Impacto económico de la polimedicación: las recetas constituyen más del 20% del gasto sanitario

La dispensación de las recetas de los pacientes polimedicados no supone un gasto tan grande como se piensa, existen costes mayores que no están siendo tan atendidos

Personal de Farmacia recoge una receta médica (Foto: Freepik)
Personal de Farmacia recoge una receta médica (Foto: Freepik)

La polimedicación es un problema de salud pública en aumento debido al envejecimiento de la población y a la aparición de más tratamientos farmacológicos para pacientes que antes no tenían. En los últimos años la cantidad de pacientes que toman más de cinco fármacos se triplicó, y aquellos que toman más de 10 y 15 medicamentos se multiplicaron por 10.

Se calcula que a nivel global hay un 27% de pacientes polimedicados. “Un tercio está conformado por los mayores de 65 años”, indica Eduardo Santué, vicepresidente segundo de la Sociedad Española de Farmacia Comunitaria (SEFAC) a este medio. Estos pacientes tienen en muchos casos patologías como hipertensión, diabetes, problemas cardiovasculares, respiratorios… que a través de la medicación son controlados y evitan empeoramiento de la enfermedad, de necesitar mayores tratamientos o de hospitalizaciones.

“Muchos de los fármacos de estos pacientes son de costes muy bajos, de 3 o 4 euros, y aunque luego están aquellos pacientes que por ejemplo necesitan inhaladores que ya suben a los 60 euros, estos no son cifras que suponga un gasto importante”

La dispensación de recetas médicas supone “un uso importante de recursos por parte del sistema sanitario”, recoge el estudio del grupo Polimedicado ‘Intervenciones para los Cuidados del paciente Polimedicado en Enfermería’. Según la investigación, solo entre julio de 2012 y junio de 2013 el gasto de receta médica ascendió a 10.877 millones de euros, con una media de gasto mensual en factura farmacéutica pagada de más de 900 millones de euros.

Esto supone un gasto superior al 20% del gasto sanitario total, próximo a países como Italia o Portugal, pero muy por encima de otros países como Noruega o Dinamarca, que tienen un gasto menor de 10% de gasto, como indica otro estudio de la plataforma Polimedicado ‘Polimedicación y Salud: Estrategias para la adecuación terapéutica’. De estas cifras una gran parte pertenece a la polimedicación.

Contando que a partir de esta fecha los pacientes polimedicados siguieron aumentando, lo cierto que el impacto económico de la receta de polifarmacia en el gasto sanitario es importante, pero no es uno de los principales gastos. “Muchos de los fármacos de estos pacientes son de costes muy bajos, de 3 o 4 euros, y aunque luego están aquellos pacientes que por ejemplo necesitan inhaladores que ya suben a los 60 euros, estos no son cifras que suponga un gasto importante”, señala Santué.

El incremento de los efectos adversos por la medicación, tratamientos innecesarios, interacciones, falta de adhesión o duplicidades asociadas a la polimedicación provocan un mayor gasto de los recursos sanitarios.

LOS RETOS ECONÓMICOS DE LA POLIMEDICACIÓN

En muchos casos no es el propio gasto de la receta el que hace aumentar el gasto por encima de lo que se debería, sino que esta receta sea un tratamiento que no haga falta en el abordaje del paciente. “Un ejemplo claro es el omeoprazol. Se receta por encima de lo que se necesita y en algunos casos cuando no hace falta”, indica Santué. “Aunque es muy barato, su gran consumo genera un gasto”.

 La deprescripción, permite ajustar la medicación, reducir la cantidad de fármacos o retirar aquellos que provocan efectos secundarios importantes

A este consumo se suma la receta de tratamientos que no son adecuados y la desadherencia de los pacientes. Al final un paciente que no está bien tratado es un paciente más costoso. Imaginemos a un paciente que no está tomando su pastilla para la hipertensión. Este paciente ha estado durante meses tomándola, pero al ver que la presión sanguínea está estabilizada deja de tomarla.

El cambio no se producirá al momento, pero a las pocas semanas la tensión comenzará a subir de nuevo, la sangre comenzará a correr con más ímpetu por los vasos sanguíneos, pudiendo provocar importantes daños en las venas, en el corazón por el bombeo o incluso en los riñones por la cantidad de sangre que hace complicado filtrar las toxinas que lleve. Este paciente empeorará y necesitará más tratamientos, estos seran más invasivos e incluso precisrán de ingresos hospitalarios, todo ello más caro que el medicamento.

“Actualmente con la deprescripción se ha está trabajando para evitar este hecho”, señala Santué. La deprescripción, permite ajustar la medicación, reducir la cantidad de fármacos o retirar aquellos que provocan efectos secundarios importantes. Estos efectos secundarios, de hecho, son otros de los principales aumentos de gasto de la polifarmacia.

Según los expertos, esto se solucionaría con programas formativos, mayores comunicaciones entre los profesionales, promover un uso racional de los medicamentos, mayor tiempo para poder prescribir y deprescribir correctamente, y programas de cribado para evitar el infradiagnóstico y poder tratar a los pacientes antes de que su situación sea muy grave. Estrategias que actualmente no están funcionando, que se caracterizan por importantes inequidades al deberse a las decisiones de cada Comunidad Autónoma.

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