Aragón fue, en la convocatoria MIR (Médico Interno Residente) de 2024, una de las comunidades autónomas que dejó plazas sin cubrir, todas ellas en el entorno rural: cuatro en Calatayud (Zaragoza), siete en Alcañiz (Teruel) y seis en Barbastro (Huesca), siendo esta última, además, una de las únicas tres unidades docentes de España que no ha logrado adjudicar ni una sola vacante de las que ofertaba, junto a la de Coria, en Cáceres, y Miranda de Ebro, en Burgos. Vuelve a repetirse la misma historia: los médicos jóvenes no quieren ir a los pueblos.
Por eso, las diputaciones provinciales de Zaragoza, Teruel y Huesca, pusieron en marcha hace un año el programa Desafío, una iniciativa que busca dar a conocer el entorno rural entre los médicos y enfermeros que todavía están en la universidad a través de prácticas en localidades aragonesas alejadas de los grandes núcleos de población. Y parece que, de momento, el programa está surtiendo efecto, puesto que ya son 33 los estudiantes de la Universidad de Zaragoza que han rotado por ellas: 23 del grado en Medicina y diez del grado en Enfermería.
“Si ese es el objetivo, cumple su misión. Te permite conocer una posibilidad en la que muchas veces ni siquiera piensas cuando estás en la carrera. Y, aunque sean entornos algo distintos, te ofrecen otras oportunidades, otros pros”. Habla Rubén Camarero, un estudiante de Medicina que afronta su último año de carrera y que, por segundo año consecutivo, ha decidido pasar un mes del verano haciendo prácticas de Medicina de Familia en la localidad de Monzón.
“Al estar más solo, a veces te tienes que buscar la vida, y aprendes mucho"
Rubén no conocía prácticamente nada sobre Monzón cuando le llegó un correo de su universidad ofreciéndole esta posibilidad. Le tocó el destino casi de manera aleatoria, pero un año después fue él mismo quien pidió volver allí para trabajar en el centro de salud de la localidad altoaragonesa. “Las prácticas son realmente de Medicina de Familia, pero, como es un centro grande, también tuve la posibilidad de pasar por otros servicios”, recuerda el joven.
El caso de Pablo Jariod, alumno de quinto de Medicina, es algo distinto. Él eligió la localidad de Biescas, mucho más pequeña que Monzón, porque ya la conocía; y, al contrario que Rubén, quien tuvo que buscar una habitación para alquilar, disponía del alojamiento de sus padres. “Me hacía mucha ilusión trabajar en el sitio en el que llevo veraneando desde que era pequeño”, señala. De hecho, Biescas ni siquiera figuraba originalmente en el programa, aunque Pablo no tuvo demasiados problemas para establecer el convenio con el centro de salud del municipio.
Una vez allí, además, el futuro médico pudo vivir aún más si cabe la experiencia de trabajar en el entorno rural, ya que hizo las prácticas en los consultorios de Sállent de Gallego (1.480 habitantes) y Panticosa (800), ambos dependientes de Biescas y famosos por las estaciones de esquí (en el caso de Sallent, la de Formigal). Pablo no pudo visitar otros servicios, aunque sí recibió nociones básicas de urgencias, la especialidad de su tutora: “Al estar más solo, te tienes que buscar la vida, y aprendes mucho. Eso se nota, ves a los médicos de allí muy preparados en todos los campos, haciendo cosas que igual los de aquí de Zaragoza no. Por ejemplo, muchas veces se tienen que unir a los del 061 para atender casos de primeros auxilios”.
"Las doctoras me contaron que la asistencia en esos lugares del Pirineo cambia mucho en invierno, y que es interesante conocerlo"
Dos veces por semana, el joven maño se unía a sus compañeros de enfermería y participaba en la extracción de sangre, algo que nunca había visto en la carrera. También aprendió a hacer pequeñas suturas y exploraciones de distintas partes del cuerpo, a utilizar bien el fondendoscopio, el otoscopio, el dermatoscopio… “Cuesta más derivar al especialista, la gran mayoría están en Huesca o incluso ya en Zaragoza. Además, el trato con el paciente es mucho más cercano, esa fue la segunda cosa que más me gustó de estas prácticas extracurriculares”.
UNA MENTE MÁS ABIERTA PARA EL FUTURO
Ambos encaran ya la última etapa de sus respectivas carreras universitarias. Quien más cerca ve el final es Rubén, que, si todo va bien, dentro de menos de un año estará ya graduado y preparándose el MIR para convertirse en especialista: aunque todavía no lo tiene claro, cree que tirará por alguna especialidad quirúrgica. También duda Pablo, quien prefiere esperar a hacer sus prácticas de quinto y sexto para terminar de decantarse por una especialidad. Sin embargo, comenta, la rotación por Panticosa y Sallent de Gállego le ha hecho abrir los ojos y plantearse una posibilidad que, como comentaba anteriormente Rubén, no contemplaba.
“Todavía me falta rotar por muchos servicios para decidirme, sobre todo de la parte quirúrgica, que todavía no la conozco. Pero, desde luego, gracias a estas prácticas voy a tener en cuenta la Medicina de Familia en el entorno rural para el MIR”, comenta. ¿Y repetir las prácticas, como hizo Rubén al verano siguiente?: “Me lo planteo más durante el curso, porque este año van a sacar las mismas prácticas, pero con la posibilidad de hacerlas curriculares. Las haría en el segundo cuatrimestre de quinto o en el primero de sexto, porque las doctoras me contaron que la asistencia en esos lugares del Pirineo cambia mucho en invierno, y que es interesante conocerlo. Va mucha gente con problemas respiratorios o con lesiones derivadas del esquí”.