Dejar el PIR después de tres años sin sacar plaza: “Tuve que ir a terapia y buscar un nutricionista”

Esta es la historia de Lucía, la psicóloga que decidió armarse de valor y abandonar el PIR después de tres años seguidos sin conseguir sacar plaza

Lucía, ex opositora PIR (FOTOMONTAJE: ConSalud.es)
Lucía, ex opositora PIR (FOTOMONTAJE: ConSalud.es)
Manuel Gamarra
21 febrero 2025 | 07:00 h

El PIR, la oposición que deben afrontar los psicólogos que quieren formarse y trabajar en el sistema sanitario público, tiene una de las ratios de aspirante por plaza más altas de toda la convocatoria de Formación Sanitaria Especializada (FSE), que también incluye a médicos (MIR), enfermeros (EIR), farmacéuticos (FIR), biólogos (BIR), químicos (QIR) y físicos (RFIR): en 2025, solo ha habido plaza (se convocaron 274) para uno de cada 14 psicólogos admitidos (3.847 en total). Por eso, entra dentro de lo normal que mucha gente se quede fuera cada año.

Eso es precisamente lo que le dijeron a Lucía, una joven psicóloga que se presentó por primera vez en 2022, cuando todavía había que hacer el examen con mascarilla, al no conseguir plaza al primer intento. Lo que ella no se esperaba, sin embargo, es que tampoco lo fuese a conseguir al segundo… ni al tercero. Fueron meses de mucho sufrimiento, hasta el punto de que necesitó acudir a terapia para tratar de encauzar su vida a partir de entonces, pero hoy, tres años después de aquello, puede decir con orgullo que, como pronunció en su día Daddy Yankee, ha conseguido “dejar el pasado atrás” y ayudar a personas que están en su misma situación.

Lo hace a través de su perfil de Instagram, @psicoyvidaconlu, en el que ya roza los 7.000 seguidores. En él, además de contar su experiencia durante todo ese tiempo, ofrece tips para abordar tanto la parte técnica como emocional del proceso. “Quería mostrar qué es lo que pasa si no sacas plaza. Al final, te metes en redes sociales y parece que solo hay gente contenta porque lo ha conseguido, como si eso fuese lo único válido, cuando a lo mejor yo me he esforzado igual o más que esas personas”, señala Lucía en una entrevista concedida a ConSalud.es.

"Te metes en redes sociales y parece que solo hay gente contenta porque lo ha conseguido, como si eso fuese lo único válido, cuando a lo mejor yo me he esforzado igual o más que esas personas”

Lo que encendió la mecha, no obstante, fue un hecho muy concreto: en su último intento, Lucía vivió una experiencia “súper traumática”, cuando, después de un examen de más de tres y horas y media, y antes incluso de que este terminara, los amigos y familiares que esperaban fuera comenzaron a hacer muchísimo ruido, “al nivel de que parecía que estábamos en una discoteca”. “A mí me tocó en una clase que estaba junto a la entrada, y tuvimos hasta que pedirle a las personas que estaban revisando el examen que cerrasen las persianas, porque había gente asomándose a las ventanas”, recuerda Lucía, quien quiso darle visibilidad a este hecho, que, como mucha más gente denuncia en redes sociales, y pudo comprobar in situ este periódico, se produce año sí y año también: “Intenté ponerme en contacto con academias y sitios de sanidad, pero nadie me hizo caso”.

A pesar de ello, esto le sirvió para emprender su camino en Instagram, donde también muestra las salidas alternativas que hay al PIR para los egresados de la carrera. “Lo que más me ha sorprendido es el feedback que recibo, la cantidad de gente que ve mis vídeos, comentan y me escriben porque están en una situación similar a la mía. Ya no solo del PIR, sino de oposiciones distintas o de caminos que no tienen nada que ver con una oposición. Creo que también es lo que me ayuda a continuar, ver que no soy la única ‘rara’ que ha pasado por esto”, asegura Lucía, quien ha emprendido, de hecho, dos de estas salidas de manera simultánea.

A día de hoy, compagina su trabajo en el departamento de recursos humanos de una empresa con el estudio del máster en Psicología General Sanitaria, imprescindible para poder ejercer en el ámbito clínico en nuestro país: “Literalmente, tuve que pedirle a mis amigas que me enseñasen a redactar un currículum, porque desde que terminé la carrera lo único que había hecho era prepararme el PIR. Después, estuve formándome durante tres meses para aprender más sobre cómo era trabajar en el entorno laboral, y así es como me fui metiendo en este mundo. Yo soy una persona que, cuando no sé de algo, escribo y hablo con mil personas”.

SECUELAS MUY DURAS

Lucía no ceja en su empeño de convertirse en psicólogo clínico, aunque ahora lo tenga que hacer desde el ámbito privado. Descartada está ya la opción del PIR, algo a lo que en un principio, reconoce, se metió por la incertidumbre de no saber qué hacer con su futuro laboral, más aún con la inestabilidad de la época de pandemia, “cuando todavía no había el boom con la Psiquiatría que hay ahora”. Pero ella sentía curiosidad por lo que era trabajar en el entorno hospitalario, y su hermano, que es médico y se estaba preparando el MIR a la vez que ella, le habló de las labores de las residentes cuando rotaba por el servicio de Psiquiatría.

"Cuando quieres algo tanto, se acaba convirtiendo en una obsesión, y sentía que, si abandonaba, todo el tiempo y dinero que había invertido durante esos tres años no iban a haber servido para nada"

Estudió muchísimo, dedicaba prácticamente todo su tiempo a ello, y el no conseguir plaza después de su tercera convocatoria seguida fue algo que le destrozó mentalmente, porque cada vez se quedaba más cerca. Todos los simulacros que había hecho le vaticinaban que, esta vez sí, lo iba a lograr, hasta el punto de que estaba “entre las diez, quince primeras de mi academia”. “Yo llevaba ya unos últimos meses muy malos a nivel físico y mental, la situación me estaba sobrepasando. Cuando quieres algo tanto, se acaba convirtiendo en una obsesión, y sentía que, si abandonaba, todo el tiempo y dinero que había invertido durante esos tres años no iban a haber servido para nada, como cuando te metes a preparar el carnet de conducir. El PIR es un camino muy duro y lleno de incertidumbre”, subraya la psicóloga.

Aún así, lo primero que hizo cuando vio que no había conseguido plaza fue buscar terapia, y se dio de plazo hasta el mes de septiembre para decidir si se presentaba por cuarta vez. La decisión final fue que no, y, echando la vista atrás, no se arrepiente para nada, aunque a veces afirma que le vuelve a rondar la idea por la cabeza. “Opositar tiene un impacto muy grande en la persona, y en mi caso yo lo he sentido en todas las áreas de mi ser y de mi vida. Salir de ahí ha sido muy duro, y aún a día de hoy sigo yendo a terapia para lidiar con ello”, insiste. Analíticas horribles, necesidad de buscar un nutricionista… “Piensas ‘madre mía, si me está pasando esto con 25 años, ¿qué ocurrirá cuando me pase algo muchísimo peor en mi vida? Este último año me ha ayudado a crecer personalmente, a descubrir que no pasa absolutamente nada si no consigues sacar la plaza. Hay cosas mucho más importantes”.

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