Luis Adrián Chasco Agüera ha sacado la mejor nota en el examen para convertirse en Psicólogo Interno Residente (PIR) de 2025, un privilegio que le va a permitir ser el primero en elegir plaza dentro de unos meses y especializarse en Psicología Clínica en el hospital público de España que él quiera -y que oferte vacantes, claro-. Cuando se sentó en el aula y le entregaron la hoja del examen, eso sí, no lo tuvo tan claro: llegó a pensar que no iba ni a conseguir plaza, y que tendría que decidir si volver a presentarse de nuevo el año que viene o cambiar de planes.
“Fue súper diferente, terrorífico. Recuerdo que esa noche salimos todos por ahí para celebrar que habíamos terminado, y estábamos diciendo que el año que viene íbamos a tener que estudiar otra vez. Creo que, en general, todo el mundo tuvo un poco esa impresión”, señala el joven psicólogo a ConSalud.es sobre un examen que, desde su academia de preparación, APIR, calificaron de “devastador”. “Ha estado cargado de preguntas ambiguas y transversales, a las que era muy difícil identificar con una u otra asignatura, y que ha frustrado a los aspirantes”, denunciaron entonces a este periódico. “Ya cuando ves las estimaciones dices vale, igual hay posibilidad, pero en ese momento ni de coña, ni por asomo”, recuerda el psicólogo.
Adrián metió su plantilla varios días después, después de que una amiga que también había hecho este año el FIR le dijese que no se le ocurriese hacerlo antes. Fue entonces cuando comprobó que, efectivamente, tenía muchas papeletas de sacar el mejor resultado.
"Fue un examen súper diferente, terrorífico. Creo que, en general, todo el mundo tuvo un poco esa impresión"
“Al ser la primera vez que me presentaba, empecé a prepararme con tiempo, y me apunté a la academia en enero. O sea que he estado estudiando prácticamente un año entero”, destaca Luis, quien reconoce que al principio, eso sí, se encontró “perdidísimo” ante el temario de un examen que es “infinito”: ”Necesitas ese punto de referencia que son los manuales de las academias, donde te viene todo lo que te tienes que saber para el examen resumidito”. Durante la preparación, también vivió de cerca todo el fenómeno de la DANA, aunque él estaba en Valencia capital. Las clases fueron online, cerraron la biblioteca… “estaba súper angustiado por lo que pasaba, porque tengo amigos allí”, comenta.
El futuro especialista creció en La Rioja, pero cursó la carrera de Psicologíaen Valencia, ciudad en la que no le importaría quedarse como residente. Tampoco descarta otras zonas de España, como Madrid, donde vivió durante un tiempo y sabe que saldría “muy bien formado” (“aunque se me hace un poco grande”), o incluso regresar al norte para estar más cerca de su familia. Bilbao, Pamplona, Santander… “La verdad es que no tengo ni idea de dónde voy a acabar, los dos próximos meses los voy a dedicar a visitar hospitales a tope”, asegura. “De hecho, esta semana empecé a hacer una lista con los potenciales centros que me gustarían, intentando poner los mínimos posibles, y al final saqué como diez o quince”, añade entre risas.
Lo que sí tiene claro es que quiere asentarse en alguna ciudad, porque siempre se ha visto a sí mismo como un poco nómada, “moviéndome de aquí para allá”. “En el terreno laboral tampoco tengo mucha idea, porque objetivamente no sé nada de la profesión. He estudiado muchos libros, sé mucha teoría, tengo mucha curiosidad en varias áreas, pero me falta la parte práctica. Quiero estar vinculado al mundo académico, clínico… pero no sé qué es lo que va a pasar. Voy con la mente abierta, y lo que venga, bienvenido será”, subraya Adrián.
UNA DECISIÓN SIN VUELTA DE HOJA
Esta era la primera vez que Adrián se presentaba al examen, algo de lo que no muchas personas pueden presumir. La titulación de Psicología es, después de Biología (BIR), la que menos plazas oferta en relación con la cantidad de gente que aspira a ellas, y hay gente que tiene que esperar varios años hasta que finalmente consiguen su objetivo. “Yo sabía que si tomaba la decisión de presentarme, ya no había vuelta atrás. Iba a dejar todo de lado durante un año y prepararme a tope aquí en Valencia”, recuerda el ex alumno de la UNED.
“Siempre le decía a mis amigos que si no sacaba plaza a la primera no me veía con fuerzas como para presentarme una segunda vez. He dejado todo de lado, y en este último año he sido un muermo de persona”, afirma Adrián, que decidió presentarse al PIR porque no tenía muy claro qué es lo que quería hacer al terminar la carrera “y siempre había valorado mucho la educación pública”. “Me sentiría un fraude si de primeras cobro a alguien por un servicio que sé que no lo estoy dando bien. Lo vi como el paso más natural”, sentencia.