Sin hacer mucho ruido, Endocrinología y Nutrición siempre se acaba colando como una de las especialidades más demandadas en la convocatoria MIR (Médico Interno Residente) de cada año. En concreto, en la de 2024, su primera plaza fue elegida 141 lugares antes que en la de 2023, cuando el número de orden 24 -el año pasado fue el 165- decidió formarse en esta área médica en el Hospital Gregorio Marañón de Madrid, haciendo así que la especialidad suba un puesto -del 12º al 11º- dentro de este particular ranking.
Aquel privilegiado número de orden 24 en la convocatoria MIR de 2024, que le hubiese permitido elegir prácticamente cualquier especialidad en cualquier lugar de España, le corresponde a Sonsoles Sesma Quesada, una joven médica que, no obstante, comenzó a tener claro que quería dedicar el resto de su vida profesional a la Endocrinología ya en los últimos años de carrera. “Siempre me gustó estudiar Endocrinología desde que comencé a ver la asignatura de Fisiología Humana, pero fue en quinto de Medicina cuando roté por este servicio en las prácticas y me decidí definitivamente”, recuerda a ConSalud.es.
“El Gregorio Marañón tiene un servicio de Nutrición muy potente a nivel nacional, que hace que vengan muchos rotantes externos"
De hecho, apunta, cuando terminó el examen MIR y supo de su buen hacer en el mismo, lo único que rondaba por su cabeza era elegir el hospital adecuado para cursar la especialidad: “Nunca me planteé hacer otra. Como ya había hecho prácticas en la especialidad y conocía un poco cómo funcionaba y cuál era el día a día de trabajo en consultas y planta de hospitalización, sabía que era la adecuada”. “Aún así, me informé bastante sobre la especialidad tanto en las jornadas post MIR que hacen las academias como en las de puertas abiertas del Marañón. Además, contacté con otros residentes de la especialidad”, matiza.
Y es que, al final, tampoco le costó decidirse mucho por el hospital. Los cuatro años de prácticas durante la carrera en el prestigioso centro madrileño –“en mi casa”- hicieron que fuese una apuesta casi segura para Sonsoles, lo que no quita que, insiste, hiciese un trabajo de campo previo bastante amplio. “Finalmente, en la jornada de puertas abiertas me cercioré de que me encantaba el ambiente de trabajo, tanto en lo profesional como en lo personal. Además, desde el punto de vista formativo, creo que el Marañón es un muy buen centro. Tiene muchas consultas, desde generales hasta monográficas de patologías poco frecuentes”, destaca la joven, poniendo el énfasis, claro está, en lo que realmente lo concernía a ella.
“El Gregorio Marañón tiene un servicio de Nutrición muy potente a nivel nacional, que hace que vengan muchos rotantes externos, con consultas tan específicas como nutrición en metabolopatías o en el paciente oncológico. Además, en la planta de hospitalización hay pacientes desde baja a muy alta complejidad. También realiza una gran labor investigadora, con numerosos ensayos clínicos y estudios en marcha, y nos abre las puertas a los residentes a participar de ella, lo cual lo veo muy positivo y fundamental en nuestra labor cómo médicos”, detalla Sesma Quesada sobre una especialidad que, remarca, ofrece mucho más de lo que puede parecer a simple vista.
"Es una especialidad muy lógica, con mucha fisiopatología, y por eso muy bonita de estudiar"
“Es una especialidad muy amplia, que abarca desde patologías muy prevalentes como puede ser la diabetes o la patología tiroidea, que a mí personalmente me encantan, hasta patologías más específicas como puede ser todo el tema de tumores neuroendocrinos, síndromes poliglandulares o alteraciones del desarrollo sexual. Además, tiene toda la parte de Nutrición Hospitalaria, más desconocida, pero que personalmente tengo muchas ganas de conocer y aprender. Hay muchos campos donde poder trabajar”, explica la residente, reconociendo que, aunque la especialidad tiene pocas técnicas invasivas, para ella eso era un “punto a favor”.
“Sin embargo, cada vez hay mayor crecimiento de ciertas técnicas como la punción tiroidea diagnóstico-terapéutica o la ecografía nutricional. Además, hay un importante auge a nivel de tecnología en diabetes, que creo que puede mejorar mucho la calidad de vida de los pacientes”, apunta. “Otro aspecto que me gusta de la especialidad es que la mayoría de los pacientes se ven en consulta de forma ambulatoria, realizando un seguimiento a largo plazo de muchos de ellos y teniendo una buena continuidad asistencial. A fin de cuentas, es una especialidad muy lógica, con mucha fisiopatología, y por eso muy bonita de estudiar, siendo además muy resolutiva, con resultados terapéuticos muy agradecidos para médicos y pacientes”, añade.
UN FUTURO MUY ESPERANZADOR
Sonsoles apena lleva mes y medio como R1 del Servicio de Endocrinología y Nutrición del Hospital Gregorio Marañón, tiempo que ha sido “de adaptación”, pero durante el cual todo el mundo la ha acogido “de maravilla”: “He conocido a compañeros de residencia maravillosos, he tenido ya el primer contacto con las urgencias y las guardias y ahora poco a poco voy asentándome en mi servicio con muchas ganas de aprender”. Y es que su especialidad, subraya, va mucho más allá del ámbito meramente asistencial, y puede tener una importancia capital a la hora de prevenir enfermedades.
"Como endocrinólogos, tenemos el deber de defender los derechos legítimos de las personas trans"
“Creo que podemos aportar aspectos de valor en cuanto a hábitos de vida saludables y prevención de enfermedades en todos los estratos de la sociedad”, indica la futura especialista. “Por otro lado, creo que es una especialidad cada vez más importante para el manejo conjunto de patologías compartidas con otras especialidades, como pueden ser la infertilidad, los tumores, la patología digestiva, la obesidad mórbida o la enfermedad cardiovascular”, insiste.
Pero, más allá de todo el aspecto profesional, la joven también espera poder exprimir al máximo el personal durante los cuatro años que va a durar su residencia. “Espero hacer buenos amigos, crear un buen ambiente de trabajo, pasar buenos ratos, continuar con mis aficiones y tener tiempo para cuidar de mi familia, mi pareja, mis amigos o viajar”, expresa con optimismo. Y termina con una reivindicación: “Como endocrinólogos, tenemos el deber de defender los derechos legítimos de las personas trans, formarnos en la complejidad de las diversas identidades y continuar investigando para brindar la mejor atención”.