La seguridad química se posiciona como uno de los principales objetivos a la hora de proteger la salud humana, animal y el medio ambiente, los tres pilares sobre los que se sustenta el cada vez más extendido enfoque One Health. La Organización Mundial de la Salud (OMS) advierte de que cada año se producen más de dos millones de fallecidos en todo el mundo como consecuencia de la exposición a productos y sustancias químicas. En este sentido, uno de los más peligrosos son las dioxinas.
Las dioxinas son compuestos químicos que se producen a partir de los procesos que combustión que implican al cloro y han sido definidas por la OMS como “contaminantes ambientales persistentes” (COP, por sus siglas en inglés). Las dioxinas se encuentran en todo el mundo presentes en el medio ambiente y se acumulan en la cadena alimentaria, principalmente en el tejido graso de los animales.
El término "dioxinas" se emplea con frecuencia para hacer referencia a la familia de dibenzoparadioxinas policloradas (PCDD, por sus siglas en inglés) y dibenzofuranos policlorados (PCDF, por sus siglas en inglés) estructural y químicamente relacionados. Ciertos bifenilos policlorados (PCB, por sus siglas en inglés) similares a las dioxinas con propiedades tóxicas similares también se incluyen bajo el término "dioxinas". Se han identificado unos 419 tipos de compuestos relacionados con las dioxinas, pero se considera que solo unos 30 de ellos tienen una toxicidad significativa, siendo el TCDD el más tóxico.
Más del 90% de la exposición humana se produce a través de los alimentos, principalmente carnes y productos lácteos, pescados y mariscos. Las dioxinas son altamente tóxicas y provocan numerosos problemas de salud afectando a corto plazo, por ejemplo, a la capacidad reproductiva, provocan daños en el sistema inmunológico, interfieren con las hormonas e incluso pueden provocar cáncer. La exposición a corto plazo de humanos a altos niveles de dioxinas puede provocar lesiones en la piel, como cloracné y oscurecimiento irregular de la piel, y alteración de la función hepática.
“Debido a la omnipresencia de las dioxinas, todas las personas tienen antecedentes de exposición, que no se espera que afecten la salud humana. Sin embargo, debido al potencial altamente tóxico, se deben realizar esfuerzos para reducir la exposición de fondo actual”, alertan los expertos de la OMS.
Se han identificado unos 419 tipos de compuestos relacionados con las dioxinas, pero se considera que solo unos 30 de ellos tienen una toxicidad significativa, siendo el TCDD el más tóxico
La prevención o reducción de la exposición a las dioxinas en humanos se realiza mediante medidas focalizadas en la fuente, es decir, a través de un control estricto de los procesos industriales con el objetivo de reducir su formación. Razón por la que cada vez son más las autoridades nacionales que despliegan programas de monitorización y control del suministro de alimentos.
La prevención es una de las medidas fundamentales a la hora de reducir el impacto en la salud de las dioxinas, ya que una vez han ingresado en nuestro cuerpo, permanecen durante mucho tiempo gracias a su estabilidad química y su capacidad para ser absorbidas por el tejido adiposo donde quedan almacenadas.
Las estimaciones hechas públicas por la OMS revelan que su tiempo de vida medio estimado en nuestro organismo oscila entre los siete y los 11 años. En el medio ambiente se acumulan principalmente en la cadena alimentaria. Hecho sobre el que los expertos indican que cuanto más arriba se encuentra el animal en la cadena alimentaria, mayor será la concentración de dioxinas.
Entre las medidas recomendadas a los consumidores para reducir el riesgo de exposición se sugiere la eliminación de la grasa de las carnes, consumir productos lácteos bajos en grasas y cumplir con una dieta equilibrada para evitar la exposición a una única fuente
A pesar de que las dioxinas son principalmente subproductos de procesos industriales, también pueden generarse mediante procesos naturales como las erupciones volcánicas o los incendios forestales.
“En términos de liberación de dioxinas al medio ambiente, los incineradores de desechos no controlados (desechos sólidos y desechos hospitalarios) suelen ser los peores culpables, debido a la quema incompleta. Se dispone de tecnología que permite la incineración controlada de residuos con bajas emisiones de dioxinas”, informa la OMS.
En este sentido los expertos de la agencia de salud de la ONU enfatizan en que aunque la producción de las dioxinas se produce a nivel local, su distribución ambiental es global.” Los niveles más altos de estos compuestos se encuentran en algunos suelos, sedimentos y alimentos, especialmente en productos lácteos, carnes, pescados y mariscos. Se encuentran niveles muy bajos en las plantas, el agua y el aire”, informan.
“Debido a la omnipresencia de las dioxinas, todas las personas tienen una exposición de fondo y un cierto nivel de dioxinas en el cuerpo, dando lugar a la denominada carga corporal. No se espera que la exposición de fondo normal actual afecte la salud humana en promedio. Sin embargo, debido al alto potencial tóxico de esta clase de compuestos, se deben realizar esfuerzos para reducir la exposición de fondo actual”, aseguran desde la OMS, que indica que entre los grupos más vulnerables se encuentran los fetos en desarrollo y algunos tipos de personas como los grandes consumidores de pescados en ciertas partes del mundo o trabajadores de plantas de incineración o eliminación de desechos peligrosos.
Entre las medidas recomendadas a los consumidores para reducir el riesgo de exposición se sugiere la eliminación de la grasa de las carnes, consumir productos lácteos bajos en grasas y cumplir con una dieta equilibrada para evitar la exposición a una única fuente.