Los mejores MIR de Familia celebran el día de Primaria: “Abres una ventana a la vida del paciente”

Henar Garrote Sotelo y Violeta Barrera Bueno, las primeras personas que eligieron la especialidad de Medicina Familiar y Comunitaria en el MIR de 2021 y 2022, destacan sus aspectos más positivos por el Día Mundial de la Atención Primaria

Henar Garrote Sotelo y Violeta Barrera Bueno, mejores MIR que eligieron Familia en 2021 y 2022 (FOTOMONTAJE: ConSalud.es)
Henar Garrote Sotelo y Violeta Barrera Bueno, mejores MIR que eligieron Familia en 2021 y 2022 (FOTOMONTAJE: ConSalud.es)
Manuel Gamarra
12 abril 2025 | 11:00 h

Ninguna de las dos lo tenía claro del todo antes de entrar en la universidad, ni siquiera mientras estaban estudiando. Sin embargo, las prácticas de la carrera de Medicina les hizo un ‘click’ en la cabeza, y cuando se presentaron al examen de acceso al MIR (Médico Interno Residente) ya habían decidido que, fuese cual fuese su nota, iban a elegir la especialidad de Medicina Familiar y Comunitaria. Hoy, tres y cuatro años después de aquello, respectivamente, no tienen ninguna duda de que tomaron la decisión correcta, y este sábado 12 de abril ambas celebran el Día Mundial de la Atención Primaria.

Lo cierto es que tiene mérito, porque, con el buen número de orden que consiguieron, prácticamente podrían haber escogido cualquier otra especialidad. Hablamos de Henar Garrote Sotelo y Violeta Barrera Bueno, las primeras personas que eligieron dicha especialidad en el MIR de 2021 y 2022 y, por tanto, las siguientes que la terminarán una vez concluida su formación de cuatro años. La primera lo hará dentro de apenas un par de meses, en Granada, mientras que la segunda se convertirá en especialista en 2026.

“Mi entorno sí que iba un poco por ahí, y me decía que aprovechase para coger otra especialidad, pero yo no. Hacer una especialidad que no me gusta, simplemente por el dinero o por el prestigio, me parece que es tirar mi carrera y todo el esfuerzo. Además, luego te das cuenta de que la calidad de vida no es peor que en otras, como se suele decir. Todas tienen guardias, y de hecho los médicos de Familia son los que suelen tener más plazas en propiedad”, reivindica Violeta, una joven cacereña que, después de estudiar Medicina en Salamanca, optó por hacer de nuevo las maletas y especializarse en Sevilla: “No hubo ningún motivo concreto, simplemente quería cambiar de sitio”.

"Hacer una especialidad que no me gusta, simplemente por el dinero o por el prestigio, me parece que es tirar mi carrera y todo el esfuerzo"

Henar también estudió en Salamanca y luego optó por el sur para hacer su residencia. Ahora está en un centro de salud en el barrio granadino del Albaicín, desde el cual nos atiende mientras está de guardia, y donde espera quedarse cuando termine en verano, “incluso con un contrato de urgencias, porque creo que también me enseñaría mucho”. No puede estar, comenta, más contenta con su día a día. “Siempre digo que estoy en el mejor centro de salud del mundo. Las vistas son maravillosas, en pleno mirador de San Nicolás, viendo la Alhambra todos los días… además, el equipo es increíble, y el Albaicín es un barrio barrio, donde todo el mundo se conoce, se saluda, hay negocios tradicionales que llevan muchos años abiertos… es un gustazo”, destaca la joven.

A ella, como a su compañera de profesión de un año menos, le empezó a atraer la especialidad después de rotar por un centro de salud cerca de su casa; sin embargo, en aquel momento se la guardó como una “opción más”. “Me dije: ‘si encuentro algo entre medias que me guste más, pues bien, y si no, Familia’. Y la verdad es que no hubo nada que me gustase más. Fue todo muy espontáneo y muy natural”, recuerda la médica.

Le tocó, eso sí, comenzar su residencia con la pandemia todavía en auge, lo que significó que al principio tuvo que atender muchas llamadas telefónicas y ver a menos pacientes de forma presencial. No obstante, la situación se fue normalizando poco a poco, y las ganas que tenía de trabajar y de ponerse “en acción” terminaron por superar todo eso: “Al final y al cabo, me quedo con que trabajé en un periodo curioso de la historia”.

“La Medicina de Familia para mi es una realización personal, porque la relación con el paciente es la más auténtica de todas"

Cuando Violeta empezó un año después, ya estaba todo mucho más calmado. “Me pilló muy poquito, y no recuerdo más sobrecarga por el COVID que la que he visto este año con la gripe”, indica. Ahora disfruta mucho en la consulta, donde se siente “como en casa” y tiene la sensación de haber estudiado Medicina para eso. “Lo que más me gusta es sentir que estoy para ayudar a mis pacientes, y decirles abiertamente que me cuenten todo lo que les pasa. Salgo súper contenta”, subraya Violeta. “Lo bonito de la Atención Primaria es la longitudinalidad, el seguimiento, el poder atender a los pacientes en el barrio en el que viven, donde conoces su realidad. Que me abran la puerta de su domicilio para mi es un lujo, es como abrir una ventana a su vida. Creo que toda la Medicina lo tiene de alguna forma, pero Familia es la que más”, le apoya Henar.

RECOMENDADA A PESAR DE LA SATURACIÓN

Lógicamente, no todo es tan bonito siempre. Los residentes también sufren esa saturación de las consultas, y las demoras a la hora de atender a los pacientes, reconocen ambas, se notan. “Vienen pacientes con semanas de espera, y eso hace que los problemas se acumulen y que las consultas al final se hagan más largas. A su vez, los momentos de más demanda implican que no dispones del tiempo que te gustaría para cada paciente”, lamenta Violeta, quien matiza, eso sí, que su centro de salud, “por suerte”, no es de los que están más saturados. Henar, por su parte, añade a esas “agendas desorbitadas” la burocracia, que a veces le parece que “va a peor”. “Hay días que llevo dos horas en la consulta y todavía no he sacado el fonendo”, apunta.

A pesar de ello, insisten, lo bueno de la especialidad supera con creces a lo malo, y la recomiendan, sin ningún tipo de dudas, a los MIR que eligen este año. “La Medicina de Familia para mi es una realización personal, porque la relación con el paciente es la más auténtica de todas. Aprendes la dimensión biológica, social y psicológica de cada persona”, señala Henar. “Al año siguiente de entrar yo, había una chica con número de orden alto que también quería entrar a mi centro de salud. Recuerdo que quedé con ella para tomar un café, y, sin tratar de convencerla, porque eso al final es decisión de cada uno, sí que le dije que no se dejase influenciar por el entorno. La gente lo que quiere es verte contenta, y, aunque tarden más o menos en entenderlo, al final lo van a hacer”, sentencia Violeta.

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