En la convocatoria MIR (Médico Interno Residente) del año pasado, las 58 plazas de la especialidad de Neurofisiología Clínica fueron, una vez más, de las últimas en agotarse. Lo hicieron el número de orden 7.987, algo más tarde que en 2023, cuando fue el 7.479 quien colgó el cartel de ‘no va más’. También fue una de las quemás tardó en empezar a elegirse, concretamente en el número de orden 331, un hecho del que son plenamente conscientes sus profesionales pese a la cada vez mayor importancia que tienen en los hospitales españoles.
“Nuestra especialidad es un servicio central del hospital que da respuesta a las demandas de otras, sobre todo quirúrgicas. Neurocirugía, Traumatología, Otorrinolaringología, Cirugía Vascular, Cirugía Cardíaca… incluso Cirugía Digestiva o Urología. En todas estas cirugías están en riesgo o bien nervios periféricos o bien el propio sistema nervioso central, y por eso las monitorizaciones intraoperatorias siempre se hacen en colaboración con otras especialidades”, recuerda a ConSalud.es el doctor José Luis Relova, vicepresidente de la Sociedad Española de Neurofisiología Clínica (SENFC) y jefe de este servicio en el Hospital Clínico Universitario de Santiago de Compostela.
Y pone un ejemplo: si un cirujano que tiene que operar un tumor cerca de las áreas motoras del cerebro lo hace a ciegas, lo más probable es que el paciente termine con un déficit motor “muy importante”. Si, por el contrario, lo hace guiado por un especialista en Neurofisiología Clínica, no pasará esto. “Aporta mucha calidad y valor a la asistencia, y no lo digo porque este sea mi oficio ni nada por el estilo. Es que realmente es así”, insiste el especialista. “Hasta con Medicina Nuclear, con la que a priori parece que estamos muy alejados, colaboramos cuando se hace un PET cerebral, para hacer un registro electroencefalográfico de su realización. Pediatría, Neurología, Neumología, Urgencias… prácticamente con todos”, añade.
“Somos muy relevantes, porque ya se le da bastante peso a preservar no solo la vida del paciente, sino también a que este salga del proceso en las mejores condiciones funcionales"
Y es que la Neurofisiología, “entendida de manera global, no solo con el adjetivo de Clínica”, ha vivido un auge muy importante en los últimos años según el experto. La sociedad ya es consciente de que, antes de abordar los tratamientos de las distintas patologías que puede sufrir un ser humano, es necesario conocer “al máximo posible” todo lo que se pueda con respecto a la fisiopatología y el funcionamiento del sistema nervioso. Y son muchas las patologías que tienen como base de su problema el cerebro, desde la epilepsia, “una de las más relevantes en nuestra especialidad”, hasta la patología del sueño, cuyo diagnóstico se establece gracias a las exploraciones que hacen los neurofisiólogos.
“Somos muy relevantes, porque ya se le da bastante peso a preservar no solo la vida del paciente, sino también a que este salga del proceso en las mejores condiciones funcionales. Y son pacientes de todas las edades, desde los recién nacidos hasta los que tienen cien o más años”, insiste Relova, quien lamenta, eso sí, el poco espacio que sigue teniendo su especialidad en los programas formativos de las facultades de Medicina, motivo al que achaca su bajo ritmo de elección en el MIR. Él es, de hecho, profesor de Neurofisiología Clínica en la Universidad de Santiago, la única que, indica, cuenta con esta asignatura dentro de su plan de estudios.
“Es una especialidad que todavía no está bien desarrollada. En los planes de estudio se menciona de pasada que hay una exploración electroencefalográfica para cada patología, pero no se explica en qué consiste realmente eso ni cuáles son las derivaciones que tiene”, denuncia el vicepresidente de la SENFC, quien matiza, eso sí, que algún que otro año se ha comenzado a elegir en el MIR con números “bastante altos”. “Yo he tenido alumnos que han cursado la asignatura y que ahora son especialistas en Neurofisiología Clínica solo por eso. Es una cuestión de desconocimiento”, asegura.