Los corticoides han demostrado jugar un papel fundamental a la hora de abordar procesos inflamatorios del cuerpo humano, como bien se pudo demostrar durante la pandemia de la Covid-19. Algunos de estos fármacos, como la dexametasona, lograron reducir la mortalidad, pero fueron sin embargo perjudiciales al ser aplicados ante los primeros síntomas.
Y es que tal es su actividad inmunodepresora que debilita la respuesta inmune primaria, algo que provoca retrasos en la eliminación de la infección. Por todo ello, fue precisamente en marzo de 2020, al poco de empezar la pandemia, cuando el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) organizó una Plataforma Temática Interdisciplinar (PTI) denominada Salud Global, con el objetivo de hacer frente a los retos derivados del Coronavirus.
Más de 400 investigadores de 144 grupos de investigación formaron parte de Salud Global, y varios de ellos, unidos en un equipo multidisciplinar, son los que han desarrollado un nuevo antiinflamatorio con menos efectos adversos y toxicidad que los mencionados corticoides. Se trata, en concreto, del derivado sintético de un compuesto de origen vegetal -andrografólido, el principio activo de la planta Andrographis paniculata, endémica de ciertas regiones de la India, Sri Lanka y otras áreas del sudeste asiático-, el cual han denominado AG5.
Han demostrado su capacidad para inhibir algunos de los efectos más graves de los procesos inflamatorios asociados a infecciones como la Covid-19 o el cáncer
De él han demostrado, a través de experimentaciones con modelos animales -ratones, ratas y conejos-, su capacidad para inhibir algunos de los efectos más graves de los procesos inflamatorios asociados a infecciones como la Covid-19 o el cáncer. Su investigación preclínica, con el estudio toxológico en los citados animales, está casi completa, y ya están preparando la producción industrial del fármaco.
De hecho, en 2023 fue aprobada una patente española, que actualmente se está extendiendo a Europa y Norteamérica, y también se ha presentado recientemente otra patente europea. Así, el siguiente objetivo del equipo de investigación es ahora solicitar a la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) una autorización para ensayos clínicos de fase I y II en terapia de la enfermedad del hígado graso.
También esperan que AG5 sea útil a la hora de tratar otras enfermedades inflamatorias crónicas, como la artritis reumatoide, la enfermedad de Crohn o la inflamación pulmonar, además del mencionado cáncer y Covid-19. Sobre el primero, la importancia de este nuevo antiinflamatorio radica en que evita la supresión de la respuesta inmune primaria que suelen provocar los corticoides y que facilita el desarrollo del tumor.
Los investigadores esperan que AG5 pueda ser un potencial sustituto de la dexametasona y de los corticoides en general
Sobre el segundo, han comprobado que es capaz de inhibir la tormenta de citoquinas en ratones humanizados infectados con el virus SARS-CoV-2 sin suprimir por completo la respuesta inmunitaria. Las pruebas in vitro han demostrado de igual manera que AG5 es un inhibidor de la caspasa-1, una enzima implicada en la maduración de mediadores del sistema inmune, y que es capaz de modular la respuesta inmune en procesos inflamatorios asociados a infecciones bacterianas y virales.
Según indica CSIC en un comunicado, este nuevo compuesto fue seleccionado a través de un cuidadoso estudio de detección de derivados estructurales de andrografólido para mejorar la eficacia y minimizar la toxicidad. En definitiva, los investigadores que han participado en su desarrollo esperan que AG5 pueda ser un potencial sustituto de la dexametasona (de los corticoides en general), ya que, además de preservar el sistema inmune innato, tiene muchos menos efectos adversos y toxicidad.
Dichos investigadores pertenecen al Instituto de Instrumentación para Imagen Molecular (i3M); Instituto de Tecnología Química (ITQ), Instituto de Investigaciones Marinas (IIM-CSIC); Centro de Investigaciones Biológicas Margarita Salas (CIB-CSIC); Instituto Nacional de Investigación y Tecnología Agraria y Alimentaria (INIA-CSIC); Centro de Investigación Médica Aplicada (CIMA, Universidad de Navarra); Clínica Universidad de Navarra (CUN); y al Instituto Maimónides de Investigación Biomédica de Córdoba (IMIBIC, Hospital Universitario Reina Sofía de Córdoba).