Después de seis años de carrera y uno adicional, como mínimo, para preparar el examen MIR llega ese momento tan soñado para cada médico: conseguir una plaza para formarse en la especialidad. Todo este periplo hace que, cuando surgen las dudas de si la elección fue la adecuada, sea más difícil plantearse renunciar.
Pero, ¿qué consecuencias tiene el abandono de la plaza MIR? “La primera vez que un residente de Medicina deja la plaza, no tiene ninguna consecuencia a nivel legislativo y el aspirante puede inscribirse de nuevo en el examen”, explica a Consalud Mª Consejo Ortí Verdet, portavoz de la Academia CTO. En cambio, si un candidato renuncia dos veces consecutivas, tendría que esperar dos convocatorias hasta poder hacer de nuevo la prueba, según el Real Decreto 639/2014. “Aunque este decreto dejó de estar vigente por el Tribunal Supremo en la convocatoria 2017-2018”, matiza Ortí Verdet, quien en su momento pasó por esta situación.
A su juicio, los motivos más frecuentes que llevan al abandono de la plaza MIR son el incumplimiento de las expectativas, el escoger una especialidad distinta a la que se quería por falta de nota y, aunque es menos habitual, encontrar un mal ambiente laboral en el hospital.
LA EXPERIENCIA DE DOS MIR
Empezar la residencia y ver que no es cómo te lo habías imaginado fue el caso de Ignacio Martín-Oar, actual R2 de Familia en el Hospital de Valme, en Sevilla. “Hice el MIR en 2015 y elegí Neurología en el Hospital Virgen del Rocío, que era lo que quería porque era la especialidad que más me había gustado cuando empecé a estudiar”, recuerda Martín-Oar.
Una vez empezó la residencia, este MIR empezó a tener las primeras dudas porque aunque la patología que engloba la Neurología le parecía muy interesante, la parte asistencial no tanto. “Al principio empiezas con mucha ilusión y, ante las dudas, no sabes bien si es por la especialidad o por ser los primeros años de la residencia. En mi caso, al final me di cuenta que prefería una especialidad más generalista”, relata Martín-Oar. “Me hice la siguiente pregunta: ¿quiero ser neurólogo? Y llegó el momento que la respuesta era no”, comenta este residente que, tras un año como MIR de Neurología, abandonó su plaza y volvió a presentarse al examen.
“En mi lugar, yo vi claro que me había equivocado a los pocos meses de empezar, intenté con esfuerzo que me gustase, disfrutar del día a día, pero aun así no me veía toda la vida haciendo lo que hacía. Tomé la dura decisión de dejarlo y presentarme de nuevo al MIR”, apunta Ortí Verdet.
CÓMO TOMAR LA DECISIÓN
Ambos residentes coinciden en la importancia que tiene el apoyo en familiares y amigos a la hora de tomar la decisión así como eran conscientes del vacío que dejaban en el servicio que abandonaban. “Es algo muy difícil, porque dejas un estado de estabilidad laboral por volver a la aventura del MIR, y todo por un instinto de que ese no es tu camino”, indica Ortí Verdet.
En este sentido, Martín-Oar destaca que lo primero que hizo fue “ser honesto consigo mismo”, y tras tomar una decisión, lo comunicó a su entorno. “La relación con mi servicio era buena y ya les había comentado desde hacía tiempo mis dudas, así que cuando les informé sobre mi decisión todo transcurrió con mucha naturalidad”, explica.
El abandono de la plaza MIR es una decisión personal que debe ser meditada por el residente.
En su caso, después de repetir el MIR optó por Familia pese a que no estaba en sus primeras opciones “porque no la conocía debido a su escaso fomento en la universidad y a la infravaloración de esta especialidad”.
De cara a otros resientes que se encuentren en su misma situación, estos médicos recomiendan tomar un tiempo para valorar qué es lo que falla y hablar con tutores y adjuntos antes de tomar la decisión de abandonar la especialidad.