Estados Unidos ha denunciado recientemente la epidemia que supone en el país el consumo de opioides, llegando a hablar de sobredosis de este tipo de fármacos. De hecho, la propia Agencia Estadounidense de Medicamentos (FDA, en sus siglas en inglés) ha anunciado medidas específicas para limitar o controlar las recetas de estos medicamentos emitidas por los médicos, así como la administración y dispensación por parte de enfermeros y farmacéuticos.
En el caso de España, el consumo de opioides ha aumentado de manera significativa en los últimos años. Así lo revela el último informe al respecto de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (Aemps). En concreto se han pasado de las 7,25 dosis por habitante y día (DHD) en 2008 a las 13,31 en 2015, lo que supone un incremento del 83,59%.
El tratamiento del dolor crónico comprende estrategias tanto farmacológicas como no farmacológicas. Dentro de las farmacológicas se encuentran los analgésicos no opioides, opioides y coadyuvantes (utilizados para prevenir o tratar los efectos secundarios de los analgésicos o potenciar la analgesia de estos últimos).
Los fármacos opioides constituyen un grupo de fármacos que se caracterizan por poseer afinidad selectiva por los receptores opioides centrales y periféricos inhibiendo la transmisión de la entrada nociceptiva y la percepción del dolor. Son ampliamente aceptados para el tratamiento del dolor agudo severo y del dolor crónico de moderado a severo que no responde a otros tratamientos. El uso de estos medicamentos se asocia con desarrollo de dependencia física y adicción, lo cual está siendo un importante problema de salud en países desarrollados debido al potencial riesgo de abuso de estas sustancias.
Sólo en 2015, más de 33.000 estadounidenses murieron de sobredosis con estos fármacos
En este sentido, la FDA potenciará, por ejemplo, la información sobre otro tipo de terapias para tratar el dolor y no recurrir siempre a este tipo de medicamentos. De esta manera, se intentará reducir las consecuencias negativas de salud pública que provoca el exceso de esta medicación. Sólo en 2015, más de 33.000 estadounidenses murieron de sobredosis con estos fármacos, y más de la mitad de las muertes estaban relacionadas con medicamentos recetados.En el caso de España, el consumo de opioides ha aumentado de manera significativa en los últimos años. Así lo revela el último informe al respecto de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (Aemps). En concreto se han pasado de las 7,25 dosis por habitante y día (DHD) en 2008 a las 13,31 en 2015, lo que supone un incremento del 83,59%.
El tratamiento del dolor crónico comprende estrategias tanto farmacológicas como no farmacológicas. Dentro de las farmacológicas se encuentran los analgésicos no opioides, opioides y coadyuvantes (utilizados para prevenir o tratar los efectos secundarios de los analgésicos o potenciar la analgesia de estos últimos).
Los fármacos opioides constituyen un grupo de fármacos que se caracterizan por poseer afinidad selectiva por los receptores opioides centrales y periféricos inhibiendo la transmisión de la entrada nociceptiva y la percepción del dolor. Son ampliamente aceptados para el tratamiento del dolor agudo severo y del dolor crónico de moderado a severo que no responde a otros tratamientos. El uso de estos medicamentos se asocia con desarrollo de dependencia física y adicción, lo cual está siendo un importante problema de salud en países desarrollados debido al potencial riesgo de abuso de estas sustancias.