El PIR, una opción dura pero que “merece la pena”: “Me han ofrecido quedarme donde yo quiera”

Virginia Martínez nos cuenta qué tal ha ido su experiencia como residente a los pocos días de terminar el PIR

Virginia Martínez, PIR (FOTO: Cedida a ConSalud.es)
Virginia Martínez, PIR (FOTO: Cedida a ConSalud.es)
Manuel Gamarra
10 septiembre 2024 | 19:30 h
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Virginia Martínez había vivido siempre en Sevilla cuando, en enero de 2020, vio cumplido un sueño por el que llevaba luchando cuatro años y que le llevó de golpe y porrazo a la otra punta de España: consiguió una de las cotizadas plazas de psicólogo interno residente (PIR) en el Hospital Arnau de Vilanova de Lleida y comenzó a ejercer su profesión en el ámbito clínico. Ahora, otros cuatro años después, por fin puede decir que su camino ha terminado, y disfruta de un merecido descanso en su localidad natal mientras espera a ver qué le depara el futuro.

“Hoy comienzo mis vacaciones y oficialmente: he terminado la residencia. Cuatro años de una evolución profesional y, sobre todo, personal, que hubiera sido imposible sin la formación PIR. Ahora a por la etapa adjunta”, escribía recientemente Virginia en su perfil de X (antes Twitter), donde cuenta con más de 7.000 seguidores que atienden a sus publicaciones diarias sobre divulgación científica y concienciación dentro del ámbito de la Psicología. Y es que la joven sevillana, después de terminar la carrera de Integración Social, decidió entrar en Psicología, y, una vez graduada por segunda vez, y tomada la decisión de presentarse al PIR, vivió algo que le marcaría para siempre: comenzó a caminar por primera vez en su vida….

“Tuve que pasar varias veces por el quirófano, ir a rehabilitación… todo eso hizo que se retrasase mi preparación”, recuerda Virginia, quien, además, compaginaba el estudio con otros trabajos relacionados con proyectos sociales que le iban saliendo de manera parcial. “Yo lo tenía claro, no me puse plan B. Siempre he sido un poco terca en ese sentido”, añade. Al principio, de hecho, comenzó a prepararse el examen por su cuenta, con manuales que iba encontrando, pero finalmente desistió y decidió apuntarse a una academia, primero presencial y luego online. Pero el tiempo, y las convocatorias, pasaban, y Virginia no conseguía la ansiada plaza… hasta que, para el cuarto intento, pasó a dedicar sus días enteramente al estudio.

“Recuerdo mucho esa sensación de soledad que uno tiene cuando está estudiando el PIR"

“Recuerdo mucho esa sensación de soledad que uno tiene cuando está estudiando el PIR. Ves cómo la gente poco a poco lo va consiguiendo, mientras tú te mantienes ahí…”, comenta. Por eso, no solo dejó de trabajar y se dedicó por entero a estudiar, sino que también retomó una vida personal y social que había permanecido apagada durante mucho tiempo: “Cometí el error de estar siempre pensando en el PIR, encerrada en lo mismo. Y justo cuando empecé a hacer deporte, a volver a salir con amigos y todas esas cosas, fue cuando saqué la plaza”.

“También me motivó mucho el hecho de empezar a caminar con veintitantos, algo que antes parecía imposible. Retroalimentaba mi esperanza y me hacía ver que, si había conseguido eso, por qué no iba a poder también sacar la plaza”, apunta Virginia. Finalmente, sacó plaza con número de orden 188, entrando por el cupo de discapacidad, y siempre tuvo claro que se quería ir fuera de Sevilla. “Tuve varias opciones, entre ellas Galicia y Canarias, pero realmente tenía muchas ganas de conocer Cataluña, un sitio en el que nunca había estado. Lo único que buscaba es que la ciudad tuviese conexión directa de AVE con Sevilla”, comenta la psicóloga.

"Comenzar a caminar con veintitantos años retroalimentaba mi esperanza y me hacía ver que, si había conseguido eso, por qué no iba a poder también sacar la plaza”

Y fue Lleida la elegida… aunque la pandemia le amargó, como a todos, el inicio de la residencia, que finalmente comenzó en septiembre y no en mayo, razón de este final también más tardío de lo habitual. “Fueron días de mucha incertidumbre, porque no sabíamos cuándo teníamos que incorporarnos. Comenzamos a llamarnos los coronaPIRes, aunque eso también nos sirvió para hacer mucha piña entre todos los residentes de las distintas especialidades”. Al final, Virginia entró al hospital el 24 de septiembre de 2020, con la suerte y la tranquilidad que le dio el poder quedarse, además, con el primer piso de alquiler que había visto en su nueva ciudad.

NINGÚN TIPO DE ARREPENTIMIENTO

La ya especialista en Psicología Clínica hace ahora retrospectiva de estos cuatro años que ha pasado rotando por los distintos servicios de salud mental tanto del Hospital Arnau de Vilanova como de otras dos instituciones de la capital de la provincia pirenaica. Y todo ese sacrificio realizado, asegura, ha merecido finalmente la pena. “Cuando llegas allí, como le pasa a todo el mundo, sientes que no sabes de nada, y puede pasar que seas completamente nueva y que te encuentres con otros residentes que ya tienen experiencia clínica privada. Pero la formación PIR es muy progresiva, y te hace sentir muy segura porque te permite ir a tu ritmo”, destaca Virginia, a quien, eso sí, reconoce que el catalán, y el frío de Lleida, se le atragantaron un poco al principio.

"En los sitios en los que he estado en Lleida me han ofrecido quedarme en lo que yo quiera, pero en Sevilla también"

“Yo empecé en hospital de día, y el primer año de residencia fue prácticamente entero de observación. Eres una esponja, estás continuamente viendo cómo trabaja cada profesional y vas cogiendo cosas de todos ellos”, afirma Virginia. Después pasó por los servicios de agudos, psicología de la salud, adicciones, infanto juvenil… y también pudo investigar. “No llegué a empezar el doctorado, aunque es una opción que todavía no descarto. Lo que está claro es que te haces una carrera profesional como psicóloga increíble”, insiste la joven andaluza.

Ahora está en casa, y, aunque le gusta mucho toda la parte de hospital de día, donde se ha especializado en psicosis, todavía no ha decidido hacia donde tirará su trayectoria a partir de ahora. “Ahora mismo hay muchas opciones, y la Psicología Clínica está en su mejor momento. Date cuenta de que, hasta hace poco, tú salías de la residencia y te ibas al paro sí o sí, pero ahora ya no. En los sitios en los que he estado en Lleida me han ofrecido quedarme en lo que yo quiera, pero en Sevilla también. Estoy súper contenta”, sentencia.

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