Así es una rotación MIR de Psiquiatría en Uganda: “A muchos pacientes los consideran embrujados”

Entrevistamos a Alba Diestre Tomas, R4 de Psiquiatría del Hospital de San Pau y que hace un año rotó durante tres meses en Uganda

 Alba Diestre Tomas (FOTO: Cedida a ConSalud.es)
Alba Diestre Tomas (FOTO: Cedida a ConSalud.es)
Manuel Gamarra
11 julio 2024 | 07:00 h
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Hace cosa de cuatro años, cuando Alba Diestre Tomas comenzó a especializarse en Psiquiatría en el Hospital Sant Pau de Cataluña, nunca pensó que una de sus rotaciones sería en el extranjero; menos aún en un país tan exótico como Uganda, ubicado en lo que se conoce como el Cuerno de África, una de las zonas más pobres del planeta. Ahora, no obstante, puede presumir de haber vivido una experiencia que, asegura, le ha cambiado la vida, y le ha ayudado a tener una visión mucho más amplia de su profesión como médica.

Fue concretamente en octubre de 2023, al principio de su cuarto curso como residente MIR en el citado hospital barcelonés, cuando Alba viajó a Uganda, donde permanecería hasta diciembre gracias a las becas FEPSM “para la rotación en el extranjero” otorgadas por la Fundación Española de Psiquiatría y Salud Mental (FEPSM). El destino, sin embargo, siempre lo tuvo claro desde que se presentó a la convocatoria: quería conocer in situ cómo era el abordaje de la salud mental en África, continente del que estaban recibiendo cada vez más y más pacientes en su centro.

"Al principio estábamos todos un poco desubicados, y su nivel de organización no tiene nada que ver con el de España"

Así que cuando le dijeron que, efectivamente, se había hecho con una de las cotizadas plazas -fueron 22 en su promoción-, lo primero que hizo Alba fue buscar en Google ‘mental health Africa’. Primer resultado: Butabika National Referral Mental Hospital, la única institución dedicada a la salud mental en una ciudad -Kampala- de más de millón y medio de habitantes… y en un país que roza los 50 millones. El problema es que, al ser un destino tan “diferente” al que los aspirantes suelen pedir -Reino Unido, Estados Unidos, Australia…-, y al que no había ido nadie nunca antes, Alba tuvo que partir completamente de cero.

Los primeros días, reconoce, no fueron nada fáciles para integrarse en una sociedad “tan distinta a la nuestra”. Pero también fue novedoso para el hospital de la capital de Uganda, que nunca había recibido a un residente de otra parte del mundo hasta ese momento. “Yo creo que estábamos todos un poco desubicados, y, además, su nivel de organización no tiene nada que ver con el de España. Lo normal es que un residente, cuando llega a un servicio, tenga un horario establecido, pero aquí era todo muy caótico y cada día estaba en su sitio diferente”.

“Si aquí el estigma hacia los pacientes de salud mental es muy alto, allí mucho más"

Y es que, si ya el abordaje de la medicina en general es muy distinto allí, no digamos nada sobre la salud mental. “Si aquí el estigma hacia los pacientes es muy alto, allí mucho más. Muchos de ellos no tienen familia y están totalmente alejados de la sociedad, y prácticamente viven en el hospital”, apunta Alba. De hecho, explica la joven médica, lo más habitual en estos países es acudir antes al cura que al profesional sanitario, por lo que muchos pacientes llegaban a su hospital con una historia psiquiátrica ya de larga evolución y sin ningún tratamiento.

Tampoco andaban sobrados de profesionales: “La cantidad de pacientes era inmensa, y las ratios por profesional abrumadoras. Cada enfermera llevaba unos cincuenta pacientes, cada psiquiatra entre cien y ciento cincuenta… hacíamos lo que podíamos, y todo el mundo tenía que tocar muchos palos”. “Me sorprendió los niveles de gente que había con esquizofrenia y bipolaridad, que eran fáciles de identificar a pesar de proceder de culturas e historias vitales tan distintas. También, que allí estaban comenzando a comprender las conductas autolíticas (ndr: comportamientos que causan autolesiones), algo que aquí tenemos a la orden del día”.

UNA EXPERIENCIA EN ÁFRICA QUE TAMBIÉN LE ESTÁ SIRVIENDO PARA LA ASISTENCIA ACTUAL

Quedan tres meses para que se cumpla un año desde que Alba se fue a Uganda, tres meses que, como comentábamos al principio del artículo, es el mismo tiempo que permaneció allí la -dentro de nada- futura especialista. Y que, asegura, fue el justo y necesario. “La rutina era ir a trabajar por las mañanas y por las tardes a pasear o a estar con mis compañeros de piso. Kampala es una ciudad enorme, y el transporte es pésimo, tardas una barbaridad en llegar a cualquier sitio. Además, como era la primera persona que iba, el tema de la vivienda también fue complicado y me lo tuve que buscar por mi cuenta. Acabé viviendo en un Airbnb”, recuerda.

Eso sí, no cambiaría por nada del mundo la experiencia, que, más allá de hacerle “plantearse muchas cosas” y “relativizar un poquito”, le está sirviendo para aplicar muchas de las situaciones que ha aprendido en su trabajo diario actual en el Hospital Sant Pau. “Parece una cosa muy tonta, pero cuando recibes la visita de un paciente africano en Psiquiatría y le preguntas por sus antecedentes familiares, la mayoría te suelen responder que no recuerdan que ninguno haya pasado por eso. Pero si les preguntas si alguno de sus familiares ha estado alguna vez embrujado, eso sí que lo entienden, y quiere decir que en su país los consideraban así por sus problemas mentales. Todo eso lo aprendí en Uganda”, relata Alba Diestre.

Los contenidos de ConSalud están elaborados por periodistas especializados en salud y avalados por un comité de expertos de primer nivel. No obstante, recomendamos al lector que cualquier duda relacionada con la salud sea consultada con un profesional del ámbito sanitario.
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