La falsificación de recetas, el uso fraudulento de medicamentos y el abuso de determinados fármacos son un problema creciente ya que el número de delitos relacionados con el tráfico ilegal de medicamentos se ha incrementado el año pasado hasta los 5.063, en una línea ascendente que lleva a superar los 6.000 en el primer trimestre de 2024, según se ha puesto de manifiesto en Infarma Madrid 2024.
Estos delitos cubren medicamentos falsos fabricados por laboratorios clandestinos. Hasta 15 laboratorios se han identificado este año en España de organizaciones criminales que han entrado en este ámbito, porque la tipificación del delito es menor, según ha explicado el inspector jefe de Policía Nacional, jefe de la Sección de Consumo de Medio Ambiente y Dopaje (UDEV Central), Juan José Castro. Una vía de acceso a estos productos es a través de la paquetería, "porque es imposible de controlar".
También se detectan falsificados de propiedad industrial, fraudes y delitos asociados o falsificaciones de recetas a través de las farmacias. "Lo más normal es el vaciado de la tarjeta sanitaria, lo que ya se ha prescrito al paciente no se le dispensa al paciente, sino que se saca por otro lado", ha alertado.
Otra forma de defraudar es mediante las recetas privadas, donde pueden falsificar sellos de distintos médicos. "Estamos muy atentos con el Fentanilo o el Rivotril, donde se han detectado laboratorios clandestinos en Europa. Luchamos a través de la formación y la colaboración con las áreas de inspección, con los farmacéuticos, con presencia en todos los foros internacionales posibles, identificando modus operandi nuevos", ha explicado el inspector jefe.
"Estamos muy atentos con el Fentanilo o el Rivotril, donde se han detectado laboratorios clandestinos en Europa. Luchamos a través de la formación y la colaboración"
Para la directora general de Inspección y Ordenación Sanitaria de la Comunidad de Madrid, Pilar Jimeno, se trata de "un problema que afecta a la integridad del sistema de salud que pone en riesgo la salud de los ciudadanos y que socava los controles y la seguridad del sistema". Jimeno ha instado a "buscar sinergias para trabajar en colaboración y con estrategias que nos permitan combatir este problema que va en aumento".
La actuación de la Inspección revela falsificaciones de recetas para obtener ilegalmente medicamentos con destino al mercado ilegal o con fines no terapéuticos. Las recetas oficiales privadas en formato papel son las más susceptibles de fraude y, en menor proporción, las privadas en formato electrónico o las recetas oficiales públicas en formato papel o las órdenes de medicación de hospitales.
La directora general ha instado a cumplir con la regulación que obliga a consignar el DNI de la persona a quien se entrega la medicación psicotrópica y/o estupefaciente, "que no tiene por qué coincidir con la persona que lo tiene prescrito y que supone la protección del farmacéutico".
En esta línea, el vicepresidente primero del Colegio Oficial de Farmacéuticos de Madrid, Óscar López, ha reivindicado "más apoyo y soporte para luchar contra las falsificaciones de recetas desde las oficinas de farmacia", así como cobertura de la actuación profesional que ampara la ley para "no dispensar los medicamentos cuando observemos una falsificación o un fraude".
ANSIOLÍTICOS, SEDANTES, CODEÍNA: LAS FALSIFICACIONES MÁS FRECUENTES
Por su parte, el director del Instituto de Estudios de las Adicciones IEA-CEU de la Universidad CEU San Pablo, Luis Fernando Alguacil, ha identificado los ansiolíticos y sedantes, como las benzodiacepinas, y los fármacos con codeína como los medicamentos más frecuentes en recetas falsas.
Entre las causas de la falsificación de recetas y el uso fraudulento de medicamentos, ha apuntado a la automedicación en el caso de enfermedades no controladas por la medicación prescrita o la abstinencia generada por fármacos que producen dependencia. Otro origen está en el consumo recreativo, especialmente de fármacos psicoactivos euforizantes, potenciadores o suplantadores, así como la introxicación de fármacos activos utilizados en la sumisión química y el comercio de fármacos psicoactivos, entre otros fármacos.
El elevado consumo de hipnosedantes, con o sin receta, entre la población española es una de las realidades más apremiantes, según ha expuesto. El 20% de las personas entre 55 y 64 años se encuentra bajo tratamiento de estos fármacos, siendo las mujeres el grupo de población que recurre más a estos medicamentos, con un 16% del total entre 15 y 64 años, según datos de la Encuesta sobre Alcohol y Drogas en España.
"Faltan indicadores objetivos que permitan predecir adecuadamente el riesgo individual de abuso de opioides"
Otra tendencia peligrosa extendida es la combinación de benzodiacepinas, que provocan tolerancia y dependencia física, y otros sedantes, como el Rivotril, junto al consumo de hachís, alcohol o pegamento. Conocida como karkubi, esta mezcla tiene efectos sinérgicos que pueden provocar alucinaciones, conductas agresivas, amnesia, euforia o conducir a adicciones graves e incluso el coma, entre otras alteraciones.
También se tiene constancia del purple drank, una droga elaborada a partir de un jarabe para la tos que contenga codeína como principio activo y que se consume con diferentes refrescos o bebidas energéticas de fácil acceso y muy populares entre la población más joven.
Los expertos también se han mostrado preocupados por la falsificación de opiáceos mayores, como el fentanilo, un derivado de la morfina responsable de la epidemia que ha provocado miles de muertes en Estados Unidos y que se ha identificado en España en la falsificación de recetas médicas. "Faltan indicadores objetivos que permitan predecir adecuadamente el riesgo individual de abuso de opioides", ha señalado Luis Fernando Alguacil.