Dos años de bachillerato y una EBAU excelentes, seis de carrera (con el TFG final incluido), uno de estudio intenso para preparar el MIR y cuatro o cinco más de residente en un hospital. Esto es lo que, como mínimo, tiene que hacer cualquier persona que quiera entrar en la carrera de Medicina, y que evidentemente supone un desgaste muy importante para el que no todo el mundo está preparado. Por eso, cada vez más, surgen iniciativas que tienen como objetivo ayudar al residente en el cuidado de su salud mental.
En la Fundación Galatea trabajan, desde el 2001, año de su fundación, en dar apoyo individual y colectivo a los profesionales sanitarios que presentan malestar emocional, enfermedades mentales y/o conductas adictivas. Lo hacen a través de dos vías: por un lado cuentan, a nivel asistencial, con su propia clínica, que dispone de hospital de día y de unidad de hospitalización con 22 camas. Además, explica su presidente, Toni Calvo, en el pasado mes de enero ampliaron la unidad de consultas externas, porque la pandemia también supuso “un antes y un después” en la salud de los sanitarios.
“En los dos últimos años hemos doblado el número de profesionales atendidos con respecto a los veinte anteriores de Fundación Galatea”
“En los dos últimos años hemos doblado el número de profesionales atendidos con respecto a los veinte anteriores de Fundación Galatea”, afirma Calvo a ConSalud.es. Por otro, en la Fundación pusieron en marcha, en 2017, el servicio de apoyo emocional a los profesionales de salud, que consiste en atención psicológica para casos no graves, “aunque pueden llegar a serlo en función de cómo evolucionen”. Y esto incluye, claro está, tanto a los que están preparándose para el examen de acceso al MIR (“muchas veces entrar en una dinámica muy obsesiva consigo mismos”) como a los que son ya residentes, que, informa el presidente de la Fundación con sede en Barcelona, ya representan al 14,6% del total de consultas que reciben cada año en Cataluña.
“El 92% de los casos que atendemos son por algún tipo de problema emocional o mental, mientras que el resto están relacionados con el consumo de sustancias, principalmente el alcohol. Además, el 63% pertenecen al primer o segundo año de residencia”, indica Toni Calvo. Además, para tratar de cubrir todos los espectros, el año pasado también se puso en marcha SAPEM, un servicio telemático de apoyo psicológico para los estudiantes de Medicina que nació a raíz del acuerdo alcanzado con la Organización Médica Colegial (OMC), Mutual Médica y el Consejo Estatal de Estudiantes de Medicina (CEEM).
"Tenemos a los estudiantes de Medicina mejor preparados del mundo a nivel competencial, pero a nivel emocional hay importantes limitaciones”
En este caso, el 70% de los estudiantes atendidos se encuentran en los dos últimos años del grado en Medicina, es decir, cuando ya están en pleno periodo de prácticas y comenzando a preparar el MIR. Así, parece que, a la hora de requerir asistencia, hay un elemento común con los que son ya médicos: el inicio de la actividad asistencial. “Yo creo que tenemos a los estudiantes de Medicina mejor preparados del mundo a nivel competencial, pero a nivel emocional hay importantes limitaciones”, opina Toni Calvo.
“Cuando se tienen que enfrentar no solo a la enfermedad, sino al enfermo en sí, es donde los residentes sufren muchísimo: manejar las relaciones, trabajar en equipo, dar malas noticias… están muy bien formados para cuidarnos a nosotros, pero no para el autocuidado, y este es uno de los objetivos principales que tenemos en Fundación Galatea: por un lado intentar, a nivel de posgrado, incidir en que tengan una mayor conciencia sobre la necesidad de cuidarse, y por eso tratamos de preparar materiales y cursos. Por otro, en la medida de nuestras posibilidades, que son muy limitadas, revisar los currículums formativos de los médicos”, apunta el experto catalán.
TODO SUMA
Tampoco ayuda a la salud mental de los residentes la saturación que vive actualmente nuestro sistema sanitario. De hecho, reconoce Calvo, muchas de las llamadas que reciben también están relacionadas con burnouts o desgaste, incluso de los propios residentes. “Es gente joven, en teoría muy fresca, pero que ya están sufriendo importantes alteraciones a nivel cognitivo y emocional”, lamenta el presidente.
"Cada uno puede ir construyendo, con esos recursos y estrategias que les damos desde la Fundación Galatea, su propio equipo de protección emocional para manejar situaciones de tensión y estrés”
Y hace una metáfora: “Es como si fuesen jugadores de la cantera del Madrid o del Barcelona, que supuestamente tienen mucha energía y capacidad, pero que a su vez sufren un porcentaje muy alto de problemas. Es algo inquietante y, desde luego, muy preocupante”. “En la pandemia se hablaba mucho del EPI, pues nosotros tenemos lo que llamamos EPE: equipo de protección emocional. Cada uno puede ir construyendo, con esos recursos y estrategias que les damos desde la Fundación Galatea, su propio equipo para manejar situaciones de tensión y estrés”, insiste el psicólogo.
Incluso disponen de una aplicación que permite a los profesionales sanitarios hacer auto check-in del estado en el que se encuentra su salud emocional o la salud relacional de su equipo de intervención, y con información y artículos para ayudarles a construir ese equipo de protección emocional. Por eso, el presidente de la Fundación Galatea pide más apoyos a nivel nacional, para que toda esta ayuda no se limite únicamente a los que están en Cataluña, donde desde 1998 cuentan con recursos por parte de la Generalitat, y para que la puedan ampliar a otros profesionales, como los auxiliares de enfermería. “Esto implica, necesariamente, financiación por parte de las autoridades competentes”.