Este año se celebraba la temporada de la gripe 2022-2023 con una nueva arma que por fin llegaba a España: la vacuna intranasal. Esta terapia preventiva de virus atenuados de la gripe, en vez de inactivos, destinada a los niños de entre 2 y 17 años, como indica la autorización europea, ha mostrado ofrecer una inmunidad más robusta contra los influenzavirus que las vacuna utilizadas desde hace años y de administración subcutánea. “Al hacer una inmunidad en la mucosa nasal no solo evitan la enfermedad, sino también la infección y con eso la trasmisión”, explica a Consalud.es el Dr. Fernando Moraga-Llop, pediatra, portavoz y vocal senior de la Asociación Española de Vacunología (AEV).
El éxito de esta vacuna, que se inocula por la misma vía que los virus salvajes, ha llevado a la consideración de este tipo de formato de inoculación como beneficioso para otras patologías. Es el caso de la Covid-19, para la que investigadores como el Dr. Luis Enjuanes está desarrollando un “suero” de administración intranasal con capacidad esterilizantes; pero también se está trabajando actualmente para desarrollar una contra la tosferina, una patología respiratoria bacteriana que en los más pequeños pueden causar ingresos en la UCI. Para esta patología existen distintos tipos de vacunas, en las que se combinan el componente de la tosferina con el de otras enfermedades infecciosas, como la difteria o el tétanos. Todas ellas inyectables.
En el caso de la intranasal, además de la de la gripe, existió una vacuna anticatarral/antigripal que no consiguió mostrar eficacia
Hay cinco tipos de formatos de inoculación de estos fármacos: intradérmica, subcutánea, intramuscular, oral e intranasal. Cada modelo se ajusta mejor a unas patologías que a otras, aunque lo cierto es que la intramuscular es las más frecuente y utilizada en general. La siguiente forma de aplicación más usada es la subcutánea, por la que se inocula el producto en el tejido adiposo que se encuentra debajo de la piel y encima del músculo, es el lugar de la inyección de la vacuna triple vírica, la varicela, la neumocócica polisacárida y la fiebre amarilla.
El resto de formatos son muy poco frecuentes, por ejemplo la intradérmica solo se utiliza en nuestro país para la administración de la vacuna de la tuberculosis (BCG) y la oral se utiliza a nivel mundial para la indicación contra el rotavirus, cólera, la fiebre tifoidea y la polio. En el caso de la intranasal, además de la de la gripe, existió una vacuna anticatarral/antigripal que no consiguió mostrar eficacia, al no poder enfrentar la gran cantidad de gérmenes implicados en los procesos catarrales, indica el Dr. Moraga-Llop.
¿POR QUÉ HAY MENOS EN OTROS FORMATOS?
La vacuna intranasal contra la gripe tiene una importante ventaja: se introduce por la misma vía que el influenza, por el sistema respiratorio. Su composición de virus atenuado permite al sistema inmunitario recordarlo fácilmente, al mismo tiempo que crea una respuesta inmune local y general. Su importancia reside en que no solo protege al niño de la enfermedad, sino que también evita que se infecte y, por tanto, que lo transmita, lo que bloquea la principal vía transmisora de la cadena epidemiológica de esta patología.
“Es especialmente destacable el valor de la intranasal para enfrentar las patologías respiratoria, porque es la misma vía por la que entra el virus para infectar y producir la enfermedad"
“Los más pequeños eliminan más cantidad de virus y durante más tiempo cuando se infectan, eliminándolo antes de que empiecen los síntomas. Esto les hace más contagiosos, también su relación con el resto de la sociedad y la falta de diagnóstico, pues los menores de 6 años tienen otra manifestación de la gripe que los adultos”, recuerda el Dr. Moraga-Llop. Solo existe este modelo inhalado de vacunas, algo que se debe principalmente a que hay todavía muy pocos de estos productos para las diferentes infecciones respiratorias.
No existen vacunas ni para rinovirus ni para otros tipos de coronavirus que también provocan procesos respiratorios. Esto hace que no se haya trabajado tanto en el desarrollo de estos formatos. Tampoco en los tipos orales. La vacuna oral de la polio, con poliovirus atenuados, demostró en 1962 ser más eficaz que su predecesora inyectada con virus inactivos o muertes. Su uso, sin embargo, ha ido cayendo a nivel mundial con la erradicación de la polio en muchos países.
En su momento hubo conatos de vacunas comestibles, como otro formato posible, aunque lo cierto es que, por el momento, no ha sido eficaz. “La inyectable, la oral y la intranasal son los formatos más utilizados”, indica el Dr. Fernando Moraga-Llop. “Es especialmente destacable el valor de la intranasal para enfrentar las patologías respiratoria, porque es la misma vía por la que entra el virus para infectar y producir la enfermedad, si con la vacuna hacemos el mismo paso que el virus salvaje es más eficaz”, concluye el experto.