Llega septiembre y con él, la vuelta al cole. Como cada año, miles de universitarios empezarán su primer año de carrera y otros muchos, cerrarán este ciclo. Es el caso de Sandra Romero y Cristian Lozano. Ella, empieza primero de Medicina en la Universidad de Zaragoza, mientras que él se despedirá en 2023 de la Universidad Jaume I de Castellón, donde va a empezar ahora su sexto curso.
Ambos comparten un sentimiento común: las ganas. Ganas que van acompañadas de ilusión, miedos por las primeras veces y la incertidumbre de qué deparará el futuro. Y es que, tal y como cuenta a este medio Cristian, “nadie sabe cómo es una carrera realmente hasta que la cursa”. Desde el primer año, este estudiante de Medicina supo que era ‘lo suyo’. En parte porque ya comenzó otra carrera radicalmente distinta, Ingeniería Aeroespacial, y descubrió que por ahí, no era. Este sentimiento se confirmó en segundo de Medicina, cuando hizo prácticas en un centro de salud por primera vez.
El sentimiento persiste en Cristian años después, ya que lo que más le entusiasma de este sexto y último curso es, precisamente, las prácticas clínicas en el hospital. “Tener que ir, prácticamente todos los días de aquí a mayo al hospital, es algo nuevo y que espero con muchas ganas”, asegura.
Por su parte, Sandra siempre tuvo claro que quería ser médico. La vocación de ayudar a los demás, la empatía, la voluntad de cuidar y la curiosidad y ganas de aprender, hicieron que se decantase por la Medicina. “Me apasiona pensar que mi cerebro va a estudiarse a él mismo”, reconoce en ConSalud.es. Es por ello que la Psiquiatría, la Neurología o la Neurocirugía, son algunas de las especialidades que más le llaman la atención. La cirugía en general y la cirugía reconstructiva en particular, también rondan la cabeza de esta estudiante.
"Una vez dentro, aprendes a relativizar mucho las cosas, te acostumbras, y tanto la carrera como las experiencias que vives y la gente que conoces durante la misma, merecen mucho la pena”
La joven admite que el camino para llegar hasta aquí no ha sido fácil. “Bachillerato fue una presión continua”, asegura. Sin embargo, toda la presión y el esfuerzo para obtener una nota mayor de 13,277 (la nota de corte para entrar al grado en Medicina en la Unizar este curso) han valido la pena y sabe que una vez haya empezado la carrera, también lo valdrán. “Mi pequeña ‘yo’ estaría muy orgullosa”, comenta Romero, que cree que, si la carrera es como ella imagina, será "impresionante". Y en el caso de que la misma no cumpla sus expectativas, pues “de todo se aprende”.
Para muchos estudiantes, esta presión y autoexigencia se mantienen durante la carrera. De ahí los altos índices de depresión, ansiedad y burnout entre los futuros médicos. El tercer año de Medicina fue desencadenante de “mucha ansiedad y estrés” para Lozano, aunque nada fuera de lo normal. Sin embargo, este casi médico conoce casos de compañeros que sí llegaron al punto de sentir síndrome de burnout.
A día de hoy, Lozano sigue teniendo tan claro como el primer día que quiere dedicarse a la Medicina. Aunque prefiere no utilizar términos como “vocación”, sí cree que ejercer como médico le hará sentir “pleno” y “muy feliz”. Al igual que hacen muchos estudiantes, este joven ha comenzado a prepararse el examen MIR 2024 en sexto. No sabe aún qué especialidad escogerá, aunque las especialidades médicas ganan terreno frente a las quirúrgicas, siendo Pediatría una de las opciones que tiene en mente.
Hablando desde la experiencia, Lozano no duda en enviarle un mensaje a los que como Sandra, comienzan una nueva aventura este septiembre. Este joven prefiere dejar de lado la negatividad, tan a la orden del día en redes sociales, para aconsejar a los novatos que mediten y piensen muy bien si realmente es a lo que quieren dedicarse, en especial porque son muchos años de carrera. "Una vez dentro, aprendes a relativizar mucho las cosas, te acostumbras, y tanto la carrera como las experiencias que vives y la gente que conoces durante la misma, merecen mucho la pena”, concluye Lozano.