuentes de ingresos como con la implementación de cambios legislativos que faciliten la tan ansiada inversión estratégica en salud.